01 Junio 2011
EN LA INTIMIDAD. Arriba, un momento de la ceremonia. Abajo, Eva tranquiliza y le hace mimos a Edmundo. LA GACETA / FOTOS DE HECTOR PERALTA
Eva Verón era una niña de apenas seis años cuando Edmundo Aguirre, que acababa de concluir su servicio militar, en 1942, se afincaba en Tucumán, en San Pablo (Lules). Él es oriundo de Bandera (Santiago del Estero). En aquel momento no podían imaginar que la vida los uniría hasta la vejez.
Eva y Edmundo, de 75 y 91 años, respectivamente, recibieron ayer el sacramento del matrimonio administrado por la Iglesia Católica. Se habían casado ya por civil hace 10 años y la boda religiosa era una materia que tenían pendiente. Hace dos años él le había prometido a Eva que lo harían. Cuando comenzaron los trámites, se encontraron con que no había registros del bautismo de ninguno de ellos. De manera que Eva y Edmundo, además, fueron bautizados y confirmados en el casamiento.
Su historia de amor comenzó cuando Edmundo quedó viudo, y Eva ya tenía más de 40 años. "A mí no me importó la diferencia de edad. Yo tenía miedo de que alguien más joven tal vez se acercara por interés, y me quitara el ?rancho? que me dejó mi padre, pero mi esposo era una persona muy respetuosa y muy buena. Y, además, ya lo conocía", explicó la novia. Ya llevaban 18 años de convivencia cuando se casaron por civil. "A los dos días, él me llevó a la Anses y me dio un poder para que yo manejara todo", cuenta Eva aludiendo a la jubilación.
En el "rancho" que menciona Eva, una casita de mampostería y de madera de la calle Florida 14, en San Pablo, se llevó a cabo la ceremonia religiosa. Edmundo padece una severa afección bronquial y no puede levantarse de la cama. El acto fue sencillo, los novios estuvieron acompañados por sus sobrinas -ellos no tuvieron hijos- y por los padrinos, Miguel Angel Zárate y Susana Morales, una pareja a la que adoptaron en el afecto como hijos.
En el dormitorio, el padre Juan Carlos Correa administró los sacramentos. A pesar del esfuerzo que significaba para él, Edmundo dio el sí con fuerza, convencido. Un rato antes le había dicho a Miguel que estaba muy contento porque iba a casarse, y que él también quería conversar, aunque su afección respiratoria no se lo permitió.
"Mire, a pesar de la edad que tiene mi esposo, su cara está bastante lisa, otros a la edad de él ya estarían todo arrugados", comenta orgullosa Eva. ¿Fue el amor de su vida?, le preguntó LA GACETA. Ella sonrió y como quitándole importancia, dijo: "nos peleábamos, pero sabíamos que íbamos a terminar juntos". ¿Qué significa para usted haberse casado por iglesia? "Algo muy grande. Él fue la persona más sincera conmigo. Me prometió casamiento y cumplió con su palabra de hombre. Le tengo un enorme cariño. Y cuando lo veo así (por la enfermedad) siento que es como si fuera a perder a mi padre por segunda vez", dice con ojos llorosos. Se tranquiliza cuando recuerda que ha tenido hasta ahora una buena vida con su marido. "Nunca me ha dicho ?esto no vas a hacer?, ?esto no vas a comprar? o ?esto no se va a comer?; nada, fue bueno para mí y para mi familia", destacó.
No hubo anillos en la ceremonia, el costo es muy alto para Eva y Edmundo, pero sí un alegre y austero festejo en familia, con sándwiches, pizzas, gaseosas, vino tinto y una riquísima torta de bodas.
Eva y Edmundo, de 75 y 91 años, respectivamente, recibieron ayer el sacramento del matrimonio administrado por la Iglesia Católica. Se habían casado ya por civil hace 10 años y la boda religiosa era una materia que tenían pendiente. Hace dos años él le había prometido a Eva que lo harían. Cuando comenzaron los trámites, se encontraron con que no había registros del bautismo de ninguno de ellos. De manera que Eva y Edmundo, además, fueron bautizados y confirmados en el casamiento.
Su historia de amor comenzó cuando Edmundo quedó viudo, y Eva ya tenía más de 40 años. "A mí no me importó la diferencia de edad. Yo tenía miedo de que alguien más joven tal vez se acercara por interés, y me quitara el ?rancho? que me dejó mi padre, pero mi esposo era una persona muy respetuosa y muy buena. Y, además, ya lo conocía", explicó la novia. Ya llevaban 18 años de convivencia cuando se casaron por civil. "A los dos días, él me llevó a la Anses y me dio un poder para que yo manejara todo", cuenta Eva aludiendo a la jubilación.
En el "rancho" que menciona Eva, una casita de mampostería y de madera de la calle Florida 14, en San Pablo, se llevó a cabo la ceremonia religiosa. Edmundo padece una severa afección bronquial y no puede levantarse de la cama. El acto fue sencillo, los novios estuvieron acompañados por sus sobrinas -ellos no tuvieron hijos- y por los padrinos, Miguel Angel Zárate y Susana Morales, una pareja a la que adoptaron en el afecto como hijos.
En el dormitorio, el padre Juan Carlos Correa administró los sacramentos. A pesar del esfuerzo que significaba para él, Edmundo dio el sí con fuerza, convencido. Un rato antes le había dicho a Miguel que estaba muy contento porque iba a casarse, y que él también quería conversar, aunque su afección respiratoria no se lo permitió.
"Mire, a pesar de la edad que tiene mi esposo, su cara está bastante lisa, otros a la edad de él ya estarían todo arrugados", comenta orgullosa Eva. ¿Fue el amor de su vida?, le preguntó LA GACETA. Ella sonrió y como quitándole importancia, dijo: "nos peleábamos, pero sabíamos que íbamos a terminar juntos". ¿Qué significa para usted haberse casado por iglesia? "Algo muy grande. Él fue la persona más sincera conmigo. Me prometió casamiento y cumplió con su palabra de hombre. Le tengo un enorme cariño. Y cuando lo veo así (por la enfermedad) siento que es como si fuera a perder a mi padre por segunda vez", dice con ojos llorosos. Se tranquiliza cuando recuerda que ha tenido hasta ahora una buena vida con su marido. "Nunca me ha dicho ?esto no vas a hacer?, ?esto no vas a comprar? o ?esto no se va a comer?; nada, fue bueno para mí y para mi familia", destacó.
No hubo anillos en la ceremonia, el costo es muy alto para Eva y Edmundo, pero sí un alegre y austero festejo en familia, con sándwiches, pizzas, gaseosas, vino tinto y una riquísima torta de bodas.
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