12 Agosto 2012
Los chicos, los libros y un futuro inquietante
La lectura enriquece nuestras percepciones, nos proporciona herramientas para comprender la realidad, tomar decisiones y participar activamente dentro de ella. Un país, como la Argentina, en el que la mitad de sus jóvenes termina el secundario sin entender lo que lee, tiene un pobre futuro. ¿Podemos hacer algo para transformar ese horizonte? Por Patricia Mejalelaty | Para LA GACETA - Buenos Aires
El rol de los padres
Ulises, el héroe troyano de la Odisea, lucha denodadamente para defender a su patria con una valentía extraordinaria. Matilda es una niña de cuatro años a la que le fascina leer, mientras que sus padres sólo ven televisión. Charlie ama los chocolates y es apoyado por su abuelo para que logre entrar a la fábrica de sus sueños. Harry siente pasión por la magia, y él y sus amigos estudian incansablemente en Hogwards para ser los mejores magos posibles y combatir el mal.
Existe un mundo más allá de la vida de todos los días en la cual nos vemos sumergidos. Un universo que sobrepasa la vorágine de la escuela, la apretada agenda de los chicos, los mensajes de texto, las redes sociales o los juegos por internet. Uno en el que la fantasía convive con maravillosas historias que nos permiten ver que todo es posible.
La evaluación internacional PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) señala que 50% de los jóvenes argentinos terminan el secundario sin comprender lo que leen. En el siglo XXI, participar activamente de la vida cívica implica tener las habilidades necesarias para acceder y actuar en consecuencia. La alfabetización es la base del pensamiento crítico y de la toma de decisiones basadas en la información, aspectos esenciales para una democracia sana. Mientras que niveles bajos de alfabetización contribuyen a la pobreza, al crimen y a una salud débil, una sociedad más educada es una sociedad más justa e inclusiva, en la cual todos pueden participar en forma completa.
La especialista colombiana Yolanda Reyes afirma que cuando un niño admite que "odia leer" no se refiere, en realidad, a una verdadera elección sino más bien a malas experiencias, a desencuentros permanentes con la lectura y los libros, a la carencia de momentos de intercambio, fecundos y ricos, en torno a la palabra escrita.
Crear el hábito lector en un niño supone una tarea continua que un adulto mediador debe encarar de forma sostenida, en la conciencia de que su accionar es determinante para la formación del niño como lector. Una labor intensa que comienza desde el primer momento de vida y que debe continuar, inclusive, después de que el niño haya aprendido a leer y se haya convertido en un adolescente apabullado por la tecnología.
Espacios y presencias
¿Podemos decir que la responsabilidad de conformar al niño como lector recae solo en la escuela? Desde Fundación Leer creemos que no. Es cierto que la lectura es uno de los ejes centrales del proceso educativo que la escuela trabaja, sin tregua y sin pausa. Sin embargo, en ella no puede recaer toda la responsabilidad. La familia tiene un rol insoslayable en este sentido.
Para contribuir desde el hogar a la formación del hábito lector, la lectura debe estar presente en cada una de las situaciones que vivimos: el diario durante el desayuno, el libro en el colectivo o la conversación mientras los llevamos a la escuela o al pediatra, el diálogo sobre lo leído, múltiples oportunidades de escribir en el hogar, acceso a libros y a revistas al alcance de los niños, paseos que incluyan librerías y bibliotecas, y desde ya, la exposición a los niños de las más variadas manifestaciones artísticas. Pero por sobre todo, es importante que los niños vean leer a los adultos que los rodean. No bastarán los más convincentes discursos en torno a la importancia de abandonar la televisión y abrazar la lectura, si los niños no ven a los adultos que los rodean leer y disfrutar de los libros.
La creación de un espacio para la lectura en nuestra vida diaria no es compleja. Solo implica decidir que es importante que exista. Leer a los niños un cuento todas las noches antes de que se duerman es el mejor regalo que podemos hacerles para contribuir a su formación como lectores. De nosotros depende. Hoy podemos comenzar. © LA GACETA
Patricia Mejalelaty - Directora ejecutiva de la Fundación Leer, entidad que organiza, entre otras actividades, la maratón de lectura que reúne a casi 4 millones de chicos de todo el país.
Ulises, el héroe troyano de la Odisea, lucha denodadamente para defender a su patria con una valentía extraordinaria. Matilda es una niña de cuatro años a la que le fascina leer, mientras que sus padres sólo ven televisión. Charlie ama los chocolates y es apoyado por su abuelo para que logre entrar a la fábrica de sus sueños. Harry siente pasión por la magia, y él y sus amigos estudian incansablemente en Hogwards para ser los mejores magos posibles y combatir el mal.
Existe un mundo más allá de la vida de todos los días en la cual nos vemos sumergidos. Un universo que sobrepasa la vorágine de la escuela, la apretada agenda de los chicos, los mensajes de texto, las redes sociales o los juegos por internet. Uno en el que la fantasía convive con maravillosas historias que nos permiten ver que todo es posible.
La evaluación internacional PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) señala que 50% de los jóvenes argentinos terminan el secundario sin comprender lo que leen. En el siglo XXI, participar activamente de la vida cívica implica tener las habilidades necesarias para acceder y actuar en consecuencia. La alfabetización es la base del pensamiento crítico y de la toma de decisiones basadas en la información, aspectos esenciales para una democracia sana. Mientras que niveles bajos de alfabetización contribuyen a la pobreza, al crimen y a una salud débil, una sociedad más educada es una sociedad más justa e inclusiva, en la cual todos pueden participar en forma completa.
La especialista colombiana Yolanda Reyes afirma que cuando un niño admite que "odia leer" no se refiere, en realidad, a una verdadera elección sino más bien a malas experiencias, a desencuentros permanentes con la lectura y los libros, a la carencia de momentos de intercambio, fecundos y ricos, en torno a la palabra escrita.
Crear el hábito lector en un niño supone una tarea continua que un adulto mediador debe encarar de forma sostenida, en la conciencia de que su accionar es determinante para la formación del niño como lector. Una labor intensa que comienza desde el primer momento de vida y que debe continuar, inclusive, después de que el niño haya aprendido a leer y se haya convertido en un adolescente apabullado por la tecnología.
Espacios y presencias
¿Podemos decir que la responsabilidad de conformar al niño como lector recae solo en la escuela? Desde Fundación Leer creemos que no. Es cierto que la lectura es uno de los ejes centrales del proceso educativo que la escuela trabaja, sin tregua y sin pausa. Sin embargo, en ella no puede recaer toda la responsabilidad. La familia tiene un rol insoslayable en este sentido.
Para contribuir desde el hogar a la formación del hábito lector, la lectura debe estar presente en cada una de las situaciones que vivimos: el diario durante el desayuno, el libro en el colectivo o la conversación mientras los llevamos a la escuela o al pediatra, el diálogo sobre lo leído, múltiples oportunidades de escribir en el hogar, acceso a libros y a revistas al alcance de los niños, paseos que incluyan librerías y bibliotecas, y desde ya, la exposición a los niños de las más variadas manifestaciones artísticas. Pero por sobre todo, es importante que los niños vean leer a los adultos que los rodean. No bastarán los más convincentes discursos en torno a la importancia de abandonar la televisión y abrazar la lectura, si los niños no ven a los adultos que los rodean leer y disfrutar de los libros.
La creación de un espacio para la lectura en nuestra vida diaria no es compleja. Solo implica decidir que es importante que exista. Leer a los niños un cuento todas las noches antes de que se duerman es el mejor regalo que podemos hacerles para contribuir a su formación como lectores. De nosotros depende. Hoy podemos comenzar. © LA GACETA
Patricia Mejalelaty - Directora ejecutiva de la Fundación Leer, entidad que organiza, entre otras actividades, la maratón de lectura que reúne a casi 4 millones de chicos de todo el país.
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