02 Octubre 2011
"Mi relación con el lenguaje es tormentosa"
El destacado pensador argentino cuenta que nada le cuesta más que encontrar las palabras apropiadas, y que sus exposiciones orales encubren una profunda dificultad para expresarse como desearía. Hace un repaso, además, de sus maestros, de los poetas que admira y del origen de sus relatos infantiles.
SIMPLÍSIMA SINCERIDAD. Kovadloff manifiesta que nunca pensó en escribir una novela porque no sintió la necesidad de hacerlo.
Por Horacio Semeraro
para la gaceta - Buenos Aires
- ¿Quiénes fueron sus referentes, sus maestros en los comienzos de su carrera literaria?
- Es curioso. La gran mayoría de ellos siguen siéndolo para mí aún cuando yo ya esté tan lejos de mis inicios: Albert Camus, Borges, Fernando Pessoa, Chesterton, Ezequiel Martínez Estrada, Platón, Aristóteles, Heráclito y Heidegger. No he dejado de leerlos desde que tomé contacto con ellos, entre los 15 y los 25 años. Hubo también maestros vivos, hombres y mujeres de carne y hueso con los que tuve trato. Son tan significativos para mí como los escritores que acabo de nombrarle. Pero no tendría sentido dar sus nombres a quienes no los han conocido. Los guardo en mi corazón, con igual o mayor gratitud que a los autores de quienes le hablo.
- En Zonas e indagaciones -su primer libro de poesía publicado- lo mismo que en otros libros posteriores, como Ciertos hechos u Hombre en la tarde, se advierte una destacable proyección de la memoria afectiva y la intertextualidad con su propia obra, como ocurre con muchos poetas. ¿Lo percibe así?
- Nada es, me parece, estrictamente "real" ni "imaginario" en poesía. Los objetos que irrumpen en la mía provienen, seguramente, de experiencias personales. ¿Pero lo imaginario acaso no lo es? En la experiencia se entrelazan lo visto, lo palpado y lo soñado. Todo conforma lo vivido.
- Destacados escritores consagrados, siguen escribiendo en las revistas literarias, aunque no ignoran que el público lector es cuantitativamente menor que en otros medios. ¿Qué opina usted de las revistas literarias?
- Le confieso que, desde hace algunos años, ya no las leo. Eso me lleva a pensar que, si mi caso pudiera ser generalizable, las revistas literarias revisten mayor interés para los jóvenes escritores y los jóvenes lectores. Pero bien podría estar equivocado y, en tal caso, la mía sería una posición no generalizable.
- La publicación de cuentos para niños fue, en su carrera, posterior a los ensayos y a la poesía. ¿Cómo surgió en usted esa inquietud?
- Cuando mi hija Valeria tenía siete u ocho años me propuso componer juntos un cuento. Ella se encargaría de los dibujos y yo de las palabras. Nació, así, Serafín el raro, uno de los cuentos que integra el volumen Agustina y cada cosa. A partir de ese momento, y en forma sucesiva, nacieron los cuentos de mis otros libros. Pero ya hace algunos años que no escribo cuentos para niños. Creo que me agradaría volver a sentir el deseo de hacerlo.
- Usted se caracteriza por la facilidad de palabra y por una reconocida expresión de pensamientos coherentes, lúcidos. ¿Fue siempre así o la fue desarrollando?
- Me resulta difícil reconocerme en lo que usted llama "facilidad de palabra". Mi relación con el lenguaje, si bien intensa, si bien esencial, es tormentosa. Nada me cuesta más que encontrar las palabras apropiadas, el término justo. Mis textos, aun mis exposiciones orales, encubren una profunda dificultad para expresarme como lo desearía. Tal vez no se debería llamar "facilidad de palabra" a ese encubrimiento.
- Hay que decir que no lo demuestra para nada tal como se lo ve en los medios o en las presentaciones y en las disertaciones. Además de Pessoa, a quien tradujo magistralmente, ¿a qué otro poeta lusitano admira? ¿Y de los argentinos actuales?
- Mário de´Sá Carneiro, Cesário Verde, Eugénio De Andrade, Manuel Torga. De los argentinos: Santiago Sylvester, Rafael Felipe Oteriño, Irene Gruss, Rodolfo Modern, Rodolfo Godino, Luis Tedesco.
- ¿Alguna vez pensó en escribir una novela?
- Nunca sentí la necesidad de hacerlo.
- ¿Cómo se definiría a sí mismo?
- Me parecería una desmesura intentar hacerlo. Un hombre, tal como yo lo entiendo, es siempre un imponderable. Y lo es, ante todo, para sí mismo. Cabe a los demás acotar esa desmesura mediante el afecto, la indiferencia, el odio o la cortesía. A veces, también, mediante la admiración.
PERFIL
Santiago Kovadloff es ensayista, poeta, traductor y antólogo de literatura de lengua portuguesa. Graduado en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Es miembro correspondiente de la Real Academia Española, miembro de número de la Academia Argentina de Letras y de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
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