11 Octubre 2010
Las desconfianzas son políticas, no técnicas. Además, las consecuencias prácticas entre las urnas electrónicas y el voto remoto son muy diferentes, y existe, todavía, una gran confusión sobre estos conceptos. El voto electrónico con sus variantes remotas y asíncronas introduce nuevos retos en la gestión de la identificación, seguridad, comunicación, y en el proceso electoral de recuento y almacenamiento de datos vinculados con la identificación del elector. Estos retos ponen en cuestión o modifican el protagonismo de los partidos políticos y de las autoridades electorales. Las desconfianzas también proceden de la sobreexplotación mediática de algunas experiencias y de sus deficiencias (como la supuesta vulnerabilidad de las máquinas electrónicas), que han creado un clima de recelo respecto del voto electrónico. Pero el proceso es imparable.
La urna transparente (o la caja cerrada y precintada) tiene una gran fuerza simbólica. El elector "ve caer" su papeleta dentro y la "ve entrar" en la ranura de la que no puede salir. La percepción de inviolabilidad es alta; la percepción de seguridad, también. Las boletas, con su aspecto exterior homogéneo, producen una sensación de anonimato que protege la intimidad electoral e ideológica. Estas "sensaciones" todavía no las consigue la tecnología aunque los electores (sobre todo los más jóvenes) viven cada vez con mayor naturalidad su identidad y existencia en el contexto digital. Comprar, leer, estudiar, consultar un médico, trabajar... todo es posible en la plataforma "on line". El voto, también. Su implementación es cuestión de tiempo, de voluntad y de cultura digital.
La urna transparente (o la caja cerrada y precintada) tiene una gran fuerza simbólica. El elector "ve caer" su papeleta dentro y la "ve entrar" en la ranura de la que no puede salir. La percepción de inviolabilidad es alta; la percepción de seguridad, también. Las boletas, con su aspecto exterior homogéneo, producen una sensación de anonimato que protege la intimidad electoral e ideológica. Estas "sensaciones" todavía no las consigue la tecnología aunque los electores (sobre todo los más jóvenes) viven cada vez con mayor naturalidad su identidad y existencia en el contexto digital. Comprar, leer, estudiar, consultar un médico, trabajar... todo es posible en la plataforma "on line". El voto, también. Su implementación es cuestión de tiempo, de voluntad y de cultura digital.