09 Abril 2011
Revolución: el cruce de Los Andes | Drama - ATP 97´
BUENA
La idea de relatar una serie de hechos históricos desde la perspectiva de un imaginario testigo directo no es nueva, pero siempre resulta eficaz. Leandro Ipiña apela a este recurso para estructurar el relato del cruce de Los Andes que protagonizó el ejército patriota liderado por José de San Martín. La epopeya permitió darle dimensión continental a las luchas por la emancipación del dominio de la corona española y puso irrevocablemente a las colonias en el camino de la independencia. La narración, desde el punto de vista de este adolescente que se convierte en amanuense del Gran Capitán simplemente porque sabe leer y escribir, se convierte en un testimonio vibrante, y le permite al director del filme mostrar a San Martín en toda su dimensión humana. Resulta natural, entonces, ver al prócer de mal humor, protestando a viva voz porque no recibe los recursos que necesita, o enojado con subalternos y superiores; o bien, ya en la instancia del cruce de la cordillera, enfermo y devastado por el dolor. Es decir, la pintura del personaje escapa del acartonamiento de la historia convencional para darle una carnadura que lo identifica con el público.
Rodrigo de la Serna redondea una muy buena tarea en el papel protagónico; los rubros técnicos están cubiertos con gran nivel y la realización del filme en exteriores y en escenas con importantes desplazamientos de extras resulta más que satisfactoria. Todo esto, dicho de una producción nacional de época configura una muy buena noticia. Pero quizá el mayor acierto del filme está en el original tratamiento de estos importantes tramos de nuestra historia. Los hombres que toman decisiones trascendentales son eso: hombres, con dudas, con temores, con vacilaciones. Las batallas no son baños de gloria sino tumultos confusos y sangrientos. Y a tal punto se dejan de lado las convenciones de la historia oficial, que ni siquiera es blanco en la película el famoso caballo blanco del San Martín de las ilustraciones escolares.
Origen: Argentina, España, 2010. Dirección: Leandro Ipiña; con Rodrigo de la Serna, Juan Ciancio. Violencia: con escenas. Comprensión: fácil. Sexo: sin escenas. Lo bueno: el impresionante despliegue técnico y de la producción. El dato: los exteriores se rodaron en escenarios naturales de San Juan.
BUENA
La idea de relatar una serie de hechos históricos desde la perspectiva de un imaginario testigo directo no es nueva, pero siempre resulta eficaz. Leandro Ipiña apela a este recurso para estructurar el relato del cruce de Los Andes que protagonizó el ejército patriota liderado por José de San Martín. La epopeya permitió darle dimensión continental a las luchas por la emancipación del dominio de la corona española y puso irrevocablemente a las colonias en el camino de la independencia. La narración, desde el punto de vista de este adolescente que se convierte en amanuense del Gran Capitán simplemente porque sabe leer y escribir, se convierte en un testimonio vibrante, y le permite al director del filme mostrar a San Martín en toda su dimensión humana. Resulta natural, entonces, ver al prócer de mal humor, protestando a viva voz porque no recibe los recursos que necesita, o enojado con subalternos y superiores; o bien, ya en la instancia del cruce de la cordillera, enfermo y devastado por el dolor. Es decir, la pintura del personaje escapa del acartonamiento de la historia convencional para darle una carnadura que lo identifica con el público.
Rodrigo de la Serna redondea una muy buena tarea en el papel protagónico; los rubros técnicos están cubiertos con gran nivel y la realización del filme en exteriores y en escenas con importantes desplazamientos de extras resulta más que satisfactoria. Todo esto, dicho de una producción nacional de época configura una muy buena noticia. Pero quizá el mayor acierto del filme está en el original tratamiento de estos importantes tramos de nuestra historia. Los hombres que toman decisiones trascendentales son eso: hombres, con dudas, con temores, con vacilaciones. Las batallas no son baños de gloria sino tumultos confusos y sangrientos. Y a tal punto se dejan de lado las convenciones de la historia oficial, que ni siquiera es blanco en la película el famoso caballo blanco del San Martín de las ilustraciones escolares.
Origen: Argentina, España, 2010. Dirección: Leandro Ipiña; con Rodrigo de la Serna, Juan Ciancio. Violencia: con escenas. Comprensión: fácil. Sexo: sin escenas. Lo bueno: el impresionante despliegue técnico y de la producción. El dato: los exteriores se rodaron en escenarios naturales de San Juan.
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