10 Julio 2010
Se atribuye al Oráculo de Delfos aquella acertada frase de que "el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra". Pese su capacidad de raciocinio que lo diferencia de sus congéneres, en muchos asuntos, el ser humano se ha caracterizado a lo largo de la historia por chocar mil veces con el mismo obstáculo y no aprender.
En diciembre pasado, se realizó en Copenhague, Dinamarca, la Cumbre sobre el Cambio Climático que contó con la participación de 193 países. La mayoría de estos manifestaron su descontento por la intransigencia de las naciones más contaminantes en reducir drásticamente la emisión de gases con efecto invernadero. El texto aprobado prescribe, entre otros puntos, una meta para limitar el calentamiento global a un aumento máximo de 2 grados centígrados sobre niveles preindustriales hasta 2050, considerado el umbral para los peores efectos del cambio climático que incluyen masivas inundaciones, sequías, aludes, tormentas de arena y aumento del nivel de los mares. La próxima Cumbre se llevará a cabo en noviembre próximo en México. Como se sabe Estados Unidos y China son los responsables del 40 % de la contaminación global; se suman Sudáfrica y la India.
En estos días, se difundió el informe de un prestigioso científico de la Universidad de Cambridge sobre sus observaciones climáticas, que refuerza lo que dijeron anteriormente muchos de sus colegas. El nivel del mar se elevaría 1,5 metros hacia el año 2100, es decir que subirá 1,5 centímetros al año, un índice casi imperceptible. Pero con 146 millones de personas viviendo a un metro del nivel del mar, no tomar ninguna medida importante en los próximos 100 años afectaría sobremanera a estos habitantes. La elevación en las temperaturas como resultado del calentamiento global será lenta a lo largo de los próximos 30 años, por lo que no se espera un cambio instantáneo en los factores que influyen sobre la salud.
Respecto de los perjuicios que provocarán estos cambio sobre la salud, se anticipa que aumentarán la morbilidad y mortalidad por las olas de calor, las sequías y la escasez de alimentos. Es muy probable que se produzca un incremento de la malnutrición, la diarrea y los males infecciosos, así como de enfermedades cardiorrespiratorias, debido al cambio de la calidad del aire.
Se estima que hacia 2100, los daños se repartirán de distinto modo: por exceso o por carencia. Por ejemplo, se vaticina que China oriental, Colombia y Ecuador recibirán más lluvias, mientras que el Caribe, Chile, China occidental, el Mediterráneo y Perú se volverán más secos. Mientras que el norte y el sur de Africa serán más secos, y lugares como Kenia se volverán muy húmedos. Teniendo en cuenta estas consideraciones, de acuerdo con las zonas, habrá millones de personas que tendrán problemas de escasez de agua.
La Cumbre de Copenhague desnudó una vez más la mezquindad de las grandes potencias que siempre anteponen sus intereses a los del resto del mundo. Siguen haciendo caso omiso a las catástrofes que sobrevendrán si no se toman acciones inmediatas en contra del efecto invernadero.
Tucumán, por cierto, no es ajeno a esta problemática mundial. La contaminación del aire durante la época de zafra, y de los ríos -particularmente el Salí-, así como la tala de nuestros cerros, nos ponen en una situación de riesgo futuro. Sería muy importante que desde el Estado se comenzara a concientizar sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente a niños y jóvenes en las escuelas, colegios y universidades, y a la población en general. Del mismo modo, los organismos de control ambiental deberían extremar esfuerzos para cumplir con el objetivo de su creación.
Cuando la catástrofe se presente a nuestra puerta, nada se podrá hacer si no la prevenimos con mucha anticipación.
En diciembre pasado, se realizó en Copenhague, Dinamarca, la Cumbre sobre el Cambio Climático que contó con la participación de 193 países. La mayoría de estos manifestaron su descontento por la intransigencia de las naciones más contaminantes en reducir drásticamente la emisión de gases con efecto invernadero. El texto aprobado prescribe, entre otros puntos, una meta para limitar el calentamiento global a un aumento máximo de 2 grados centígrados sobre niveles preindustriales hasta 2050, considerado el umbral para los peores efectos del cambio climático que incluyen masivas inundaciones, sequías, aludes, tormentas de arena y aumento del nivel de los mares. La próxima Cumbre se llevará a cabo en noviembre próximo en México. Como se sabe Estados Unidos y China son los responsables del 40 % de la contaminación global; se suman Sudáfrica y la India.
En estos días, se difundió el informe de un prestigioso científico de la Universidad de Cambridge sobre sus observaciones climáticas, que refuerza lo que dijeron anteriormente muchos de sus colegas. El nivel del mar se elevaría 1,5 metros hacia el año 2100, es decir que subirá 1,5 centímetros al año, un índice casi imperceptible. Pero con 146 millones de personas viviendo a un metro del nivel del mar, no tomar ninguna medida importante en los próximos 100 años afectaría sobremanera a estos habitantes. La elevación en las temperaturas como resultado del calentamiento global será lenta a lo largo de los próximos 30 años, por lo que no se espera un cambio instantáneo en los factores que influyen sobre la salud.
Respecto de los perjuicios que provocarán estos cambio sobre la salud, se anticipa que aumentarán la morbilidad y mortalidad por las olas de calor, las sequías y la escasez de alimentos. Es muy probable que se produzca un incremento de la malnutrición, la diarrea y los males infecciosos, así como de enfermedades cardiorrespiratorias, debido al cambio de la calidad del aire.
Se estima que hacia 2100, los daños se repartirán de distinto modo: por exceso o por carencia. Por ejemplo, se vaticina que China oriental, Colombia y Ecuador recibirán más lluvias, mientras que el Caribe, Chile, China occidental, el Mediterráneo y Perú se volverán más secos. Mientras que el norte y el sur de Africa serán más secos, y lugares como Kenia se volverán muy húmedos. Teniendo en cuenta estas consideraciones, de acuerdo con las zonas, habrá millones de personas que tendrán problemas de escasez de agua.
La Cumbre de Copenhague desnudó una vez más la mezquindad de las grandes potencias que siempre anteponen sus intereses a los del resto del mundo. Siguen haciendo caso omiso a las catástrofes que sobrevendrán si no se toman acciones inmediatas en contra del efecto invernadero.
Tucumán, por cierto, no es ajeno a esta problemática mundial. La contaminación del aire durante la época de zafra, y de los ríos -particularmente el Salí-, así como la tala de nuestros cerros, nos ponen en una situación de riesgo futuro. Sería muy importante que desde el Estado se comenzara a concientizar sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente a niños y jóvenes en las escuelas, colegios y universidades, y a la población en general. Del mismo modo, los organismos de control ambiental deberían extremar esfuerzos para cumplir con el objetivo de su creación.
Cuando la catástrofe se presente a nuestra puerta, nada se podrá hacer si no la prevenimos con mucha anticipación.
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