18 Agosto 2012
RELAJADO. Cuevas es un chico humilde pero ya avisó que en Atlético irá por todo a cumplir el sueño de su vida. LA GACETA / FOTO DE OSCAR FERRONATO
Apostó por Atlético. Se la jugó en grande. Dejó Las Termas de Río Hondo y partió en busca de su sueño. Gastón Emiliano Cuevas se convirtió en la joyita "decana" que Carlos Ariel Ibáñez le recomendó a su amigo Luis Reartez para las divisiones formativas del club.
"Me siento cómodo aquí. Me brindan muchas posibilidades en lo deportivo y también en los estudios, algo que mi vieja había puesto como requisito para que me venga a Tucumán", contó el muchachito que en los tres últimos partidos jugados en el campeonato liguista se despachó con goles exquisitos y se llevó todos los aplausos. Pero el sueño de ser un futbolista profesional sigue intacto. "Son mis pretensiones. Comencé a jugar cuando tenía 16 años en el club Herrera del Alto. Después disputé el Torneo del Interior con Atlético Termas. De allí me vine a Tucumán. Pasé tres años con el profesor Reartez y ahora estoy con Ramírez", comentó.
Su curriculum dice mucho. Él reconoce que de cada lugar logró aprender un montón de cosas ¿El sueño mayor? "Jugar alguna vez un torneo a nivel nacional, con Atlético", adelantó.
"Piola vago", como lo llaman, lleva a Santiago del Estero en la sangre. Es el lugar donde pasó una infancia difícil, pero inolvidable. "Llegué a trabajar de capachero de albañil. Mis padres no me lo exigían, pero lo hacía para vestirme. Mi viejo es empleado y mi mamá ama de casa. Es decir ganaban lo justo para poder vivir", cuenta el pibe que nunca pensó en llevarse todo de arriba.
Sus abuelos María Tapia y Juan son la otra parte vital de su vida. Las palabras de Gastón son nostalgia pura, que se vive al máximo en un festejo "decano". "Cuando no tenía plata para venir a entrenar, mi abuelo me pagaba el pasaje. Costaba $70 y en casa no teníamos ese monto todos los días. Pero por él viajaba. Realmente la pasé muy mal cuando falleció. Me costó meses recuperarme y ahora cada vez que entro a una cancha y tengo la suerte de convertir un gol se lo dedico", comentó.
La memoria también lo transporta a aquellos momentos cuando iba a pescar casi de obligado. Claro, su única pasión siempre fue la redonda. Ahí aprovechaba para descansar, aunque luego de la captura enfilaba sin problemas para hacer el fuego y aportar lo suyo en la redada.
Atlético se verá las caras con All Boys a las 16 y Cuevas ya tiene la cabeza puesta en la gran cita. "El campeonato es muy parejo, se parece mucho a un Torneo del Interior. Hay buenos equipos y entre esos está All Boys. Sé que nos encontraremos ante un rival peligroso. Por algo esta puntero junto a nosotros", tiró el enganche.
Cuevas avisa que su ídolo futbolístico es un tal Juan Román Riquelme. El pibe hasta tiene toques de distinción que pueden acercarlo al ídolo de Boca. Sin embargo, hoy se desespera por volver a vestirse de goleador. "Ahí miraré al cielo en agradecimiento a Dios y a Juan, mi abuelo que siempre me ayuda". La humildad vive en Cuevas. Él sabe que así puede llegar lejos.
"Me siento cómodo aquí. Me brindan muchas posibilidades en lo deportivo y también en los estudios, algo que mi vieja había puesto como requisito para que me venga a Tucumán", contó el muchachito que en los tres últimos partidos jugados en el campeonato liguista se despachó con goles exquisitos y se llevó todos los aplausos. Pero el sueño de ser un futbolista profesional sigue intacto. "Son mis pretensiones. Comencé a jugar cuando tenía 16 años en el club Herrera del Alto. Después disputé el Torneo del Interior con Atlético Termas. De allí me vine a Tucumán. Pasé tres años con el profesor Reartez y ahora estoy con Ramírez", comentó.
Su curriculum dice mucho. Él reconoce que de cada lugar logró aprender un montón de cosas ¿El sueño mayor? "Jugar alguna vez un torneo a nivel nacional, con Atlético", adelantó.
"Piola vago", como lo llaman, lleva a Santiago del Estero en la sangre. Es el lugar donde pasó una infancia difícil, pero inolvidable. "Llegué a trabajar de capachero de albañil. Mis padres no me lo exigían, pero lo hacía para vestirme. Mi viejo es empleado y mi mamá ama de casa. Es decir ganaban lo justo para poder vivir", cuenta el pibe que nunca pensó en llevarse todo de arriba.
Sus abuelos María Tapia y Juan son la otra parte vital de su vida. Las palabras de Gastón son nostalgia pura, que se vive al máximo en un festejo "decano". "Cuando no tenía plata para venir a entrenar, mi abuelo me pagaba el pasaje. Costaba $70 y en casa no teníamos ese monto todos los días. Pero por él viajaba. Realmente la pasé muy mal cuando falleció. Me costó meses recuperarme y ahora cada vez que entro a una cancha y tengo la suerte de convertir un gol se lo dedico", comentó.
La memoria también lo transporta a aquellos momentos cuando iba a pescar casi de obligado. Claro, su única pasión siempre fue la redonda. Ahí aprovechaba para descansar, aunque luego de la captura enfilaba sin problemas para hacer el fuego y aportar lo suyo en la redada.
Atlético se verá las caras con All Boys a las 16 y Cuevas ya tiene la cabeza puesta en la gran cita. "El campeonato es muy parejo, se parece mucho a un Torneo del Interior. Hay buenos equipos y entre esos está All Boys. Sé que nos encontraremos ante un rival peligroso. Por algo esta puntero junto a nosotros", tiró el enganche.
Cuevas avisa que su ídolo futbolístico es un tal Juan Román Riquelme. El pibe hasta tiene toques de distinción que pueden acercarlo al ídolo de Boca. Sin embargo, hoy se desespera por volver a vestirse de goleador. "Ahí miraré al cielo en agradecimiento a Dios y a Juan, mi abuelo que siempre me ayuda". La humildad vive en Cuevas. Él sabe que así puede llegar lejos.