20 Mayo 2011
CRÍTICA. Hebe de Bonafini sostuvo que Alperovich no es kirchnerista. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
En la despedida no hubo comitiva oficial ni promesas de un retorno próximo. Hebe de Bonafini se fue de la provincia tras un paso políticamente revoltoso: llamó "acomodaticio" al gobernador, José Alperovich, lo acusó de no ser kirchnerista y pidió a la gente que no lo vote. Los contundentes conceptos que brindó la presidenta de Madres de Plaza de Mayo a LA GACETA activaron bombas en el minado campo de las internas alperovichistas. Llamados nerviosos y rumores desenfrenados bulleron en la Casa de Gobierno. Pero ayer, tras el escándalo, el propio Alperovich se mostró mesurado y calmo.
Municiones y culpables
Cuentan que la primera reacción de Alperovich, desde Buenos Aires, fue pedir a sus allegados que dejaran pasar los dichos de la figura kirchnerista. El intento de bajar el tono a la polémica fue en vano. El senador nacional Sergio Mansilla no contuvo su ira y sin vueltas tildó a Bonafini de "enferma mental". El intendente de Tafí Viejo, Javier Pucharras, que había puesto "alfombra roja" en la ciudad para recibir a la "Madrina de los Talleres Ferroviarios", retiró el apoyo al acto del que ella participaría. Por otro lado, las miradas que buscaban un responsable del exabrupto de la militante de derechos humanos, apuntaron en un primer momento al intendente capitalino, Domingo Amaya. Hasta rumorean que la senadora Beatriz Rojkés de Alperovich habría reprendido telefónicamente al jefe municipal. Sucede que, luego de los polémicos dichos, Bonafini fue homenajeada por la Municipalidad. De hecho, Amaya fue el único funcionario oficialista que compartió una actividad pública con ella. Según relatan, la comunicación entre la primera dama provincial y Amaya terminó en buenos términos, aunque luego de varios minutos de explicaciones.
Tras esto, el núcleo duro del alperovichismo habría redirigido sus cañones hacia el diputado Gerónimo Vargas Aignasse. El argumento para esa versión es que los mismos argumentos que utilizó Bonafini para criticar a Alperovich son los que esgrime desde hace tiempo el parlamentario nacional para cuestionar a un sector del alperovichismo: la presencia de dos ex bussistas (Javier Morof y Miguel Brito) en un acople diseñado en el primer piso del Palacio Gubernamental.
Ayer, luego del torrente de versiones, Alperovich y Amaya se mostraron juntos. "La respeto, puede opinar lo que quiera, no me molesta", dijo el gobernador, y negó que haya sido un "mensaje" del Gobierno nacional. "No comparto para nada la opinión de ella", apoyó Amaya, luego de que el mandatatario lo abrazó frente a las cámaras. La imagen mostró que todo pareció quedar, por ahora, en paz.
Municiones y culpables
Cuentan que la primera reacción de Alperovich, desde Buenos Aires, fue pedir a sus allegados que dejaran pasar los dichos de la figura kirchnerista. El intento de bajar el tono a la polémica fue en vano. El senador nacional Sergio Mansilla no contuvo su ira y sin vueltas tildó a Bonafini de "enferma mental". El intendente de Tafí Viejo, Javier Pucharras, que había puesto "alfombra roja" en la ciudad para recibir a la "Madrina de los Talleres Ferroviarios", retiró el apoyo al acto del que ella participaría. Por otro lado, las miradas que buscaban un responsable del exabrupto de la militante de derechos humanos, apuntaron en un primer momento al intendente capitalino, Domingo Amaya. Hasta rumorean que la senadora Beatriz Rojkés de Alperovich habría reprendido telefónicamente al jefe municipal. Sucede que, luego de los polémicos dichos, Bonafini fue homenajeada por la Municipalidad. De hecho, Amaya fue el único funcionario oficialista que compartió una actividad pública con ella. Según relatan, la comunicación entre la primera dama provincial y Amaya terminó en buenos términos, aunque luego de varios minutos de explicaciones.
Tras esto, el núcleo duro del alperovichismo habría redirigido sus cañones hacia el diputado Gerónimo Vargas Aignasse. El argumento para esa versión es que los mismos argumentos que utilizó Bonafini para criticar a Alperovich son los que esgrime desde hace tiempo el parlamentario nacional para cuestionar a un sector del alperovichismo: la presencia de dos ex bussistas (Javier Morof y Miguel Brito) en un acople diseñado en el primer piso del Palacio Gubernamental.
Ayer, luego del torrente de versiones, Alperovich y Amaya se mostraron juntos. "La respeto, puede opinar lo que quiera, no me molesta", dijo el gobernador, y negó que haya sido un "mensaje" del Gobierno nacional. "No comparto para nada la opinión de ella", apoyó Amaya, luego de que el mandatatario lo abrazó frente a las cámaras. La imagen mostró que todo pareció quedar, por ahora, en paz.