02 Agosto 2003
Expresa Narciso Binayán Carmona que el primero de los censos argentinos fue el levantado al iniciarse el siglo XVII en "el Tucumán", o sea en la vasta jurisdicción que comprendía el territorio de las actuales Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y Córdoba. Lo dispuso el gobernador Alonso de Ribera, en 1607. En su trabajo "El padrón de extranjeros del Tucumán de 1607", Binayán Carmona transcribe textualmente dicho documento y lo analiza con detención.
En esa época, toda nuestra actual provincia -y no sólo la capital- se denominaba "San Miguel de Tucumán". El padrón permite conocer cuántos extranjeros vivían allí en ese tan remoto año de 1607. Eran muy pocos; en realidad, nada más que siete.
El documento los enumeraba uno por uno, dando algunas otras referencias. Registraba a Domingo Luis, "natural de la Villa Nueva de Portoman en el Algarbe": había entrado por Buenos Aires 13 años atrás, era casado y "ocúpase en servir"; a Fernán Báez, "natural de la bahía de Todos los Santos, en el Brasil", entró 8 años atrás, también por Buenos Aires: era "soltero, no tiene hacienda, vagabundo"; a Sebastián de Acosta, "natural de Lisboa", ingresado por Buenos Aires hacía 8 años, "es soltero y oficial barbero, no tiene hacienda".
Venía después Anton Denis, "irlandés, natural de la ciudad de Lemezque (se refería a Limerick), en la isla de Irlanda". Su ingreso databa de 12 años atrás por Buenos Aires, era "soltero y oficial de hacer guantes", y carecía de "hacienda". Luego, Francisco Lobon de Fonseca, "natural de la isla Graciosa, una de las islas de Azores", ingresado hacía 3 años y medio por Buenos Aires: "es soltero, no tiene hacienda, viandante".
El padrón enumeraba después al más antiguo de los residentes extranjeros en todo el Tucumán. Era un italiano, Horlando Faya, "natural de la ciudad de Nolis en el distrito de Génova". Había ingresado hacía "veinte años", por "el puerto de Nombre de Dios en Tierra Firme". Era soltero y "tiene de caudal 600 pesos".
El último empadronado era Felipe Arias, natural de Lisboa: "entró con Manuel Cardoso, comendador de Malta, es soltero, no tiene hacienda, ocúpase en servir y es oficial sastre".
En esa época, toda nuestra actual provincia -y no sólo la capital- se denominaba "San Miguel de Tucumán". El padrón permite conocer cuántos extranjeros vivían allí en ese tan remoto año de 1607. Eran muy pocos; en realidad, nada más que siete.
El documento los enumeraba uno por uno, dando algunas otras referencias. Registraba a Domingo Luis, "natural de la Villa Nueva de Portoman en el Algarbe": había entrado por Buenos Aires 13 años atrás, era casado y "ocúpase en servir"; a Fernán Báez, "natural de la bahía de Todos los Santos, en el Brasil", entró 8 años atrás, también por Buenos Aires: era "soltero, no tiene hacienda, vagabundo"; a Sebastián de Acosta, "natural de Lisboa", ingresado por Buenos Aires hacía 8 años, "es soltero y oficial barbero, no tiene hacienda".
Venía después Anton Denis, "irlandés, natural de la ciudad de Lemezque (se refería a Limerick), en la isla de Irlanda". Su ingreso databa de 12 años atrás por Buenos Aires, era "soltero y oficial de hacer guantes", y carecía de "hacienda". Luego, Francisco Lobon de Fonseca, "natural de la isla Graciosa, una de las islas de Azores", ingresado hacía 3 años y medio por Buenos Aires: "es soltero, no tiene hacienda, viandante".
El padrón enumeraba después al más antiguo de los residentes extranjeros en todo el Tucumán. Era un italiano, Horlando Faya, "natural de la ciudad de Nolis en el distrito de Génova". Había ingresado hacía "veinte años", por "el puerto de Nombre de Dios en Tierra Firme". Era soltero y "tiene de caudal 600 pesos".
El último empadronado era Felipe Arias, natural de Lisboa: "entró con Manuel Cardoso, comendador de Malta, es soltero, no tiene hacienda, ocúpase en servir y es oficial sastre".