02 Marzo 2010
Hay algo que los números no dicen
El turismo debe ser una actividad que satisfaga a viajeros de todos los bolsillos. Tucumán tiene una base hotelera importante; falta calidad. Por José Názaro - Redacción LA GACETA.
Hugo y Julio no tienen en común ni siquiera la edad. El primero es un juez jubilado de 67 años y el segundo, un estudiante de Comunicación Social de 26. Aunque no lo imaginen, ambos juegan un rol mínimo, pero fundamental en el desarrollo del turismo en Tucumán: viajan, y sus respectivas experiencias (reales) reflejan la disparidad que hay en los recursos y estrategias para satisfacer las demandas de los turistas que recorren la provincia.
Desde el momento en el que bajó del avión proveniente de Buenos Aires, Hugo comenzó a padecer. El aire acondicionado del aeropuerto no estaba encendido, tuvo que esperar media hora para conseguir un taxi y el viaje desde el Benjamín Matienzo hasta la plaza Independencia le costó $ 60. Fuera de la capital (en Amaicha y hasta en Tafí del Valle) se tuvo que conformar con alojamientos en los que se sintió incómodo. No sabe si volverá.
Julio, tucumano, participó de la Fiesta Nacional de la Pachamama y, aunque tuvo que compartir la habitación con personas que no conocía, la pasó bien. Es más, a un grupo de amigos que se quejaba por la falta de infraestructura en Amaicha, les respondió: "si no les gusta, no vayan".
Este año hubo turistas por todos lados. Entre enero y febrero se movilizaron alrededor de 200.000 veraneantes (la mayoría tucumanos) hacia las villas veraniegas. Este número refleja la importancia del turismo interno (en el plano nacional, de 20 millones de viajeros que circulan anualmente por el país, 16 millones son argentinos). Los números dicen mucho, pero no todo. ¿Qué pasa con aquellos que, como Hugo (argentinos o extranjeros), están dispuestos a gastar sumas importantes de dinero en sus viajes y que no encuentran servicios que lo satisfagan?
En Purmamarca, Jujuy, el éxito de las inversiones millonarias en hotelería no sólo benefició a los empresarios, sino también a otros sectores sociales, como el joven jujeño que estudió Turismo y consiguió trabajo y el lugareño que siembra papines andinos en media hectárea y que los vende a las cocinas de estos establecimientos.
El año pasado se inauguraron 11 hoteles en Tucumán. Pero todavía faltan los alojamientos cinco estrellas. El presidente del Ente Tucumán Turismo, Bernardo Racedo Aragón, promete que se concretarán dos proyectos. Hoteles de menor categoría, hosterías, hostels y campings se distribuyen por toda la provincia. Pero el interno -gasolero, en muchos casos- no es todo el turismo, aunque es innegable que representa una gran masa económica en movimiento. El mismo Racedo Aragón admite que la cantidad de habitaciones para el público de alta gama es limitada.
Tucumán ya tiene una base hotelera que responde a las necesidades de distintos bolsillos. Lo que falta es más calidad. De esa manera, Hugo y Julio tendrán algo en común: los dos -y no sólo uno- querrán volver.
Desde el momento en el que bajó del avión proveniente de Buenos Aires, Hugo comenzó a padecer. El aire acondicionado del aeropuerto no estaba encendido, tuvo que esperar media hora para conseguir un taxi y el viaje desde el Benjamín Matienzo hasta la plaza Independencia le costó $ 60. Fuera de la capital (en Amaicha y hasta en Tafí del Valle) se tuvo que conformar con alojamientos en los que se sintió incómodo. No sabe si volverá.
Julio, tucumano, participó de la Fiesta Nacional de la Pachamama y, aunque tuvo que compartir la habitación con personas que no conocía, la pasó bien. Es más, a un grupo de amigos que se quejaba por la falta de infraestructura en Amaicha, les respondió: "si no les gusta, no vayan".
Este año hubo turistas por todos lados. Entre enero y febrero se movilizaron alrededor de 200.000 veraneantes (la mayoría tucumanos) hacia las villas veraniegas. Este número refleja la importancia del turismo interno (en el plano nacional, de 20 millones de viajeros que circulan anualmente por el país, 16 millones son argentinos). Los números dicen mucho, pero no todo. ¿Qué pasa con aquellos que, como Hugo (argentinos o extranjeros), están dispuestos a gastar sumas importantes de dinero en sus viajes y que no encuentran servicios que lo satisfagan?
En Purmamarca, Jujuy, el éxito de las inversiones millonarias en hotelería no sólo benefició a los empresarios, sino también a otros sectores sociales, como el joven jujeño que estudió Turismo y consiguió trabajo y el lugareño que siembra papines andinos en media hectárea y que los vende a las cocinas de estos establecimientos.
El año pasado se inauguraron 11 hoteles en Tucumán. Pero todavía faltan los alojamientos cinco estrellas. El presidente del Ente Tucumán Turismo, Bernardo Racedo Aragón, promete que se concretarán dos proyectos. Hoteles de menor categoría, hosterías, hostels y campings se distribuyen por toda la provincia. Pero el interno -gasolero, en muchos casos- no es todo el turismo, aunque es innegable que representa una gran masa económica en movimiento. El mismo Racedo Aragón admite que la cantidad de habitaciones para el público de alta gama es limitada.
Tucumán ya tiene una base hotelera que responde a las necesidades de distintos bolsillos. Lo que falta es más calidad. De esa manera, Hugo y Julio tendrán algo en común: los dos -y no sólo uno- querrán volver.