18 Agosto 2012
El resultado de la suma no es cuatro
El matrimonio de Emilia y Diego no pasa por un buen momento; la pareja recibe la propuesta de intercambiar parejas por parte de Betina y Richard, sus mejores amigos. Emilia se muestra entusiasmada pero Diego tiene profundas dudas. Sin embargo, intentarán la experiencia.
DOS MÁS DOS.
Algunos espectadores (sobre todos, los que llevan ya varias décadas soplando velitas) pueden caer en la tentación de trazar un paralelo entre esta historia y la que Paul Mazursky abordó en 1969 en "Bob & Carol & Ted & Alice", un título que con el correr de los años resultó emblemático. Sin embargo, la realidad cultural y social que le daban marco a las dudas y las certezas que acosaban a los Henderson y a los Sanders en aquel filme están muy lejos (a más de cuatro décadas) del entorno cotidiano en el que se desarrollan las tribulaciones de Emilia, Diego, Betina y Richard en esta realización de Diego Kaplan. Y, por sobre todas las cosas, la intención de este filme argentino es plantear una comedia divertida con un tema que puede dar, posteriormente, para reflexiones más profundas, pero que de ninguna manera pretende erigirse en tesis sociológica.
Hay que destacar la realización técnica y los detalles de la producción, muy cuidados y prolijos. También la narración de Kaplan tiene méritos, porque más allá de algunas debilidades del guión (situaciones arbitrarias, diálogos reiterativos), logra conformar una historia consistente y bastante divertida. Para el momento posterior a la proyección quedarán las discusiones acerca de los códigos, las reglas de juego, las traiciones, las lealtades y la legitimidad o no de apelar a distintos recursos para tratar de salvar la pareja. La propuesta no pretende responder a estos interrogantes, sino simplemente, contar una historia divertida. Y a grandes rasgos, lo logra. Las actuaciones son correctas, con un trabajo sutil de Minujin y acertadas composiciones de Peterson y Julieta Díaz. Suar vuelve a hacer de Suar, aunque en este caso el personaje le cae bastante bien. Los actores secundarios están particularmente cuidados, sin sobreactuaciones.
La propuesta cierra como un aceptable entretenimiento cinematográfico, y en el caso de la proyección en sistema digital, se disfruta de una excelente imagen y un sonido equilibrado, al punto que el espectador se siente liberado de la tortura de esforzarse para entender lo que dicen los actores, lamentablemente asociada con las películas argentinas de hace algunos años.
Hay que destacar la realización técnica y los detalles de la producción, muy cuidados y prolijos. También la narración de Kaplan tiene méritos, porque más allá de algunas debilidades del guión (situaciones arbitrarias, diálogos reiterativos), logra conformar una historia consistente y bastante divertida. Para el momento posterior a la proyección quedarán las discusiones acerca de los códigos, las reglas de juego, las traiciones, las lealtades y la legitimidad o no de apelar a distintos recursos para tratar de salvar la pareja. La propuesta no pretende responder a estos interrogantes, sino simplemente, contar una historia divertida. Y a grandes rasgos, lo logra. Las actuaciones son correctas, con un trabajo sutil de Minujin y acertadas composiciones de Peterson y Julieta Díaz. Suar vuelve a hacer de Suar, aunque en este caso el personaje le cae bastante bien. Los actores secundarios están particularmente cuidados, sin sobreactuaciones.
La propuesta cierra como un aceptable entretenimiento cinematográfico, y en el caso de la proyección en sistema digital, se disfruta de una excelente imagen y un sonido equilibrado, al punto que el espectador se siente liberado de la tortura de esforzarse para entender lo que dicen los actores, lamentablemente asociada con las películas argentinas de hace algunos años.
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