15 Julio 2010
Rezos contra la burocracia en la lucha antidrogas
Las madres de los adictos que marchan los miércoles en la plaza Independencia suman adhesiones, aunque saben que la pelea es larga. A las mujeres que viven en La Costanera se sumaron otras de Villa Alem, Villa Mariano Moreno y Villa 9 de Julio. Un ataque frontal.
PLEGARIAS AL CIELO. Frente a la Catedral, algunas de las mujeres se arrodillaron a rezar. "La droga está en todos los barrios", dijeron. LA GACETA / FRANCO VERA
En las últimas semanas, la lucha contra el flagelo del "paco" pareció concentrarse en los 11 barrios que integran la Costanera, en ambas márgenes del río Salí. Sin embargo, madres de adictos exigieron ayer que no queden en el olvido otras zonas del Gran San Miguel de Tucumán, donde la droga también hace estragos.
En un banco de la plaza Independencia, Elsa Juárez esperaba desde las 10 a las mujeres que la acompañan todos los miércoles en la protesta frente a la Casa de Gobierno. A medida que iban llegando, les repartía un pañuelo negro para que tapen sus cabezas. A las 11, levantaron las pancartas y dieron una vuelta a la plaza.
"En la Costanera hay gente honesta. La droga está en todos los barrios; no nos abandone", gritó Juárez, mirando hacia la ventana del despacho del gobernador José Alperovich. De rodillas, finalizaron la protesta con una oración. Dora Ibáñez, madre de un adicto que se quitó la vida luego de una recaída en su rehabilitación, comenzó a llorar. "No hay que bajar los brazos ahora", le decía Juárez.
"Hay que seguir luchando. Estoy enferma, pero sacaré fuerzas para seguir", relató Ibáñez. La mujer comentó que durante el día no se ven policías circulando constantemente. "No sé a la noche, porque por mi salud ya no salgo a esa hora. Pero cuando oscurece es cuando más se vende. Espero que las rondas de la Policía se realicen", expresó.
"En el barrio Victoria, en Villa Alem, la droga está comenzando a expandirse", contó Adriana, que participó por primera vez de la marcha. La mujer dijo que no tiene familiares adictos, pero acompañará a las madres del pañuelo negro todos los miércoles. "Es un dolor de toda la sociedad, no sólo de estas madres. Tengo un hijo a quien le controlo todo lo que hace. Pero no se puede vivir así, perseguida, pensando que te puede tocar. Algo hay que hacer", manifestó.
Adriana comentó que Villa Alem se volvió muy insegura, porque los jóvenes roban a sus propios vecinos para poder consumir. "En la esquina de la avenida Alem y Fortunata García, donde hay una parada de colectivos, los robos son constantes", afirmó. Además, la mujer dijo que los transas de la zona esconden sus mercancías en las casas de los vecinos y en sitios baldíos. "La vez pasada un hombre fue a podar el árbol de su casa y encontró en una rama un paquete con drogas", manifestó.
Petrona Pereira vive en Villa 9 de Julio y participa de las protestas desde hace dos años. "En el pasaje Panamá, la venta de drogas ya se realiza de manera descarada", dijo. Pereira afirmó que, al igual que la Costanera, Villa 9 de Julio se transformó en "tierra de nadie". "Los agentes hacen la vista gorda. Los arrebatos son constantes porque los chicos salen a robar para drogarse", comentó.
Según Pereira, a poco de recorrer la avenida Martín Berho, la situación empeora. Incluso, afirmó que en algunas casas la venta es a la vista de todos. "Cuando la Policía realiza un allanamiento empiezan a amenazarnos a todas. Por eso muchas tienen miedo", expresó.
Distribuidor
Pereira expresó que los principales vendedores de su barrio y de los de la Costanera se abastecen de dealers de su zona. "Ya denunciamos un caso a la Justicia. Los sábados paran unos cuatro autos frente a la vivienda, están dentro una media hora y luego salen a repartir", dijo Pereira. Incluso, la mujer relató que algunos transas pasan por la plaza Independencia para observar quiénes van a las marchas. "Yo no les tengo miedo", manifestó.
Por su parte, Alicia Ferrer contó que en Villa Mariano Moreno la situación es igual. "No hay patrullas de noche y los chicos se juntan en las esquinas a drogarse", dijo. Según la mujer, la Policía detiene a los chicos. "Los tratan a ellos como delincuentes y no a quienes les venden. Ya tenemos denuncias en este sentido que están en la Secretaría de Derechos Humanos", comentó Ferrer.
Sin embargo, la mujer aclaró que la mayoría de los jóvenes compra la droga en los barrios de la Costanera o en Villa 9 de Julio. "Ahí están las ?cocinas?. Aquí lo que venden, más que nada, son psicofármacos", afirmó angustiada.
Las mujeres que marcharon ayer apuntaron sus dardos contra el Ministerio de Seguridad Ciudadana. "Es el que falta que accione. Desde el Ministerio de Salud y el Siprosa nos están ayudando. Subvencionan los tratamientos de nuestros hijos en otras provincias. Pero después, cuando vuelven, ¿qué pasa con ellos?", dijo Ferrer.
"Que se termine la burocracia. No nos sentiremos agraviadas si a un chico adicto lo internan. Pero nos urge terminar con la venta en todos los barrios, no sólo en la Costanera", concluyó Juárez.
En un banco de la plaza Independencia, Elsa Juárez esperaba desde las 10 a las mujeres que la acompañan todos los miércoles en la protesta frente a la Casa de Gobierno. A medida que iban llegando, les repartía un pañuelo negro para que tapen sus cabezas. A las 11, levantaron las pancartas y dieron una vuelta a la plaza.
"En la Costanera hay gente honesta. La droga está en todos los barrios; no nos abandone", gritó Juárez, mirando hacia la ventana del despacho del gobernador José Alperovich. De rodillas, finalizaron la protesta con una oración. Dora Ibáñez, madre de un adicto que se quitó la vida luego de una recaída en su rehabilitación, comenzó a llorar. "No hay que bajar los brazos ahora", le decía Juárez.
"Hay que seguir luchando. Estoy enferma, pero sacaré fuerzas para seguir", relató Ibáñez. La mujer comentó que durante el día no se ven policías circulando constantemente. "No sé a la noche, porque por mi salud ya no salgo a esa hora. Pero cuando oscurece es cuando más se vende. Espero que las rondas de la Policía se realicen", expresó.
"En el barrio Victoria, en Villa Alem, la droga está comenzando a expandirse", contó Adriana, que participó por primera vez de la marcha. La mujer dijo que no tiene familiares adictos, pero acompañará a las madres del pañuelo negro todos los miércoles. "Es un dolor de toda la sociedad, no sólo de estas madres. Tengo un hijo a quien le controlo todo lo que hace. Pero no se puede vivir así, perseguida, pensando que te puede tocar. Algo hay que hacer", manifestó.
Adriana comentó que Villa Alem se volvió muy insegura, porque los jóvenes roban a sus propios vecinos para poder consumir. "En la esquina de la avenida Alem y Fortunata García, donde hay una parada de colectivos, los robos son constantes", afirmó. Además, la mujer dijo que los transas de la zona esconden sus mercancías en las casas de los vecinos y en sitios baldíos. "La vez pasada un hombre fue a podar el árbol de su casa y encontró en una rama un paquete con drogas", manifestó.
Petrona Pereira vive en Villa 9 de Julio y participa de las protestas desde hace dos años. "En el pasaje Panamá, la venta de drogas ya se realiza de manera descarada", dijo. Pereira afirmó que, al igual que la Costanera, Villa 9 de Julio se transformó en "tierra de nadie". "Los agentes hacen la vista gorda. Los arrebatos son constantes porque los chicos salen a robar para drogarse", comentó.
Según Pereira, a poco de recorrer la avenida Martín Berho, la situación empeora. Incluso, afirmó que en algunas casas la venta es a la vista de todos. "Cuando la Policía realiza un allanamiento empiezan a amenazarnos a todas. Por eso muchas tienen miedo", expresó.
Distribuidor
Pereira expresó que los principales vendedores de su barrio y de los de la Costanera se abastecen de dealers de su zona. "Ya denunciamos un caso a la Justicia. Los sábados paran unos cuatro autos frente a la vivienda, están dentro una media hora y luego salen a repartir", dijo Pereira. Incluso, la mujer relató que algunos transas pasan por la plaza Independencia para observar quiénes van a las marchas. "Yo no les tengo miedo", manifestó.
Por su parte, Alicia Ferrer contó que en Villa Mariano Moreno la situación es igual. "No hay patrullas de noche y los chicos se juntan en las esquinas a drogarse", dijo. Según la mujer, la Policía detiene a los chicos. "Los tratan a ellos como delincuentes y no a quienes les venden. Ya tenemos denuncias en este sentido que están en la Secretaría de Derechos Humanos", comentó Ferrer.
Sin embargo, la mujer aclaró que la mayoría de los jóvenes compra la droga en los barrios de la Costanera o en Villa 9 de Julio. "Ahí están las ?cocinas?. Aquí lo que venden, más que nada, son psicofármacos", afirmó angustiada.
Las mujeres que marcharon ayer apuntaron sus dardos contra el Ministerio de Seguridad Ciudadana. "Es el que falta que accione. Desde el Ministerio de Salud y el Siprosa nos están ayudando. Subvencionan los tratamientos de nuestros hijos en otras provincias. Pero después, cuando vuelven, ¿qué pasa con ellos?", dijo Ferrer.
"Que se termine la burocracia. No nos sentiremos agraviadas si a un chico adicto lo internan. Pero nos urge terminar con la venta en todos los barrios, no sólo en la Costanera", concluyó Juárez.