06 Abril 2012
ENJAULADOS. Los niños que van a esta escuela conviven con la inseguridad, el año pasado le robaron la moto de una maestra mientras dictaba clase. LA GACETA / FOTO DE ANALíA JARAMILLO
Les robaron hasta cable del mástil. Los padres de los 1.550 alumnos que asisten a la Escuela Nº 110, en Los Gutiérrez, ya no saben qué hacer para que las autoridades escuchen sus quejas. En 2011 cortaron la Ruta 304 para pedir más seguridad en ese establecimiento. Pero, según afirmaron, los patrullajes de la Policía duraron sólo algunos días. Pero luego de un tiempo los delincuentes volvieron a asolar las instalaciones de la escuela.
Los robos más recientes ocurrieron el último fin de semana largo. El sábado a la noche le tocó al quiosco. "Llegué a las 22. Un vecino me avisó que un grupo de personas había entrado a la escuela cargando martillos y cortafierros. Luego subieron al techo, levantaron las chapas y se robaron una tostadora y una panchuquera", detalló Vanesa González, dueña del quiosco. Según esta mujer, que trabaja en ese lugar desde hace dos años, en ese período le robaron en 10 ocasiones diferentes.
Sin las llaves
Ese mismo fin de semana ingresaron a la Secretaría. "Forzaron las rejas y entraron. Luego acomodaron cerca de la ventana una impresora con los cartuchos de tinta de repuesto. No sé qué pasó, pero no se la llevaron. Aunque, en lugar de eso, se robaron todas las llaves de la escuela", señaló Juana Medina, directora de la Escuela Nº 110. Además relató que todos los fines de semana se producen daños en el establecimiento por los reiterados ataques vandálicos.
"Parece que preparan el terreno. Vienen, aflojan las rejas para después entrar y llevarse todo lo que pueden. Todas las semanas se tiene que arreglar algo y la mano de obra se está pagando con el aporte de los padres en la cuota de la cooperadora", agregó Medina.
La realidad que atraviesa esta escuela pública enardece a los padres de los alumnos. "De todas las denuncias que hicimos en la Policía nunca se detuvo a nadie", afirma Miriam Guerrero, madre de un alumno del nivel primario. "En la escuela hay rejas. Pero acá lo que necesitamos es seguridad", agregó. Silvia Pereira, por su parte, dijo que en abril del año pasado un grupo de desconocidos rompió los armarios, y que inclusive tomaron vino y orinaron los pizarrones de un curso de cuarto grado. "Esa vez vino la supervisora de Educación y se comprometió a solucionar el problema de la vigilancia. Pero, al final, contrataron a un sereno que trabaja sólo hasta la medianoche y después se retira", aseveró.
La preocupación crece, mientras los padres están decididos a hacer algo para evitar que se repita lo que ocurrió en 2011, cuando, además del vandalismo, la escuela fue blanco de seis robos consecutivos.
Los robos más recientes ocurrieron el último fin de semana largo. El sábado a la noche le tocó al quiosco. "Llegué a las 22. Un vecino me avisó que un grupo de personas había entrado a la escuela cargando martillos y cortafierros. Luego subieron al techo, levantaron las chapas y se robaron una tostadora y una panchuquera", detalló Vanesa González, dueña del quiosco. Según esta mujer, que trabaja en ese lugar desde hace dos años, en ese período le robaron en 10 ocasiones diferentes.
Sin las llaves
Ese mismo fin de semana ingresaron a la Secretaría. "Forzaron las rejas y entraron. Luego acomodaron cerca de la ventana una impresora con los cartuchos de tinta de repuesto. No sé qué pasó, pero no se la llevaron. Aunque, en lugar de eso, se robaron todas las llaves de la escuela", señaló Juana Medina, directora de la Escuela Nº 110. Además relató que todos los fines de semana se producen daños en el establecimiento por los reiterados ataques vandálicos.
"Parece que preparan el terreno. Vienen, aflojan las rejas para después entrar y llevarse todo lo que pueden. Todas las semanas se tiene que arreglar algo y la mano de obra se está pagando con el aporte de los padres en la cuota de la cooperadora", agregó Medina.
La realidad que atraviesa esta escuela pública enardece a los padres de los alumnos. "De todas las denuncias que hicimos en la Policía nunca se detuvo a nadie", afirma Miriam Guerrero, madre de un alumno del nivel primario. "En la escuela hay rejas. Pero acá lo que necesitamos es seguridad", agregó. Silvia Pereira, por su parte, dijo que en abril del año pasado un grupo de desconocidos rompió los armarios, y que inclusive tomaron vino y orinaron los pizarrones de un curso de cuarto grado. "Esa vez vino la supervisora de Educación y se comprometió a solucionar el problema de la vigilancia. Pero, al final, contrataron a un sereno que trabaja sólo hasta la medianoche y después se retira", aseveró.
La preocupación crece, mientras los padres están decididos a hacer algo para evitar que se repita lo que ocurrió en 2011, cuando, además del vandalismo, la escuela fue blanco de seis robos consecutivos.
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