En busca de una vida saludable, uno de cada cuatro argentinos consume algún producto light

En busca de una vida saludable, uno de cada cuatro argentinos consume algún producto light

Una investigación de TNS Gallup señala que son las mujeres de mayor poder adquisitivo las que más eligen alimentos hipocalóricos. La moda "light" se ha impuesto en los hábitos del argentino medio, aunque no esté haciendo dieta, señala el informe de TNS argentina. Qué pasa en Tucumán.

28 Mayo 2011
"Mis hijos me critican porque al mate le pongo edulcorante, pero después me ?mando? dos bollitos al hilo. Les digo que, justamente, se trata de balancear", se ríe Marta Velárdez. "Me compro el pack de cuatro postrecitos de chocolate light, pero termino comiéndomelos a todos hasta el final del día. Sé que es una trampa, pero...", apunta Mercedes Mariani, casi en la misma línea argumental que ha utilizado Marta. En un súper del centro, Corina (60) empuja el carrito en el que conviven aceitunas, papas fritas y salame con un paquete de queso light y con otro de pan lactal ídem. "Balanceo, y me doy con el gusto", se justifica la mujer, en su charla improvisada con LA GACETA. Mercedes (51), Marta (56) y Corina integran la franja de argentinos que consume alimentos "bajas calorías".

Una franja creciente, según se desprende de una investigación que realizó TNS Gallup en el país, y que concluye que uno de cada cuatro argentinos consume productos light, esté o no haciendo dieta. Entre estos últimos, está el caso de Diego, un treintañero longilíneo al que no le sobra ni un gramo de grasa. "Consumo bebidas light y chicles light. Y sí, ya es un hábito...", se ataja él.

Para su investigación acerca de esta "Argentina light", TNS Gallup indagó con entrevistas domiciliarias a 1001 personas mayores de 18 años residentes en la ciudad de Buenos Aires, en la provincia de Buenos Aires y el "interior del país" (sin discriminar por provincia). Entre las conclusiones, se destaca que son las mujeres las que más consumen productos light; que el centro del consumo light es la ciudad de Buenos Aires, y que casi la mitad de los sectores socioeconómicos altos (el 44%) se lleva de la góndola algún alimento hipocalórico. En los sectores medios, el porcentaje baja al 24%, y en los más bajos, al 22%. Lo que dicen esos porcentajes es que la moda light ha prendido más en los sectores de mayor poder adquisitivo que en las clases más populares.

"La principal motivación de los argentinos para consumir este tipo de alimentos es la salud: la mitad (48%) de los que declaran consumir alimentos light menciona el querer tener una alimentación sana -razón que creció respecto de la medición de 2004, cuando el 38% señalaba lo mismo-. Además, el 36% menciona que lo hace por recomendación del médico o problemas de salud y la misma proporción señala que lo hace por razones de peso (36%)", indica el informe de TS Gallup.

Al margen de los testimonios ya señalados, ¿cuán light son los tucumanos? Por impresiones de consultorio (no hay investigaciones sobre el tema ni en la UNT ni en la Unsta, donde se dictan carreras de Nutrición), en Tucumán hay consumo "bajas calorías", pero adecuado al bolsillo. Luis Olaya, director del posgrado en Nutrición de la UNT, señala: "Depende de los sectores. Una canasta con productos light es cara, y no está al alcance del tucumano promedio". De todos modos, admite que la tendencia se ha popularizado en los rubros "gaseosas" y "edulcorantes". Y advierte contra las trampas. "Muchos comen una comida pantagruélica, y después usan edulcorante en el café. Eso es falta de educación alimentaria", enfatiza.

Pero, ¿sirve o no sirve el producto light? "Por supuesto. Lo que pasa es que la gente confunde lo diet con lo light. El producto diet es aquel que ha sido modificado en algún tipo de nutrientes, y que puede servirles a los diabéticos, a los celíacos, a los hipertensos. Y el producto light es el producto hipocalórico, el que tiene menos calorías. Lo que pasa es que la gente no lee las etiquetas de los productos que levanta de la góndola", enfatiza Olaya. A llevar la lupa al súper, para que el gasto se refleje después en la balanza.

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