Julio A. Roca reflexiona

Julio A. Roca reflexiona

Párrafos de cartas del destacado tucumano

JULIO ARGENTINO ROCA. Con uniforme de gala, fotografiado junto a sus hijas, hacia 1900.
"Hay épocas lamentables en que parece que las inteligencias mejores se ofuscan, las ambiciones más injustificables se despiertan y el egoísmo de todos se hace feroz. Es que la buena fe se fatiga, como todo. Es curioso ver, entonces, a algunos, como los actores antiguos, sofocados bajo la máscara austera, descubrir un momento sus facciones reales", escribía el tucumano Julio Argentino Roca (1843-1914) a Mariano de Vedia.
En la correspondencia del presidente con Vedia, eran frecuentes las apreciaciones de este tipo. David Peña publicó varias de ellas, con el título "Reflexiones y fragmentos", en el tomo VIII de su revista "Atlántida".
"Las almas nobles no envenenan las armas con las que tratan de herir. No hay daño más criminal que el dolor inútil", expresaba en una ocasión. "La ofensa es el golpe, la burla es la herida, y por eso tanto más duradera", añadía en el mismo tema. En otra misiva, comentaba que "la mentira como sistema, tarde o temprano, tiene el castigo de la indiferencia pública".
A veces hacía confidencias. "No saldré hoy de mi casa. He aquí ahora mi más lujoso y difícil placer: ¡pasar algunas horas solo conmigo!" Pensaba que al publico, "los signos de muerte son los que le causan placer. Entro en el reino de los inofensivos y por eso oye usted frases de entusiasta consideración. ¡No hay como morirse para ser bueno y grande! Los muertos no estorban, y bien explotados suelen ser fuentes fecundas de los vivos. Ah, y si se les puede meter entre sus manos inanimadas la palma de los mártires, entonces no hay, para muchos, una industria mejor".

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