03 Diciembre 2010
RELEVO. Farías en una de las lagunas de la Puna tomando muestras. GENTILEZA MARIA EUGENIA FARIAS
"El descubrimiento de la NASA es asombroso: echa por tierra los viejos paradigmas de la biología y demuestra que la vida se abre camino con lo que tiene a mano", sostuvo la tucumana María Eugenia Farías, investigadora del Conicet y del Proimi, y responsable del Laboratorio de Investigaciones Microbiológicas de Lagunas Andinas (Limla), al hablar sobre el anuncio que hizo ayer la Agencia Espacial.
Para Farías, de este hallazgo se infiere que no necesariamente deben existir condiciones idénticas a las de la Tierra para el desarrollo biológico. "Antes de que nuestro planeta fuera azul, no había oxígeno. Al contrario, las primeras bacterias respiraron en un ambiente sumamente tóxico y de a poco fueron liberando el aire que hoy respiramos y que luego transformaría al mundo", señaló.
La tucumana conoce el trabajo de la NASA porque se basó en estudios de ambientes extremos, como los que ella realiza en los salares de la Puna salteña y jujeña, en donde descubrió, en 2009, estomatrolitos vivos, que son colonias de bacterias similares a las de la Tierra primitiva. Allí, a 4.600 metros de altura, el ambiente es más parecido al que había en este planeta hace 3.400 millones de años o al actual Marte. LA GACETA ©
Para Farías, de este hallazgo se infiere que no necesariamente deben existir condiciones idénticas a las de la Tierra para el desarrollo biológico. "Antes de que nuestro planeta fuera azul, no había oxígeno. Al contrario, las primeras bacterias respiraron en un ambiente sumamente tóxico y de a poco fueron liberando el aire que hoy respiramos y que luego transformaría al mundo", señaló.
La tucumana conoce el trabajo de la NASA porque se basó en estudios de ambientes extremos, como los que ella realiza en los salares de la Puna salteña y jujeña, en donde descubrió, en 2009, estomatrolitos vivos, que son colonias de bacterias similares a las de la Tierra primitiva. Allí, a 4.600 metros de altura, el ambiente es más parecido al que había en este planeta hace 3.400 millones de años o al actual Marte. LA GACETA ©