31 Julio 2011
AQUELLA DESPEDIDA INMORTAL. La frase con la que el recio Humphrey Bogart le dice adiós a la cautivante Ingrid Bergman -en una escena indeleble para varias generaciones-, es escogida por Feinmann para titular su último libro.
Cine
SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS
JOSÉ PABLO FEINMANN
(Capital Intelectual - Buenos Aires)
José Pablo Feinmann ama el cine; ha sido, además, guionista de varios títulos importantes dentro de la filmografía nacional. Escribió un par de libros sobre el cine, y esta es la tercera vez que se ocupa de ese fenomenal entretenimiento que desde hace más de una centuria fascina a públicos de todo el mundo. Precisamente, ese es el punto sobre el cual hace foco en su análisis: con mirada aguda y prosa fluida, se ocupa de una serie de filmes de distintos géneros, épocas y nacionalidades para demostrar que en las películas, el tema es siempre la condición humana.
Feinmann constantemente hace referencia a las emociones que el cine provoca en el público; por eso elige la famosa réplica con la que Humphrey Bogart se despide de Ingrid Bergman en Casablanca como título de su libro; aclara, en el subtítulo, cuál será el enfoque de su trabajo. Y desliza constantemente guiños para los cinéfilos que, seguramente, serán sus lectores. Pero además, casi sin excepciones, define con claridad los ejes que conectan a los filmes que analiza con los grandes temas que siempre han preocupado al ser humano. Y se ocupa entonces de la guerra, de las luchas por el poder, del humor, de la economía, del rol de los medios de comunicación, del sexo, del nazismo. Cuando lo hace, su lenguaje es llano y sencillo, y desde luego que no es imprescindible haber visto o conocer las películas a las que hace referencia. Las cualidades pedagógicas de Feinmann le son de gran utilidad para expresar didácticamente sus puntos de vista; y escribe casi como habla, por ejemplo, en sus charlas sobre filosofía desde el canal Encuentro.
El autor expresa claramente sus preferencias y no ahorra críticas a los directores o actores que no están entre sus predilectos; en todos los casos, hay que decir que lo hace con todas las letras y sin eufemismos. Su debilidad, por ejemplo, por el cine de Woody Allen, queda absolutamente clara a lo largo de un par de capítulos. Tampoco quedan dudas de que Will Smith o Michael Douglas no están entre sus actores preferidos.
De tanto pintar aldeas, los cineastas nos han mostrado el mundo; y nos hablan siempre de cosas que mucho tienen que ver con nosotros, aunque los temas que nos presentan parezcan remotos a simple vista.
El gran talento de Feinmann se revela, precisamente, en la lucidez de la que hace gala al sacar a la luz los hilos que conectan los temas de todas las grandes películas que desfilan por sus páginas con nuestra realidad cotidiana. Por eso es que, estemos donde estemos, siempre nos quedará el cine.
© LA GACETA
Juan Carlos Di Lullo
SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS
JOSÉ PABLO FEINMANN
(Capital Intelectual - Buenos Aires)
José Pablo Feinmann ama el cine; ha sido, además, guionista de varios títulos importantes dentro de la filmografía nacional. Escribió un par de libros sobre el cine, y esta es la tercera vez que se ocupa de ese fenomenal entretenimiento que desde hace más de una centuria fascina a públicos de todo el mundo. Precisamente, ese es el punto sobre el cual hace foco en su análisis: con mirada aguda y prosa fluida, se ocupa de una serie de filmes de distintos géneros, épocas y nacionalidades para demostrar que en las películas, el tema es siempre la condición humana.
Feinmann constantemente hace referencia a las emociones que el cine provoca en el público; por eso elige la famosa réplica con la que Humphrey Bogart se despide de Ingrid Bergman en Casablanca como título de su libro; aclara, en el subtítulo, cuál será el enfoque de su trabajo. Y desliza constantemente guiños para los cinéfilos que, seguramente, serán sus lectores. Pero además, casi sin excepciones, define con claridad los ejes que conectan a los filmes que analiza con los grandes temas que siempre han preocupado al ser humano. Y se ocupa entonces de la guerra, de las luchas por el poder, del humor, de la economía, del rol de los medios de comunicación, del sexo, del nazismo. Cuando lo hace, su lenguaje es llano y sencillo, y desde luego que no es imprescindible haber visto o conocer las películas a las que hace referencia. Las cualidades pedagógicas de Feinmann le son de gran utilidad para expresar didácticamente sus puntos de vista; y escribe casi como habla, por ejemplo, en sus charlas sobre filosofía desde el canal Encuentro.
El autor expresa claramente sus preferencias y no ahorra críticas a los directores o actores que no están entre sus predilectos; en todos los casos, hay que decir que lo hace con todas las letras y sin eufemismos. Su debilidad, por ejemplo, por el cine de Woody Allen, queda absolutamente clara a lo largo de un par de capítulos. Tampoco quedan dudas de que Will Smith o Michael Douglas no están entre sus actores preferidos.
De tanto pintar aldeas, los cineastas nos han mostrado el mundo; y nos hablan siempre de cosas que mucho tienen que ver con nosotros, aunque los temas que nos presentan parezcan remotos a simple vista.
El gran talento de Feinmann se revela, precisamente, en la lucidez de la que hace gala al sacar a la luz los hilos que conectan los temas de todas las grandes películas que desfilan por sus páginas con nuestra realidad cotidiana. Por eso es que, estemos donde estemos, siempre nos quedará el cine.
© LA GACETA
Juan Carlos Di Lullo
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