27 Julio 2010
La joven permanece tirada en sobre la tierra, rodeada de cañas y altos pastos. Su mirada está perdido y sólo se queja con balbuceos. Un hombre la viola mientras otro filma con un celular. Por las pocas cosas que ella dice y por lo que le gritan los otros dos, da toda la impresión de que la joven es víctima de dealers. Esta situación, según madres de jóvenes adictos, es habitual. Los jóvenes salen a robar para comprar drogas, y las mujeres entregan su cuerpo. Pero nadie investiga. Ni tampoco se denuncia. "Las familias tienen miedo", explicó Elsa Juárez, miembro de las "Madres del pañuelo negro". En la Justicia local dicen que no pueden investigar si no hay denuncias, y en la Justicia Federal advierten que estos ataques no son de su competencia. Mientras tanto, el defensor del Pueblo, Jorge García Mena, tomó cartas en el asunto y ofreció asesoramiento legal a los familiares de las víctimas.
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