19 Enero 2012
La opción de Garmendia es comuna o desempleo
Casi el 10% de los habitantes del pueblo trabaja en la administración pública y para el resto no quedan opciones, sólo planes sociales. El lunes, desempleados coparon la oficina estatal. "Se hace lo que se puede", dijo el legislador José Gutiérrez. Sin opciones.
UN NEGOCIO CADA VARIAS MANZANAS. Las calles de Gobernador Garmendia son poco transitadas. El ritmo crece sólo los días de pago en la comuna. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
Liliana Barrera hizo un curso para ser secretaria, aunque donde vive no hay oficinas. "También estudié computación", cuenta, currículum en mano, para demostrar que no está usurpando títulos. Sin embargo, en su pueblo no necesitan de nadie que conozca los secretos del mundo digital. Por último, se capacitó para ser auxiliar en alguna farmacia. Pero pasan los meses y no sabe lo que es vender una aspirina.
Así, con 19 años y el ceño fruncido, Liliana dice que ya está harta de acumular diplomas. Ahora quiere trabajar. Y su aspiración es la misma que la de la gran mayoría de sus vecinos: conseguir un puesto en la comuna de Gobernador Garmendia.
Es que en esta localidad, ubicada al límite con Santiago del Estero, el Estado llega a casi todos los hogares. De los 6.000 habitantes, más de 500 trabajan en la administración pública, asegura el legislador José Gutiérrez. "La desocupación afecta a todo el mundo, y Garmendia no escapa a eso. Pero se hace lo que se puede. Todos los beneficios que otorgan la Provincia y la Nación llegan a los vecinos, y se los distribuye lo mejor posible", dice "Gallito", ex comisionado rural del pueblo e hijo de la actual administradora, Angélica Manzanedo.
Sin embargo, no todos están conformes en estas tierras, donde se ve crecer la soja hacia los cuatro puntos cardinales.
El lunes se agregaron 10 nombres a la extensa lista de empleados públicos del lugar. Y una decena de desocupados que quedaron fuera, enojados, decidieron tomar la comuna. Ayer estuvieron a punto de repetir la medida de fuerza, pero a último momento la suspendieron. "Nos prometieron que se va a solucionar todo esto, pero ya no tengo muchas esperanzas", afirma Romina Olivera, de 21 años, la única mujer que estuvo en el copamiento.
La joven asegura que le ofrecieron compartir un sueldo con un vecino, Daniel Rodríguez, pero a ninguno de los dos les parece una buena idea. "Hace casi 10 años que no consigo trabajo y en mi casa somos ocho personas. De verdad necesitamos la plata", cuenta Daniel muy preocupado. Romina agrega que ya se utilizó este sistema en otros casos, pero nunca dio buen resultado. "Al final, el que cobra siempre termina quedándose con todo", dice.
Pocos comercios
Las calles del pueblo casi no tienen movimiento. De tanto en tanto se ve algún almacén. Pero no es común ver personas acarreando bolsas con mercadería. Sin dudas, el comercio no es el fuerte de Gobernador Garmendia. De todas maneras, hay quienes no se dejaron atemorizar por el contexto, como Magdalena Paz, dueña de una ferretería que les da trabajo a dos empleados. "Hace años que estamos acá. Mi marido llegó con un taller y después fuimos progresando. Todos trabajamos arduamente, incluidos mis hijos; no queda otra", afirma la mujer. Ella sostiene que se puede salir adelante, pero para eso hace falta pensar en cosas nuevas. "No sé por dónde debería venir el cambio, si por la gente o por los gobernantes. Pero creo que valdría la pena invertir aquí. Por ejemplo, podrían hacer una pileta grande, construir un balneario, y así habría quién lo cuide, quién lo mantenga, y los vecinos podrían colaborar con algo de dinero para usarlo", se entusiasma Paz. "Es sólo una idea -aclara-, pero me parece que sí es posible hacer cosas para que los jóvenes tengan metas".
Florencia Navarro trabaja en un local de venta de muebles, y es una de las pocas empleadas de comercio del lugar. Sin embargo, está preocupada. "Los otros negocios, por lo general, son atendidos por sus dueños. Si no podés entrar a la comuna, son los campos de soja o la cosecha del limón. Más no hay para hacer", describe.
El legislador Gutiérrez asegura que esta situación no es nueva. "En los pueblos del interior no es fácil generar empleo. La Provincia hace lo que puede, pero la cosa escapa a nuestras manos. Sería bueno que los agricultores y los industriales lo hicieran, pero también es cierto que se trata de un lugar que está a 86 kilómetros de San Miguel de Tucumán, y lógicamente muy distante de los puertos", asume el parlamentario alperovichista. Y añade que, por eso, el Estado debe hacerse cargo de los ingresos. "Hay más de 1.000 pensiones distribuidas entre los vecinos, y se están gestionando otras 200", dice.
Pese a las cifras que aporta, "Gallito" sabe que no todos los vecinos están conformes. Incluso, conoce los rumores que rodean los últimos nombramientos. "Son todos chicos de 18 años que juegan en el equipo de fútbol del pueblo", afirma una vecina. "No es así -asegura Gutiérrez-; son jóvenes que trabajan como albañiles y formaron parte de las cooperativas. Son útiles para la comuna y merecían el puesto", dice el legislador. Pero, inevitablemente, los que añoran trabajar para el Estado no se conforman con esa respuesta. "Ya no sé dónde llevar mi carpeta para que me tomen", repite hasta el cansancio la estudiosa Liliana Barrera, cuya madre trabaja en la comuna.
Así, con 19 años y el ceño fruncido, Liliana dice que ya está harta de acumular diplomas. Ahora quiere trabajar. Y su aspiración es la misma que la de la gran mayoría de sus vecinos: conseguir un puesto en la comuna de Gobernador Garmendia.
Es que en esta localidad, ubicada al límite con Santiago del Estero, el Estado llega a casi todos los hogares. De los 6.000 habitantes, más de 500 trabajan en la administración pública, asegura el legislador José Gutiérrez. "La desocupación afecta a todo el mundo, y Garmendia no escapa a eso. Pero se hace lo que se puede. Todos los beneficios que otorgan la Provincia y la Nación llegan a los vecinos, y se los distribuye lo mejor posible", dice "Gallito", ex comisionado rural del pueblo e hijo de la actual administradora, Angélica Manzanedo.
Sin embargo, no todos están conformes en estas tierras, donde se ve crecer la soja hacia los cuatro puntos cardinales.
El lunes se agregaron 10 nombres a la extensa lista de empleados públicos del lugar. Y una decena de desocupados que quedaron fuera, enojados, decidieron tomar la comuna. Ayer estuvieron a punto de repetir la medida de fuerza, pero a último momento la suspendieron. "Nos prometieron que se va a solucionar todo esto, pero ya no tengo muchas esperanzas", afirma Romina Olivera, de 21 años, la única mujer que estuvo en el copamiento.
La joven asegura que le ofrecieron compartir un sueldo con un vecino, Daniel Rodríguez, pero a ninguno de los dos les parece una buena idea. "Hace casi 10 años que no consigo trabajo y en mi casa somos ocho personas. De verdad necesitamos la plata", cuenta Daniel muy preocupado. Romina agrega que ya se utilizó este sistema en otros casos, pero nunca dio buen resultado. "Al final, el que cobra siempre termina quedándose con todo", dice.
Pocos comercios
Las calles del pueblo casi no tienen movimiento. De tanto en tanto se ve algún almacén. Pero no es común ver personas acarreando bolsas con mercadería. Sin dudas, el comercio no es el fuerte de Gobernador Garmendia. De todas maneras, hay quienes no se dejaron atemorizar por el contexto, como Magdalena Paz, dueña de una ferretería que les da trabajo a dos empleados. "Hace años que estamos acá. Mi marido llegó con un taller y después fuimos progresando. Todos trabajamos arduamente, incluidos mis hijos; no queda otra", afirma la mujer. Ella sostiene que se puede salir adelante, pero para eso hace falta pensar en cosas nuevas. "No sé por dónde debería venir el cambio, si por la gente o por los gobernantes. Pero creo que valdría la pena invertir aquí. Por ejemplo, podrían hacer una pileta grande, construir un balneario, y así habría quién lo cuide, quién lo mantenga, y los vecinos podrían colaborar con algo de dinero para usarlo", se entusiasma Paz. "Es sólo una idea -aclara-, pero me parece que sí es posible hacer cosas para que los jóvenes tengan metas".
Florencia Navarro trabaja en un local de venta de muebles, y es una de las pocas empleadas de comercio del lugar. Sin embargo, está preocupada. "Los otros negocios, por lo general, son atendidos por sus dueños. Si no podés entrar a la comuna, son los campos de soja o la cosecha del limón. Más no hay para hacer", describe.
El legislador Gutiérrez asegura que esta situación no es nueva. "En los pueblos del interior no es fácil generar empleo. La Provincia hace lo que puede, pero la cosa escapa a nuestras manos. Sería bueno que los agricultores y los industriales lo hicieran, pero también es cierto que se trata de un lugar que está a 86 kilómetros de San Miguel de Tucumán, y lógicamente muy distante de los puertos", asume el parlamentario alperovichista. Y añade que, por eso, el Estado debe hacerse cargo de los ingresos. "Hay más de 1.000 pensiones distribuidas entre los vecinos, y se están gestionando otras 200", dice.
Pese a las cifras que aporta, "Gallito" sabe que no todos los vecinos están conformes. Incluso, conoce los rumores que rodean los últimos nombramientos. "Son todos chicos de 18 años que juegan en el equipo de fútbol del pueblo", afirma una vecina. "No es así -asegura Gutiérrez-; son jóvenes que trabajan como albañiles y formaron parte de las cooperativas. Son útiles para la comuna y merecían el puesto", dice el legislador. Pero, inevitablemente, los que añoran trabajar para el Estado no se conforman con esa respuesta. "Ya no sé dónde llevar mi carpeta para que me tomen", repite hasta el cansancio la estudiosa Liliana Barrera, cuya madre trabaja en la comuna.
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