07 Septiembre 2011
DISTINCIÓN. La vicerrectora de la UNT, Alicia Bardón, hizo entrega de la medalla y el diploma de Doctor Honoris Causa a Francisco García Olmedo. LA GACETA / FOTOS DE EZEQUIEL LAZARTE
¿Pueden los alimentos géneticamente modificados paliar el hambre en el mundo? Según el español Francisco García Olmedo, doctor en Biología Molecular y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, lo transgénico es sólo una de las herramientas que pueden usarse para solucionar este flagelo. "Los alimentos transgénicos permiten paliar determinados problemas con mayor eficacia que cualquier otra herramienta. Son completamente inocuos y no han producido ningún accidente", destacó el científico.
García Olmedo fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Tucumán. La ceremonia se realizó en el Centro Cultural Virla, presidida por la vicerrectora de la UNT, Alicia Bardón.
- ¿Es real la creencia de que lo transgénico provoca cáncer?
- Para nada. Es un mito sin fundamento. Es ideología opositora de la más barata. Hasta me atrevería a decir que es delictiva, porque es una oposición para inducir a un error que lo terminarán pagando otros, no los que lo han promovido.
- Existe en el mundo actual una gran paradoja. Por un lado hay gente que se muere de hambre en regiones como África y, por el otro hay personas que sufren de obesidad en los países desarrollados. ¿Qué soluciones puede aportar la tecnología?
- La tecnología sólo puede proveer herramientas. De allí, lo que se haga con esas herramientas es otra cosa. La obsesidad, por ejemplo, no se puede legislar. Es la gran plaga del siglo XXI, lo peor que le ha ocurrido a la humanidad. Actualmente, en el mundo mueren más personas por la obesidad que por el hambre. Pero el hambre sigue siendo el gran problema a resolver.
- ¿Es decir que los gobiernos deberían preocuparse más por los hambrientos que por los obesos?
- Los obesos que paguen sus culpas. Los hambrientos no tienen culpas. Por eso hay que preguntarse cómo se puede ayudarlos. El hambre tiene múltiples formas. Cuando se habla de cáncer, no se está hablando de una enfermedad única. Lo mismo sucede con el hambre. Por ejemplo, hay un hambre que depende de la situación económica de un país. La crisis alimentaria que se está produciendo desde hace dos o tres años se debe al hecho de que el precio de los alimentos ha subido bruscamente. Esta situación hizo que el número de hambrientos suba en 100 millones, en todo el mundo. Y esa gente tiene hambre no porque no haya alimentos, sino porque no puede comprarlos. También están los hambrientos que dependen de una anomalía climática, como lo que se está viviendo hoy en África.
- ¿Y que se hace en estos casos?
- Bueno, en este último caso no se puede producir alimentos en esa zona a causa de la sequía. Hay que llevar los alimentos hasta allá. Sin embargo, la verdadera solución a largo plazo no es llevar alimentos en una emergencia, sino lograr que allí, donde se necesitan, se produzcan. En el mundo se hacen muchas donaciones, pero esta caridad termina hundiendo las producciones en aquellas regiones en crisis. Hay que incentivar entonces la producción; no las donaciones. Y en esto, la tecnología juega un papel central.
García Olmedo fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Tucumán. La ceremonia se realizó en el Centro Cultural Virla, presidida por la vicerrectora de la UNT, Alicia Bardón.
- ¿Es real la creencia de que lo transgénico provoca cáncer?
- Para nada. Es un mito sin fundamento. Es ideología opositora de la más barata. Hasta me atrevería a decir que es delictiva, porque es una oposición para inducir a un error que lo terminarán pagando otros, no los que lo han promovido.
- Existe en el mundo actual una gran paradoja. Por un lado hay gente que se muere de hambre en regiones como África y, por el otro hay personas que sufren de obesidad en los países desarrollados. ¿Qué soluciones puede aportar la tecnología?
- La tecnología sólo puede proveer herramientas. De allí, lo que se haga con esas herramientas es otra cosa. La obsesidad, por ejemplo, no se puede legislar. Es la gran plaga del siglo XXI, lo peor que le ha ocurrido a la humanidad. Actualmente, en el mundo mueren más personas por la obesidad que por el hambre. Pero el hambre sigue siendo el gran problema a resolver.
- ¿Es decir que los gobiernos deberían preocuparse más por los hambrientos que por los obesos?
- Los obesos que paguen sus culpas. Los hambrientos no tienen culpas. Por eso hay que preguntarse cómo se puede ayudarlos. El hambre tiene múltiples formas. Cuando se habla de cáncer, no se está hablando de una enfermedad única. Lo mismo sucede con el hambre. Por ejemplo, hay un hambre que depende de la situación económica de un país. La crisis alimentaria que se está produciendo desde hace dos o tres años se debe al hecho de que el precio de los alimentos ha subido bruscamente. Esta situación hizo que el número de hambrientos suba en 100 millones, en todo el mundo. Y esa gente tiene hambre no porque no haya alimentos, sino porque no puede comprarlos. También están los hambrientos que dependen de una anomalía climática, como lo que se está viviendo hoy en África.
- ¿Y que se hace en estos casos?
- Bueno, en este último caso no se puede producir alimentos en esa zona a causa de la sequía. Hay que llevar los alimentos hasta allá. Sin embargo, la verdadera solución a largo plazo no es llevar alimentos en una emergencia, sino lograr que allí, donde se necesitan, se produzcan. En el mundo se hacen muchas donaciones, pero esta caridad termina hundiendo las producciones en aquellas regiones en crisis. Hay que incentivar entonces la producción; no las donaciones. Y en esto, la tecnología juega un papel central.