09 Enero 2011
"Para no despertar las sospechas de los cristianos con respecto a nuestra política, es preciso entretenerlos y llamar su atención del lado del comercio y de la industria. De esa forma, las naciones lucharán por sus intereses particulares, sin notar el acecho del enemigo común. Más, para que la libertad pueda desagregar y arruinar la vida social de los gentiles, es preciso establecer la especulación. De esta forma, se conseguirá evitar que los gentiles retengan las riquezas procedentes de la producción del suelo y de la industria: por vía de la especulación, toda la economía caera a nuestras manos". Este es un fragmento de los Protocolos de los Sabios de Sión, texto que puede encontrarse fácilmente, como si fuera un documento auténtico, a través de cualquier buscador de internet. La primera versión se publicó en Rusia, en 1903, y reunía las actas de supuestas reuniones de conspiradores judíos que habrían urdido un plan de dominación universal. El libro plagiaba extensos fragmentos de un poco conocido libro del francés Maurice Joly que criticaba las ambiciones imperiales de Napoleón III. A pesar de las advertencias sobre la naturaleza de los Protocolos, éstos se reimprimieron en innumerables ediciones. Hitler afirmaba, en Mein Kampf, que las denuncias de la prensa alemana sobre la falsedad de los Protocolos probaban su autenticidad.
El corazón de la trama de El cementerio de Praga es el montaje de uno de los fraudes literarios más difundidos de la historia. Simone Simonini, el protagonista de la novela, es el autor del plagio que derivará en los Protocolos. Eco identifica las fuentes del fraude. Además del libro de Joly (personaje que aparece en la novela y que es víctima del protagonista), el escritor italiano detecta los rastros de un libro de Alejandro Dumas y otro de Eugene Sue.
"Quise dedicar una novela a la construcción de uno de los documentos más odiosos de toda la historia: Los Protocolos de los sabios de Sión. Me dediqué a reconstruir la historia del antisemitismo del siglo XIX. Hasta la Revolución Francesa, el antisemitismo era un hecho ideológico-religioso. En el ochocientos aparece algo más radical. El judío es identificado con el capitalismo y surge el antisemitismo socialista muy fuerte, más que el religioso. Después llegamos a Hitler, con Mein Kampf, y al Holocausto", declaró recientemente el escritor italiano. Su novela ha generado controversias. El Osservatore romano, el diario del Vaticano, planteó si el libro no terminaría incentivando el antisemitismo que pretendía combatir. Los cierto es que cientos de miles de lectores (el libro se encuentra entre los más vendidos en varios países europeos y latinoamericanos) siguen en estos días las andanzas de -en palabras de su creador- el personaje más antipático de la literatura.
© LA GACETA
La Dirección
El corazón de la trama de El cementerio de Praga es el montaje de uno de los fraudes literarios más difundidos de la historia. Simone Simonini, el protagonista de la novela, es el autor del plagio que derivará en los Protocolos. Eco identifica las fuentes del fraude. Además del libro de Joly (personaje que aparece en la novela y que es víctima del protagonista), el escritor italiano detecta los rastros de un libro de Alejandro Dumas y otro de Eugene Sue.
"Quise dedicar una novela a la construcción de uno de los documentos más odiosos de toda la historia: Los Protocolos de los sabios de Sión. Me dediqué a reconstruir la historia del antisemitismo del siglo XIX. Hasta la Revolución Francesa, el antisemitismo era un hecho ideológico-religioso. En el ochocientos aparece algo más radical. El judío es identificado con el capitalismo y surge el antisemitismo socialista muy fuerte, más que el religioso. Después llegamos a Hitler, con Mein Kampf, y al Holocausto", declaró recientemente el escritor italiano. Su novela ha generado controversias. El Osservatore romano, el diario del Vaticano, planteó si el libro no terminaría incentivando el antisemitismo que pretendía combatir. Los cierto es que cientos de miles de lectores (el libro se encuentra entre los más vendidos en varios países europeos y latinoamericanos) siguen en estos días las andanzas de -en palabras de su creador- el personaje más antipático de la literatura.
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