06 Marzo 2011
La Casa de Gobierno, proyectada por Selva.
Por Julio Middagh
Para LA GACETA - TUCUMAN
Las buenas arquitecturas son aquellas que, en lugar de recordarnos a su autor y a sus vicisitudes, nos ponen frente a su razón histórica, al vínculo que las une a otras arquitecturas, esas que más que por su novedad y su diversidad se imponen por la necesidad, como si estuvieran allí desde siempre y, más que asombrarnos, reclaman de nosotros atención e inteligencia. Son esas arquitecturas que, cada vez que las miramos, tienen algo que enseñarnos. Como ejemplo menciono el block de Eduardo Larrán en Salta, el conjunto de edificios de la Justicia en Jujuy, el Hospital de Niños original de Sacriste y Caminos, el edificio del Banco Nación de SEPRA, en la esquina de calles Maipú y San Martín. David Harvey afirma que "los lugares, como el espacio y el tiempo, son construcciones sociales. Y tienen que ser leídos e interpretados como tales".
Los arquitectos nos ocupamos del significado de las formas y por eso nuestro problema no es desarrollar formas intuitivamente sino indagar sobre el significado de esas formas. Una frase adjudicada a Platón dice que pensar es dibujar con la cabeza. Sabemos que nuestras conductas cotidianas están mas influenciadas por el diseño de lo que sospechamos. Se debe proyectar con un criterio dirigido a cambiar situaciones existentes por situaciones preferidas. F. L. Wright decía que debíamos "trabajar con estilo y no para un estilo". Por ello opino que es negativo mucho de lo que se produce en barrios y countries privados como "colonial contemporáneo". Eduardo Sacriste sostenía que "la modernidad es la consecuencia de resolver los problemas actuales con el espíritu de nuestra época".
El trío "Utilitas, Firmitas, Venustas" sigue siendo el abecé de la habitabilidad, a pesar de ser poco respetado. Para que la arquitectura produzca resultados aceptables debe coincidirse con los principios de Vitrubio. Toda construcción debe comenzar dirigida por su futuro uso, ha de seguir determinada por la solidez y firmeza de la construcción y ha de concluir con un programa significativo que de sentido al edificio y al lugar donde se emplaza. Sin exagerar, pensemos en las torres de la calle 25 de Mayo y la avenida Sarmiento: construidas entre 1955 y 1960, generoso emplazamiento, balcones corridos con parasoles, pasan desapercibidas en el contexto y lo enriquecen. Pensemos en lo que se construye a la par: el nuevo edificio para la Legislatura con su fachada vidriada al oeste (¡en Tucumán!). Tema para pensar con el correr de los años y la construcción de sus edificios y la ciudad. Eduardo Sacriste, que se definía como un "discreto arquitecto", nos decía que "un arquitecto debe ser un creador de formas, formas que estén construidas en base a determinada técnica y que sirvan para una función. Debe ser una persona sensible a los valores plásticos, debe tener sensibilidad técnica e instinto de la proporción y saber pensar de lo general a lo particular". Nada más sencillo y, no obstante, tan difícil de encontrar en estos días.
Transformaciones
Lo natural siempre fue lo importante: la vegetación, sus colores y los aromas, la montaña al oeste. Hay un río contaminado y abandonado. La ciudad nunca lo miró. Hemos construido un espectacular edificio para Casa de Gobierno sobre un digno edificio de Cabildo. Hemos transformado un sector consolidado con un dignísimo edificio de Carlos Gallardo, la ex Terminal de Ómnibus, en una zona tugurizada, invadiendo una plaza pública y descontrolada. Vamos paulatinamente perdiendo los remanentes de espacios verdes. De esas viviendas italianizantes de los años 20 al 40 del siglo XX, quedan pocas en pie.
Hemos sido, la mayoría de las veces, improvisados, corruptos, mediocres. La "arquitectura profesional" aspira, en la actualidad, a la dignidad propia de cualquier otra operación comercial habitual. Entre todos aquellos que nos calificamos "arquitectos", solamente una minoría muestra algún interés por las complejidades "culturales". Hace bastante tiempo que la mala concepción de la construcción ha usurpado el lugar de la "arquitectura" que, supuestamente, se enseña en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.
De lo construido diremos que las ciudades no son más o menos bellas por una definición estética en abstracto. Las ciudades, o ciertas partes de las ciudades, son bellas porque son comprensibles. Un cierto tipo de orden las hace comprensibles, y por lo tanto bellas. Esto quiere decir mejores lugares para vivir. En diferente escala, podría citar a Mendoza, Rosario, Purmamarca, Mar del Plata, Pinamar. Si hay reacción en este próximo tiempo, podrían ser Yerba Buena y Concepción.
En los últimos años, la profesión ha tenido cambios evidentes y no tan evidentes. Se han desarrollado cambios que implican nuevos sistemas económicos y maneras de hacer edificios (me refiero a casas, departamentos, barrios, etc), van cambiando los programas, cambian los encargos y la función del arquitecto. Va desapareciendo aquel arquitecto que hacía un proyecto, lo desarrollaba, dirigía la obra y era su autor. Pensemos en el Centro Comercial El Portal, en Yerba Buena, o en las tiendas Walmart. Tony Díaz sostiene que "cada vez más el arquitecto va siendo el guionista de la película mientras antes era director".
Las casas blancas geométricas de Leonardo Combes deben ser recuperadas para nuestra historia contemporánea. Las obras de Carlos Prieto y Rolando Piñero deben ser tenidas en cuenta. Mucho de lo realizado por Carlos Andrés, Clercy Ben Altabef, Osvaldo Martorell, Miguel Mazzeo y Gustavo Napadensky, por mencionar unos pocos colegas, han dado antecedentes que hoy una mayoría desconoce.
© LA GACETA
Julio Middagh - Arquitecto, consejero ejecutivo del Colegio de Arquitectos de Tucumán.
Para LA GACETA - TUCUMAN
Las buenas arquitecturas son aquellas que, en lugar de recordarnos a su autor y a sus vicisitudes, nos ponen frente a su razón histórica, al vínculo que las une a otras arquitecturas, esas que más que por su novedad y su diversidad se imponen por la necesidad, como si estuvieran allí desde siempre y, más que asombrarnos, reclaman de nosotros atención e inteligencia. Son esas arquitecturas que, cada vez que las miramos, tienen algo que enseñarnos. Como ejemplo menciono el block de Eduardo Larrán en Salta, el conjunto de edificios de la Justicia en Jujuy, el Hospital de Niños original de Sacriste y Caminos, el edificio del Banco Nación de SEPRA, en la esquina de calles Maipú y San Martín. David Harvey afirma que "los lugares, como el espacio y el tiempo, son construcciones sociales. Y tienen que ser leídos e interpretados como tales".
Los arquitectos nos ocupamos del significado de las formas y por eso nuestro problema no es desarrollar formas intuitivamente sino indagar sobre el significado de esas formas. Una frase adjudicada a Platón dice que pensar es dibujar con la cabeza. Sabemos que nuestras conductas cotidianas están mas influenciadas por el diseño de lo que sospechamos. Se debe proyectar con un criterio dirigido a cambiar situaciones existentes por situaciones preferidas. F. L. Wright decía que debíamos "trabajar con estilo y no para un estilo". Por ello opino que es negativo mucho de lo que se produce en barrios y countries privados como "colonial contemporáneo". Eduardo Sacriste sostenía que "la modernidad es la consecuencia de resolver los problemas actuales con el espíritu de nuestra época".
El trío "Utilitas, Firmitas, Venustas" sigue siendo el abecé de la habitabilidad, a pesar de ser poco respetado. Para que la arquitectura produzca resultados aceptables debe coincidirse con los principios de Vitrubio. Toda construcción debe comenzar dirigida por su futuro uso, ha de seguir determinada por la solidez y firmeza de la construcción y ha de concluir con un programa significativo que de sentido al edificio y al lugar donde se emplaza. Sin exagerar, pensemos en las torres de la calle 25 de Mayo y la avenida Sarmiento: construidas entre 1955 y 1960, generoso emplazamiento, balcones corridos con parasoles, pasan desapercibidas en el contexto y lo enriquecen. Pensemos en lo que se construye a la par: el nuevo edificio para la Legislatura con su fachada vidriada al oeste (¡en Tucumán!). Tema para pensar con el correr de los años y la construcción de sus edificios y la ciudad. Eduardo Sacriste, que se definía como un "discreto arquitecto", nos decía que "un arquitecto debe ser un creador de formas, formas que estén construidas en base a determinada técnica y que sirvan para una función. Debe ser una persona sensible a los valores plásticos, debe tener sensibilidad técnica e instinto de la proporción y saber pensar de lo general a lo particular". Nada más sencillo y, no obstante, tan difícil de encontrar en estos días.
Transformaciones
Lo natural siempre fue lo importante: la vegetación, sus colores y los aromas, la montaña al oeste. Hay un río contaminado y abandonado. La ciudad nunca lo miró. Hemos construido un espectacular edificio para Casa de Gobierno sobre un digno edificio de Cabildo. Hemos transformado un sector consolidado con un dignísimo edificio de Carlos Gallardo, la ex Terminal de Ómnibus, en una zona tugurizada, invadiendo una plaza pública y descontrolada. Vamos paulatinamente perdiendo los remanentes de espacios verdes. De esas viviendas italianizantes de los años 20 al 40 del siglo XX, quedan pocas en pie.
Hemos sido, la mayoría de las veces, improvisados, corruptos, mediocres. La "arquitectura profesional" aspira, en la actualidad, a la dignidad propia de cualquier otra operación comercial habitual. Entre todos aquellos que nos calificamos "arquitectos", solamente una minoría muestra algún interés por las complejidades "culturales". Hace bastante tiempo que la mala concepción de la construcción ha usurpado el lugar de la "arquitectura" que, supuestamente, se enseña en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.
De lo construido diremos que las ciudades no son más o menos bellas por una definición estética en abstracto. Las ciudades, o ciertas partes de las ciudades, son bellas porque son comprensibles. Un cierto tipo de orden las hace comprensibles, y por lo tanto bellas. Esto quiere decir mejores lugares para vivir. En diferente escala, podría citar a Mendoza, Rosario, Purmamarca, Mar del Plata, Pinamar. Si hay reacción en este próximo tiempo, podrían ser Yerba Buena y Concepción.
En los últimos años, la profesión ha tenido cambios evidentes y no tan evidentes. Se han desarrollado cambios que implican nuevos sistemas económicos y maneras de hacer edificios (me refiero a casas, departamentos, barrios, etc), van cambiando los programas, cambian los encargos y la función del arquitecto. Va desapareciendo aquel arquitecto que hacía un proyecto, lo desarrollaba, dirigía la obra y era su autor. Pensemos en el Centro Comercial El Portal, en Yerba Buena, o en las tiendas Walmart. Tony Díaz sostiene que "cada vez más el arquitecto va siendo el guionista de la película mientras antes era director".
Las casas blancas geométricas de Leonardo Combes deben ser recuperadas para nuestra historia contemporánea. Las obras de Carlos Prieto y Rolando Piñero deben ser tenidas en cuenta. Mucho de lo realizado por Carlos Andrés, Clercy Ben Altabef, Osvaldo Martorell, Miguel Mazzeo y Gustavo Napadensky, por mencionar unos pocos colegas, han dado antecedentes que hoy una mayoría desconoce.
© LA GACETA
Julio Middagh - Arquitecto, consejero ejecutivo del Colegio de Arquitectos de Tucumán.
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