19 Febrero 2010
ESTOICOS. Según una leyenda, los indios se convirtieron en cardones. gentileza julio marengo
Por los Valles Calchaquíes habitan miles de leyendas y mitos cuyo origen se deconoce y que circularon de boca en boca a través de las generaciones. El sitio arqueológico Los Cardoncitos remite inmediatamente a una historia del repertorio popular.
Cuenta la leyenda que los cardones que hay en los valles, en especial en el camino a Amaicha del Valle, son indios que, convertidos en plantas, aún vigilan los valles y los cerros. Ellos velan por la felicidad de sus habitantes, para que nunca más sean perturbados por extraños que conquistan tierras.
Pero lo más trágico es saber cómo se convirtieron en plantas. Se cuenta que en épocas de la conquista, el Inca, al ver que los españoles estaban dominando y martirizando a su pueblo, envió emisarios a los cuatro puntos del imperio para organizar las tropas y así dar un golpe mortal al invasor.
Para ello, los guerreros se apostaron en puntos claves por donde pasarían los conquistadores, esperando la orden de atacarlos por sorpresa. Pero esta orden nunca llegó, pues los chasquis enviados fueron capturados en el camino y el Inca fue atrapado, torturado y asesinado.
Los valientes indios esperaron sin descanso y vieron, desorbitados, pasar las tropas europeas sin recibir la orden de atacar. Pasó el tiempo y quedaron en sus puestos, desolados. La piadosa Pachamama los fue adormeciendo y haciéndolos parte de ella y así comenzaron a unirse sus pies a la greda. La Madre Tierra los cubrió de espinas para evitar que los dañaran en su sueño eterno.
Se dice que aún hoy estos estoicos vigías esperan la orden que nunca llegará.
Cuenta la leyenda que los cardones que hay en los valles, en especial en el camino a Amaicha del Valle, son indios que, convertidos en plantas, aún vigilan los valles y los cerros. Ellos velan por la felicidad de sus habitantes, para que nunca más sean perturbados por extraños que conquistan tierras.
Pero lo más trágico es saber cómo se convirtieron en plantas. Se cuenta que en épocas de la conquista, el Inca, al ver que los españoles estaban dominando y martirizando a su pueblo, envió emisarios a los cuatro puntos del imperio para organizar las tropas y así dar un golpe mortal al invasor.
Para ello, los guerreros se apostaron en puntos claves por donde pasarían los conquistadores, esperando la orden de atacarlos por sorpresa. Pero esta orden nunca llegó, pues los chasquis enviados fueron capturados en el camino y el Inca fue atrapado, torturado y asesinado.
Los valientes indios esperaron sin descanso y vieron, desorbitados, pasar las tropas europeas sin recibir la orden de atacar. Pasó el tiempo y quedaron en sus puestos, desolados. La piadosa Pachamama los fue adormeciendo y haciéndolos parte de ella y así comenzaron a unirse sus pies a la greda. La Madre Tierra los cubrió de espinas para evitar que los dañaran en su sueño eterno.
Se dice que aún hoy estos estoicos vigías esperan la orden que nunca llegará.
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