Aprender a elegir

Aprender a elegir

En tiempos de cambio y vértigo, lo relevante sigue siendo la búsqueda, la curiosidad y las elecciones. Por Mónica Cazón | Para LA GACETA - Tucumán

12 Agosto 2012
"Papá y mamá se fueron a dormir, ¿y ahora, qué hacemos?" Seguramente esta frase la repetimos miles de veces con nuestros hermanos, o la pensamos, si fuimos hijos únicos; lo cierto es que esperar a que los mayores descansen un rato a la siesta, nos enfrentaba en la niñez, a un universo exquisito y misterioso que por supuesto queríamos descubrir o investigar. Desde jugar en el maravilloso jardín de la casa de la abuela hasta trepar por los estantes más elevados para descubrir el libro o la revista prohibida, que seguramente devoraríamos con interés. Eran esos textos que siempre nos avisaban que leeríamos "más adelante" y que nosotros sospechábamos, con razón, que el "más adelante" eran demasiados años para nuestro universo ávido. Las opciones no eran muchas, jugar sin hacer demasiado ruido o leer, pintar, armar coreografías de baile y mirar las imágenes de las enciclopedias (que sí estaban a nuestro alcance) ¿Quién no recuerda los tomos de Lo Sé Todo, El Libro Gordo de Petete, Anteojito, Billiken y tantas más? Puedo caer en el cliché de la famosa y aburrida frase de "todo tiempo pasado fue mejor" pero no creo en eso, y tampoco sacralizo a las generaciones anteriores. El tiempo pasado es pasado y sólo nos puede aportar desde el lugar de rescatar lo valioso y respetarlo. Lo inevitablemente cierto es que los chicos de ahora no son los de antes, y mamá y papá tampoco. Ya no duermen siesta.

El siglo XXI, caracterizado por la velocidad y la pluralidad de acontecimientos, afianza mi idea de los urgentes cambios que deberían considerarse para la literatura dedicada a la niñez y la juventud. ¿Cómo es posible continuar ofreciendo las mismas lecturas, autores y cancioneros? Atención, de ninguna manera digo que deben descartarse los clásicos; no se trata de excluir las formas tradicionales. Me parece más fructífera la idea de ampliar el canon existente que la de una confrontación entre lo nuevo y lo viejo. Pienso en la importancia de encontrarnos abiertos a las nuevas estéticas, y sobre todo formar a los chicos en el concepto de la libertad de elección.

No debemos olvidar que somos los adultos los que ofrecemos a los niños las primeras herramientas para que se enamoren o desdeñen el riquísimo mundo de las letras. De ello dependerá que los chicos de este tiempo, en el momento que mamá y papá se duerman, elijan un libro que les despierte su interés. Esto puede sonar a utopía si tenemos en cuenta la tecnología; pero no creo que deba preocuparnos puesto que todo dependerá del uso que ellos mismos le den a la computadora, a la televisión, a los celulares, etc. Aprender a elegir, incorporar conocimientos jugando, riéndonos y cantando es una excelente fórmula para que ese chico lea. Y cuando hablo de aprender a elegir, incorporo la realidad del chico de cualquier medio social. En la Argentina hay excelentes autores que se dedican seriamente a la literatura infantil.

© LA GACETA

Mónica Cazón - Escritora, coordinadora de la Asociación Literaria David Lagmanovich.

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