07 Junio 2011
FOTO TOMADA DE ELPAIS.ES
WASHINGTON, Estados Unidos.- Una muestra en el Centro Internacional de la Fotografía (ICP) de Nueva York expuso imágenes inéditas de las destrucciones en la ciudad japonesa de Hiroshima tras la explosión de la bomba atómica, el 6 de agosto de 1945, informó el diario español "El País".
Tras lanzar la primera bomba atómica que se utilizó en un conflicto armado, el Gobierno estadounidense impuso una estricta censura fotográfica sobre la ciudad. Después de una explosión que aniquiló en el acto a más de 140.000 seres humanos y destruyó el 70% de las estructuras físicas de la ciudad, Estados Unidos tuvo muy claro que cuanto menos viera el mundo de aquello, sería mucho mejor.
"No se tiene que imprimir nada que altere directa o indirectamente la tranquilidad del público", anunció el Gobierno un mes después de la explosión. Las autoridades ya habían entendido perfectamente el poder de la fotografía para dejar grabada la muerte sobre la conciencia humana: las imágenes del recién liberado campo de concentración de Auschwitz o del bombardeo de la ciudad de Dresde acababan de hacer historia. Por algo aún hoy el ejército de Estados Unidos prohíbe publicar las fotos de sus propios caídos en conflictos bélicos.
Dos meses después del letal ataque, el presidente Truman envió a aquella ciudad arrasada a un equipo de ingenieros y arquitectos encargados de analizar los daños civiles, económicos y militares provocados por la bomba y que incluía a siete fotógrafos integrantes de la llamada Survey Physical Damage Division. Se dedicaron a fotografiar y analizar los restos de 135 edificios, 52 puentes, maquinaria y estructuras y situaron todos ellos en el mapa de la ciudad, detallando su distancia del epicentro de la bomba y sus daños. 66 años después, las imágenes fueron reveladas al público. (Especial)
Tras lanzar la primera bomba atómica que se utilizó en un conflicto armado, el Gobierno estadounidense impuso una estricta censura fotográfica sobre la ciudad. Después de una explosión que aniquiló en el acto a más de 140.000 seres humanos y destruyó el 70% de las estructuras físicas de la ciudad, Estados Unidos tuvo muy claro que cuanto menos viera el mundo de aquello, sería mucho mejor.
"No se tiene que imprimir nada que altere directa o indirectamente la tranquilidad del público", anunció el Gobierno un mes después de la explosión. Las autoridades ya habían entendido perfectamente el poder de la fotografía para dejar grabada la muerte sobre la conciencia humana: las imágenes del recién liberado campo de concentración de Auschwitz o del bombardeo de la ciudad de Dresde acababan de hacer historia. Por algo aún hoy el ejército de Estados Unidos prohíbe publicar las fotos de sus propios caídos en conflictos bélicos.
Dos meses después del letal ataque, el presidente Truman envió a aquella ciudad arrasada a un equipo de ingenieros y arquitectos encargados de analizar los daños civiles, económicos y militares provocados por la bomba y que incluía a siete fotógrafos integrantes de la llamada Survey Physical Damage Division. Se dedicaron a fotografiar y analizar los restos de 135 edificios, 52 puentes, maquinaria y estructuras y situaron todos ellos en el mapa de la ciudad, detallando su distancia del epicentro de la bomba y sus daños. 66 años después, las imágenes fueron reveladas al público. (Especial)