Por Juan José Domínguez
14 Marzo 2010
LA CRISIS LOS UNE. Españoles y extranjeros concurren a las oficinas de empleo para conseguir un puesto laboral. LA GACETA / ARCHIVO
MADRID.- Averiguá si por el abuelo podés sacar la ciudadanía y andate a laburar allá. Vas a ganar bien y vas a vivir bien, no como acá. Te podés comprar un auto y una casa. Haceme caso. Aprovechá que estás en edad. Error. En Tucumán y en buena parte de la sociedad argentina rige un falso axioma: emigrar a España para conseguir trabajo con facilidad y cobrar un sueldo satisfactorio y en forma regular. Esta idea sigue siendo tan firme y tan inexacta como la de comprar dólares para resguardar los ahorros de la inflación, inclusive si la divisa ofrece exiguos márgenes de rentabilidad, como en la actual coyuntura argentina. La situación laboral en la Madre Patria es hoy bastante menos holgada que la de los primeros años del siglo XXI, cuando se la llegó a caracterizar de pleno empleo.
La crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria en España impactó con severidad en el mercado laboral: el índice de desocupación -aquí llamado paro- asciende a un 19% de la población activa; se trata de cuatro millones de personas, según cifras oficiales, en un territorio habitado por casi 46 millones. En el análisis etario, el desempleo es de un 45% entre los jóvenes.
Esta situación está impulsando la movilidad laboral entre los españoles, ya que el 68% de los desocupados está dispuesto a cambiar de ciudad de residencia sólo por conseguir un empleo. Es el dato más resonante del último estudio de la bolsa de trabajo Randstand. Según el informe, los inmigrantes muestran una disposición aún más significativa que la de los españoles, del 81%, debido al desarraigo.
"Vine a España con mi familia en 2001, unos meses antes de la crisis. Tengo parientes aquí, así que en lo que respecta a la parte social la tuve bastante más fácil que la gente que se viene sola. No me costó mucho conseguir trabajo, pero siempre en hostelería, de camarera o cuidando niños, y cobrando en negro", comentó a LA GACETA Lucía Gómez Roux, una marplatense de 28 años.
Lucía vivió su adolescencia en Tucumán y llegó a España con visa de estudiante, documentación que aún conserva. "No recomiendo venirse con esta visa, porque es dificilísimo cambiar a cualquier otro tipo de residencia y, además, los años que llevo viviendo acá no cuentan para nada. Ahora he terminado lo que estaba estudiando (maestra jardinera) y es muy difícil que alguien me contrate con visa de estudiante, ya que no se permite trabajar. Tengo la suerte de que mis padres tienen una empresa y trabajo con ellos porque últimamente hay muy poco trabajo y suelen ser muchas horas y poco sueldo. Hoy en día no se contrata mucho, las empresas están cerrando y a la persona que tiene un negocio no le da para pagar una nómina con seguridad social", comentó.
Otro costero, Matías Ponsico, de Miramar, comentó a este diario que quienes tienen la idea de trabajar temporalmente en España para juntar dinero y enviar remesas o invertir en la Argentina cuentan con un escaso margen de ahorro. "Vine a España en 2005 y viví en Alicante (Comunidad Valenciana) durante tres años. Vine sin papeles y trabajé en la construcción. A los tres años, pedí el arraigo social, es decir el permiso de trabajo, y me lo dieron. Luego entré en el paro y después de unos meses me vine a Madrid a probar suerte. Conseguí trabajo en un bar, que es a lo que hoy me dedico", relató el joven, de 28 años. "No vine a este país con la idea de quedarme a vivir -continuó Matías-, sino para juntar plata y poner un negocio en la Argentina para trabajar el cuero. Pero pasaron cinco años y estoy casi sin ahorros".
"Llegue hace tres años a España; entré a trabajar a una empresa sin papeles; estaba contenta y di todo lo mejor de mí. Pero me hicieron la misma jugada que a todos ’los sin papeles’: de un día al otro, después de dos años de trabajo, me echaron sin pagarme un mes que había trabajado, sin darme explicaciones", testimonió Viviana, que vive en la ciudad Collado Villalba, en la Comunidad de Madrid. La joven argentina, de 24 años, explicó su situación en el foro de argentinos en España Patria Madre. Viviana decidió demandar a la empresa y ganó el juicio laboral. "Los españoles no son tontos como nos los pintan en la Argentina a los ’gallegos’. Estafan y tratan a todos los inmigrantes como mendigos. Vine buscando un futuro, a ganármelo a fuerza de mucho trabajo, y tuve la mala suerte de encontrarme con esta realidad", se lamentó Viviana, que cuenta con un título con orientación económica.
"El gobierno español no es mucho mejor (que el argentino) y hoy España es un país en decadencia económica, con miles de personas en el paro. No logré adaptar mi vida de inmigrante y al cabo de casi dos años de estar aquí volví a Buenos Aires, a mi casa, conseguí trabajo y la luché, la remé. La Argentina, sí, es un país con desprolijidades, con inseguridad y, quizás, con poco trabajo, pero a España le hace falta un cambio grande para volver a ser Primer Mundo", comentó Alejandra, que hoy vive en la localidad bonaerense de Tigre.
Hasta 2008, se encontraban empadronadas en España 290.281 personas nacidas en Argentina, según el Instituto Nacional de Estadísticas. Los argentinos constituyen el grupo de inmigrantes en España con más alta preparación, ya que un 27,6% de los empadronados mayores de 16 años completó estudios universitarios y el 34,3%, el secundario. En contraste, los universitarios de los restantes países latinoamericanos promedian un 15%; los asiáticos, un 15,7%, y los africanos, un 6,5%. (Especial)
La crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria en España impactó con severidad en el mercado laboral: el índice de desocupación -aquí llamado paro- asciende a un 19% de la población activa; se trata de cuatro millones de personas, según cifras oficiales, en un territorio habitado por casi 46 millones. En el análisis etario, el desempleo es de un 45% entre los jóvenes.
Esta situación está impulsando la movilidad laboral entre los españoles, ya que el 68% de los desocupados está dispuesto a cambiar de ciudad de residencia sólo por conseguir un empleo. Es el dato más resonante del último estudio de la bolsa de trabajo Randstand. Según el informe, los inmigrantes muestran una disposición aún más significativa que la de los españoles, del 81%, debido al desarraigo.
"Vine a España con mi familia en 2001, unos meses antes de la crisis. Tengo parientes aquí, así que en lo que respecta a la parte social la tuve bastante más fácil que la gente que se viene sola. No me costó mucho conseguir trabajo, pero siempre en hostelería, de camarera o cuidando niños, y cobrando en negro", comentó a LA GACETA Lucía Gómez Roux, una marplatense de 28 años.
Lucía vivió su adolescencia en Tucumán y llegó a España con visa de estudiante, documentación que aún conserva. "No recomiendo venirse con esta visa, porque es dificilísimo cambiar a cualquier otro tipo de residencia y, además, los años que llevo viviendo acá no cuentan para nada. Ahora he terminado lo que estaba estudiando (maestra jardinera) y es muy difícil que alguien me contrate con visa de estudiante, ya que no se permite trabajar. Tengo la suerte de que mis padres tienen una empresa y trabajo con ellos porque últimamente hay muy poco trabajo y suelen ser muchas horas y poco sueldo. Hoy en día no se contrata mucho, las empresas están cerrando y a la persona que tiene un negocio no le da para pagar una nómina con seguridad social", comentó.
Otro costero, Matías Ponsico, de Miramar, comentó a este diario que quienes tienen la idea de trabajar temporalmente en España para juntar dinero y enviar remesas o invertir en la Argentina cuentan con un escaso margen de ahorro. "Vine a España en 2005 y viví en Alicante (Comunidad Valenciana) durante tres años. Vine sin papeles y trabajé en la construcción. A los tres años, pedí el arraigo social, es decir el permiso de trabajo, y me lo dieron. Luego entré en el paro y después de unos meses me vine a Madrid a probar suerte. Conseguí trabajo en un bar, que es a lo que hoy me dedico", relató el joven, de 28 años. "No vine a este país con la idea de quedarme a vivir -continuó Matías-, sino para juntar plata y poner un negocio en la Argentina para trabajar el cuero. Pero pasaron cinco años y estoy casi sin ahorros".
"Llegue hace tres años a España; entré a trabajar a una empresa sin papeles; estaba contenta y di todo lo mejor de mí. Pero me hicieron la misma jugada que a todos ’los sin papeles’: de un día al otro, después de dos años de trabajo, me echaron sin pagarme un mes que había trabajado, sin darme explicaciones", testimonió Viviana, que vive en la ciudad Collado Villalba, en la Comunidad de Madrid. La joven argentina, de 24 años, explicó su situación en el foro de argentinos en España Patria Madre. Viviana decidió demandar a la empresa y ganó el juicio laboral. "Los españoles no son tontos como nos los pintan en la Argentina a los ’gallegos’. Estafan y tratan a todos los inmigrantes como mendigos. Vine buscando un futuro, a ganármelo a fuerza de mucho trabajo, y tuve la mala suerte de encontrarme con esta realidad", se lamentó Viviana, que cuenta con un título con orientación económica.
"El gobierno español no es mucho mejor (que el argentino) y hoy España es un país en decadencia económica, con miles de personas en el paro. No logré adaptar mi vida de inmigrante y al cabo de casi dos años de estar aquí volví a Buenos Aires, a mi casa, conseguí trabajo y la luché, la remé. La Argentina, sí, es un país con desprolijidades, con inseguridad y, quizás, con poco trabajo, pero a España le hace falta un cambio grande para volver a ser Primer Mundo", comentó Alejandra, que hoy vive en la localidad bonaerense de Tigre.
Hasta 2008, se encontraban empadronadas en España 290.281 personas nacidas en Argentina, según el Instituto Nacional de Estadísticas. Los argentinos constituyen el grupo de inmigrantes en España con más alta preparación, ya que un 27,6% de los empadronados mayores de 16 años completó estudios universitarios y el 34,3%, el secundario. En contraste, los universitarios de los restantes países latinoamericanos promedian un 15%; los asiáticos, un 15,7%, y los africanos, un 6,5%. (Especial)
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