"Trato de ser aprendiz más que maestro", comenta en tono bajo, con un gesto de rechazo cuando alguien se refiere a él con esa palabra. Con la humildad propia de los que saben, a Juan Carlos Distéfano (79 años) no le gusta hablar ni dar explicaciones sobre su arte; se muestra reacio a la hora de las entrevistas, pero accedió a conversar con LA GACETA.
El escultor, nacido en Buenos Aires, ha expuesto en decenas de países y ha recorrido mucho mundo. Desde hoy exhibirá por segunda vez sus obras en el interior, en el marco de una extensa trayectoria iniciada a mediados de la década de 1960. Distéfano está considerado uno de los escultores más importantes de la Argentina.
- ¿Qué busca en la creación artística?
- En realidad quisiera dar una respuesta a los otros, pero en primer lugar a mí. Es una forma de estar en el mundo, me importa aprender a conocer y a conocerme. Pretendo que mi obra sea una llave que pueda abrir algo en el otro, eso que se llama imaginación. Intento dar una respuesta al mundo.
- Cuando crea, ¿en qué piensa?
- No importan los motivos que dan origen a una obra, sino lo que el otro ve en ella, aunque fuera lo opuesto a lo que pensaba cuando la hice. En primer lugar, pienso que debería servir para un equilibrio personal y luego para el de todos.
- Pero está claro que muchas de sus esculturas han tenido y tienen una lectura política…
- Sí, claro, pero lo que importa es la obra, no su trasfondo político. Interesa si vale plásticamente por sí misma, porque las buenas intenciones no sirven. Usted me habla de obras políticas, el "Guernica", por ejemplo, pero esa vale porque es una extraordinaria pintura. No soy religioso pero voy a los templos y veo mucha pintura religiosa que es muy buena, soy un admirador de ella. Insisto en que el tema es lo que me hace trabajar a mí, pero importa que funcione en la imaginación de los espectadores. En el arte vale el cómo se hace, no lo que representa.
- A usted se lo reconoce como uno de los primeros que utilizó nuevos materiales en la escultura, como la resina poliéster.
- Los nuevos materiales sirven para crear nuevas formas. Si Fidias tuvo limitaciones en su producción fueron las propias de la época. El material dicta las formas, no hay que olvidarlo. Trabajo solo con resina poliéster, somos un matrimonio que se inició con un encuentro fortuito y no nos hemos abandonado, siempre le he sido fiel, y cuando hubo conflicto he tratado de arreglarlo. No he tenido tiempo, ni siquiera fuerza, para trabajar con otro material.
- ¿Qué opina de lo que se llama arte contemporáneo?
- Y... hay de todo, cosas extraordinarias y otras detestables, me atraen y fascinan algunos artistas. Pero no me interesa lo ingenioso, lo que busca la novedad por la novedad; detesto eso que llaman divertido; sí me interesa lo alegre, el arte alegre que hay muy poco, como Matisse, por ejemplo. Fijate que siempre el drama es más fácil de representar que la alegría.
- La figura humana se impone en su producción.
- Sí, pero he realizado también naturalezas muertas. Reitero que no importa el qué sino el cómo. Trabajo con impulsos, trato de enamorarme de algo y hacer a partir de ello. Interesa que eso que uno haga sea necesario, que no se trate de buscar ser original. No hay que tratar de ser original: se es o no se es; el imbécil es el que busca serlo, así dice un escritor famoso.
- ¿Cómo es su día de trabajo?
- Llego temprano al taller y vuelvo temprano a mi casa. Estoy muchas horas, pero no quiere decir que siempre esté trabajando. Soy medio maniático y meticuloso y únicamente trabajo con luz diurna. No produzco demasiado; por lo general comienzo dibujando mucho antes para llegar a pequeños bocetos, con ideas que me están rondando desde hace tiempo. Luego voy ampliando y veo si corresponde a una pieza grande.