No hay lugares específicos para los adolescentes

No hay lugares específicos para los adolescentes

10 Septiembre 2011
La estructura de salud destinada a los adolescentes tucumanos está desperdigada y desconectada entre sí. Hay grupos trabajando en el Hospital Avellaneda, en el Programa Universitario para el Estudio de la Adicciones de la Universidad Nacional de Tucumán, en centros de atención primaria y en el servicio de adolescencia creado hace un par de años en el Hospital del Niño Jesús. Esta organización es, sin embargo, muy incipiente y consiste apenas en un consultorio con dos médicas y dos psicólogas. Desde luego, no puede ser comparada con los servicios existentes en Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

Quizá el mayor problema en la provincia es que no hay lugares de internación específicos para adolescentes. En los sanatorios privados los rechazan porque, o son demasiado grandes, o son demasiado chicos. El Hospital de Niños, donde llegan chicos con cuadros de intento de suicidio y de adicciones, tampoco está preparado para recibirlos, ni en términos de formación ni en cuanto al espacio físico.

Históricamente, el adolescente ha sido tierra de nadie. El médico de adultos lo derivaba al médico de niños y viceversa. Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Sociedad Argentina de la Pediatría han coincidido en la convicción de que el adolescente debe consultar al pediatra. Al igual que con la neonatología, con el tiempo se desarrolló toda una subespecialidad: la hebiatría, que es la rama de la medicina que estudia al adolescente y sus enfermedades. El ABC de la pediatría es el control del crecimiento y el desarrollo a cualquier edad; la salud del adolescente, además, implica un seguimiento en materia psicológica, de adicciones y de sexualidad. No puede ser tratado por un solo profesional: se necesita, además del hebiatra, un psiquiatra infantil o psicólogo especializado, un nutricionista, un endocrinólogo... Y, de ser posible, también un sexólogo y un pedagogo.

Muchos creen que los adolescentes son sanos, hermosos y llenos de vitalidad, y por eso no les prestan la atención que merecen y requieren. Por otro lado, ningún chico suele contarles a sus padres que ha comenzado a desarrollarse.

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