09 Octubre 2012
RECONOCIMIENTO. La vicerrectora de la UNT, Alicia Bardón, hace entrega del título de Profesora Emérita de la UNT a la doctora Elena Rojas Mayer. PRENSA UNT
¿Se puede escribir de cualquier manera? ¿Es necesario jubilar la hache como sugirió hace tiempo el colombiano Gabriel García Márquez? ¿Las nuevas tecnologías están deformando nuestro idioma? Estas preguntas, que para muchos pueden parecer obvias, tienen una relevancia capital para la doctora Elena Rojas Mayer. Lingüista con una dilatada trayectoria y apasionada por el idioma español, la tucumana afirma que la lengua tiene que ajustarse a una normativa, aunque eso no significa que deba ser un sistema rígido. Y lo dice con la certeza absoluta de quien tiene no solo conocimiento, sino también experiencia. No en vano fue invitada en tres oportunidades por la Academia Española de Letras para participar de sus reuniones, en las cuales se eligen las nuevas palabras que serán incorporadas al diccionario.
"La Academia ha demostrado que, debido a la gran variación que tiene el idioma español en toda América, ya no se puede ser tan estricto, como hace décadas atrás. Por eso ahora se están aceptando términos de uso común en distintas regiones, lo que ha dado lugar al diccionario de americanismos", comentó a LA GACETA Rojas Mayer. Días atrás, ella fue galardonada con el título de Profesora Emérita de la UNT.
Claro que no siempre los cambios o las aceptaciones de términos de uso común implican su uso efectivo en el habla cotidiana. Todo lo contrario. Lo que se busca es dotar de más flexibilidad al idioma. "Creo que debe existir una norma que sirva como orientación. De lo contrario, no podríamos entendernos entre nosotros. Como tampoco entenderíamos a alguien que de golpe empiece a hablar en español antiguo", agregó. En este sentido, Rojas Mayer -que no es una normativista a ultranza- está convencida de que el español escrito ya sufrió los cambios necesario y, por lo tanto, no está de acuerdo con García Márquez en dejar de usar la hache o cambiar las reglas de acentuación.
"No creo que haya que hacer más cambios en la grafía. En su momento, en el siglo XVIII, la Academia hizo varios cambios. Más adelante, Sarmiento intentó introducir nuevos ajustes, pero no funcionaron. Eso demuestra que cambiar la ortografía no lleva a nada, porque para comunicarnos la escritura debe tener reglas. Eso permite que un texto que se escribe en la Argentina pueda ser leído en cualquier otro país de habla hispana", detalló.
Las nuevas tecnologías
Siendo todo tan cambiante entonces, es de suponer que las modalidades de escritura generadas por el chat o los mensajes de texto no solo no deforman el lenguaje, sino que en cierta forma lo enriquecen. Términos como chateo, sms o hipertexto ya fueron aceptados por la Academia. Y, según Rojas Mayer, el impacto de las nuevas tecnologías en el idioma español es una etapa que no tira abajo la norma.
"Estos cambios son netamente generacionales. Y, además, los mismos adolescentes que los imponen van cambiando más tarde. Porque muchos de ellos, cuando salen de la adolescencia, dejan de usar los lenguajes propios de esa edad y entran en otra etapa. Algunos incluso enriquecen el lenguaje y empiezan a ajustarse a la norma, porque comienzan a estudiar en la universidad y entran en otro nivel", destacó.
En definitiva, lo más importante es comunicarse. Aquí radica la razón fundamental de la norma. Por eso Rojas Mayer sostiene que la comunicación tiene que darse de la mejor manera posible. "Y para eso, debe haber una referencia -sostuvo-. El español es uno solo, así lo hable un chico de 15 años, un profesional graduado en la universidad o un poblador de los Valles".
¿Con w o con g?
El uso de términos extranjeros que fueron castellanizados cuando los aceptó la Academia representa, según Elena Rojas Mayer, un problema que queda librado a cada persona. Ese es el caso, por ejemplo, de la palabra whisky, que fue castellanizada como güisqui. "Sin embargo todo el mundo cuando se refiere a la bebida inglesa, piensa inmediatamente en la w y no en la g. De todas formas, como es un extranjerismo, está puesto así y hay que respetarlo. A mí no me gusta para nada". Lo mismo sucede con el uso de "el mismo" o "la misma" como reemplazo de este o esta. "Yo siempre dije que jamás debe usarse 'el mismo', sin embargo ahora la Academia me sorprende porque lo acepta, impuesto por el uso en el habla y, sobre todo, en la escritura. Pero, todo es relativo", analizó.
"La Academia ha demostrado que, debido a la gran variación que tiene el idioma español en toda América, ya no se puede ser tan estricto, como hace décadas atrás. Por eso ahora se están aceptando términos de uso común en distintas regiones, lo que ha dado lugar al diccionario de americanismos", comentó a LA GACETA Rojas Mayer. Días atrás, ella fue galardonada con el título de Profesora Emérita de la UNT.
Claro que no siempre los cambios o las aceptaciones de términos de uso común implican su uso efectivo en el habla cotidiana. Todo lo contrario. Lo que se busca es dotar de más flexibilidad al idioma. "Creo que debe existir una norma que sirva como orientación. De lo contrario, no podríamos entendernos entre nosotros. Como tampoco entenderíamos a alguien que de golpe empiece a hablar en español antiguo", agregó. En este sentido, Rojas Mayer -que no es una normativista a ultranza- está convencida de que el español escrito ya sufrió los cambios necesario y, por lo tanto, no está de acuerdo con García Márquez en dejar de usar la hache o cambiar las reglas de acentuación.
"No creo que haya que hacer más cambios en la grafía. En su momento, en el siglo XVIII, la Academia hizo varios cambios. Más adelante, Sarmiento intentó introducir nuevos ajustes, pero no funcionaron. Eso demuestra que cambiar la ortografía no lleva a nada, porque para comunicarnos la escritura debe tener reglas. Eso permite que un texto que se escribe en la Argentina pueda ser leído en cualquier otro país de habla hispana", detalló.
Las nuevas tecnologías
Siendo todo tan cambiante entonces, es de suponer que las modalidades de escritura generadas por el chat o los mensajes de texto no solo no deforman el lenguaje, sino que en cierta forma lo enriquecen. Términos como chateo, sms o hipertexto ya fueron aceptados por la Academia. Y, según Rojas Mayer, el impacto de las nuevas tecnologías en el idioma español es una etapa que no tira abajo la norma.
"Estos cambios son netamente generacionales. Y, además, los mismos adolescentes que los imponen van cambiando más tarde. Porque muchos de ellos, cuando salen de la adolescencia, dejan de usar los lenguajes propios de esa edad y entran en otra etapa. Algunos incluso enriquecen el lenguaje y empiezan a ajustarse a la norma, porque comienzan a estudiar en la universidad y entran en otro nivel", destacó.
En definitiva, lo más importante es comunicarse. Aquí radica la razón fundamental de la norma. Por eso Rojas Mayer sostiene que la comunicación tiene que darse de la mejor manera posible. "Y para eso, debe haber una referencia -sostuvo-. El español es uno solo, así lo hable un chico de 15 años, un profesional graduado en la universidad o un poblador de los Valles".
¿Con w o con g?
El uso de términos extranjeros que fueron castellanizados cuando los aceptó la Academia representa, según Elena Rojas Mayer, un problema que queda librado a cada persona. Ese es el caso, por ejemplo, de la palabra whisky, que fue castellanizada como güisqui. "Sin embargo todo el mundo cuando se refiere a la bebida inglesa, piensa inmediatamente en la w y no en la g. De todas formas, como es un extranjerismo, está puesto así y hay que respetarlo. A mí no me gusta para nada". Lo mismo sucede con el uso de "el mismo" o "la misma" como reemplazo de este o esta. "Yo siempre dije que jamás debe usarse 'el mismo', sin embargo ahora la Academia me sorprende porque lo acepta, impuesto por el uso en el habla y, sobre todo, en la escritura. Pero, todo es relativo", analizó.