11 Octubre 2011
Fue su gran amigo. Se conocieron en México. Juan Rulfo trabajaba en el Instituto Indigenista y cuando Héctor Tizón salía de la Embajada argentina y se dirigía a su casa, pasaba a visitarlo al menos una vez por semana. "Lamentablemente, le dio por el alcohol de manera frenética. El presidente mexicano le había otorgado una beca de U$S 1.000 por mes para que se fuera a un pueblo solamente a escribir. Él se fue, pero no escribió un pito. Un día, su mujer me confió que no entendía cómo era posible que Juan amaneciese todas las mañanas borracho si no bajaba de su habitación. Sucedía que el irresponsable de Pedro Coronel, un amigo suyo por el que le puso Pedro a Pedro Páramo, le ataba del cuello de una botella una soguita y se la izaba. Pobre... y cuando dejó de beber se volvió tan aburrido", recuerda Tizón con una tristeza que se advierte en los gestos de su rostro arrugado.