03 Enero 2010
SUMAR. Lelia Albarracín reconoció el aporte que hicieron estudiosos del quichua como Domingo Bravo. LA GACETA/ARCHIVO
Para graficar cómo se discrimina a los quichuahablantes, Lelia Albarracín suele contar esta anécdota: "en un hospital de Tucumán vive una mujer que se llama Argentina y a la que le habían diagnosticado un retraso mental, porque no se podían comunicar con ella. Tardaron un tiempo en darse cuenta de que ella no tiene ningún retraso mental; que lo que le pasa es que no entiende cuando le hablan, porque sólo habla quichua".
Lelia Inés Albarracín de Alderetes es profesora de Francés, pero se dedicó al estudio del quichua como una "militancia por los derechos lingüísticos", como ella misma define. En ese contexto es que ha editado "La quichua", un libro de gramática y diccionario del idioma que hablaron las comunidades originarias de esta parte del continente y que han dejado su sello en el habla de los norteños.
- ¿Cuál es el "mapa" de la lengua quichua?
- Es la familia lingüística que comprende a todas las variedades que se hablan desde Colombia hasta el norte de Argentina. Son comunidades del período incaico, es la época en la que ha tenido mayor difusión la lengua, y esa expansión indica que entre esas comunidades hubo un intenso intercambio, en todos los ámbitos.
-¿Cómo una profesora de Francés llega a interesarse por el quichua?
- Porque me gustan las lenguas y porque mis ancestros provienen de Santiago del Estero. Con el correr del tiempo, más allá de los aspectos lingüísticos, comencé a interesarme en la problemática social asociada a los hablantes de las lenguas minorizadas. Mi militancia por los derechos lingüísticos entendidos como un aspecto de los derechos humanos, marcó definitivamente el rumbo de mis investigaciones. El quechua es una lengua que no tiene el prestigio de otras lenguas, como otras lenguas originarias de América que han ido cediendo territorio en aras del inglés, del francés y del portugués. A veces se olvida que la lengua es también un instrumento de poder. No todos tenemos el privilegio de ser alfabetizados en nuestra lengua materna.
-¿Por qué quedó el quichua enraizado en Santiago del Estero y no en otras provincias del NOA?
- La cuestión de por qué quedó enraizado el quichua en Santiago del Estero y no en todo el Noroeste, donde fue hablado hasta fines del siglo XIX y quizás hasta principios del XX, no es una cuestión muy sencilla de analizar. Por empezar, aún está sin resolución el origen mismo del quichua santiagueño, una lengua que probablemente fue la fusión de dos variedades quechuas de diferente origen. Es muy probable que en Santiago haya habido colonias de origen ecuatoriano traídas por los incas. Durante el período colonial, el quichua llegó a desplazar al español, al punto tal que fue necesaria la intervención del Rey de España prohibiendo su uso. En el período republicano, los caudillos regionales pertenecientes a las clases altas, usaban el quichua para comunicarse con sus empleados y sus tropas. Por último, el hecho de que el quichua fuera considerado por la cultura hegemónica como una lengua mestiza y no una lengua indígena, evitó su persecución como sí ocurrió con las otras lenguas indígenas. Este último aspecto, que entre los siglos XIX y XX protegió al quichua, paradójicamente hoy se vuelve en contra de la lengua, ya que los organismos oficiales no la reconocen como lengua indígena y por lo tanto la marginan de los planes sociales y educativos destinados a los pueblos originarios.
- ¿Cómo se ha insertado el tema en el plano educativo?
- Precisamente, en el plano educativo, los programas oficiales de educación intercultural bilingüe están concebidos únicamente para los espacios indígenas. A nuestros funcionarios les resulta imposible comprender que la educación intercultural debe ser una educación para todos y no para una reserva indígena. Sería auspicioso que las lenguas indígenas sean enseñadas a todos, dominados y dominantes. Que nuestros niños y jóvenes tengan la oportunidad de acceder en el aula, tanto a una lengua extranjera como a una lengua originaria de América. Más aún, en la formación de los docentes para que puedan entender que la forma de hablar tan particular de nuestra población, diferente al español estándar que ofrecen los libros, tiene su explicación en la secular convivencia del quichua con el español, con múltiples procesos de transferencia lingüística que no han sido convenientemente estudiados en nuestras universidades.
- ¿En qué difiere su abordaje del que encaró, por ejemplo, Domingo Bravo en sus estudios sobre la lengua quichua?
- Los estudios sobre esta lengua han recibido, a lo largo de 50 años, el aporte de varios investigadores, entre ellos Domingo Bravo, cuya contribución fue muy valiosa en la etapa precientífica de la lengua, entre 1953 y 1964 aproximadamente. A partir de la década del 80 los aportes provienen fundamentalmente de investigadores extranjeros, todos ellos muy prestigiosos, como Rodolfo Cerrón-Palomino, Willem Adelaar, Germán de Granda, Wilem de Reuse, Eric Courthes, Gerardo Lorenzino, Pablo Kirtchuk, entre otros, y en el plano nacional Ricardo Nardi, Jorge Alderetes y Mario Tebes. Las investigaciones correspondientes a la etapa científica de los estudios del quichua dejan de lado la visión hispanocéntrica y europeizante de la lengua, es decir, los modelos de análisis grecolatinos, para privilegiar una visión desde la propia lengua, desde sus propios mecanismos internos. Por ello, las antiguas gramáticas quichuas que usan, por ejemplo, los casos de declinación del latín o reglas ortográficas hispánicas, han sido dejadas de lado y sólo son utilizadas por los investigadores que se interesan en la lingüística histórica.
- ¿Por qué puede interesarle estudiar quichua a un estudioso europeo?
- Hay una corriente que trabaja a favor de las lenguas que están en peligro de extinción. Así como nos planteamos que así como se defienden especies animales o vegetales, ¿por qué no trabajar en la defensa de las lenguas, que son patrimonio de toda la humanidad?
- ¿Cuáles son los términos que nos han dejado como legado?
Aquellas palabras que tienen que ver con las partes más íntimas del cuerpo y que usamos cotidianamente vienen del quichua, lo que habla del arraigo que ha tenido la lengua en nuestra comunidad. Por otra parte, un catalán, Joaquín Tusón, nos señala que los españoles, la lengua dominante, han tomado de nosotros palabras que tienen que ver con nuestra producción, con el trabajo del hombre, con la explotación: papa, choclo. En cambio, nos han traído la palabra "pecado", la palabra "infierno". En el quichua no existe el verbo "tener", porque no estaba presente la propiedad privada. Es muy común que usemos en el norte la expresión ¿qué no? Es la traducción directa de una expresión quichua que se escribe "manachu". Sin embargo, es muy frecuente que un docente corrija a un alumno cuando usa esa expresión. Y lo hace porque desconoce su origen. No tiene en cuenta que esa expresión forma parte de una lengua que está luchando por sobrevivir. Entonces, al corregir, el docente destruye un código subyacente.
-Lo que tendría que hacer es decirle: "esto no va en el habla coloquial española, pero lo que vos hacés es reproducir formas del quichua"...
- Exacto, y no lo hace porque no lo sabe.
-Se sabe cuántos términos heredados del quichua están en nuestro hablar cotidiano?
- En el español cotidiano usamos cerca de 200 palabras que provienen del quichua. Y no sólo se trata de palabras sueltas, sino de estructuras, como, por ejemplo: cómo has amanecido. Creo que eso es una muestra de la importancia que ha tenido la lengua hasta fines del siglo XIX, principios del XX. Y después, lo que hemos hecho ha sido reconstruir el español sobre la base del quichua. De ahí viene esa forma tan particular de hablar que tenemos en el norte argentino. Es una reconstrucción del español sobre la base de las estructuras del quichua. Por ejemplo, el uso de los tiempos compuestos es una constante. Un concepto muy rico en el quichua es la palabra "pacha", que condensa en su significado dos conceptos: tiempo y espacio. Algo que la cultura occidental lo trabaja a partir del siglo XX, con Einstein, estaba ya en la lengua quichua.
Lelia Inés Albarracín de Alderetes es profesora de Francés, pero se dedicó al estudio del quichua como una "militancia por los derechos lingüísticos", como ella misma define. En ese contexto es que ha editado "La quichua", un libro de gramática y diccionario del idioma que hablaron las comunidades originarias de esta parte del continente y que han dejado su sello en el habla de los norteños.
- ¿Cuál es el "mapa" de la lengua quichua?
- Es la familia lingüística que comprende a todas las variedades que se hablan desde Colombia hasta el norte de Argentina. Son comunidades del período incaico, es la época en la que ha tenido mayor difusión la lengua, y esa expansión indica que entre esas comunidades hubo un intenso intercambio, en todos los ámbitos.
-¿Cómo una profesora de Francés llega a interesarse por el quichua?
- Porque me gustan las lenguas y porque mis ancestros provienen de Santiago del Estero. Con el correr del tiempo, más allá de los aspectos lingüísticos, comencé a interesarme en la problemática social asociada a los hablantes de las lenguas minorizadas. Mi militancia por los derechos lingüísticos entendidos como un aspecto de los derechos humanos, marcó definitivamente el rumbo de mis investigaciones. El quechua es una lengua que no tiene el prestigio de otras lenguas, como otras lenguas originarias de América que han ido cediendo territorio en aras del inglés, del francés y del portugués. A veces se olvida que la lengua es también un instrumento de poder. No todos tenemos el privilegio de ser alfabetizados en nuestra lengua materna.
-¿Por qué quedó el quichua enraizado en Santiago del Estero y no en otras provincias del NOA?
- La cuestión de por qué quedó enraizado el quichua en Santiago del Estero y no en todo el Noroeste, donde fue hablado hasta fines del siglo XIX y quizás hasta principios del XX, no es una cuestión muy sencilla de analizar. Por empezar, aún está sin resolución el origen mismo del quichua santiagueño, una lengua que probablemente fue la fusión de dos variedades quechuas de diferente origen. Es muy probable que en Santiago haya habido colonias de origen ecuatoriano traídas por los incas. Durante el período colonial, el quichua llegó a desplazar al español, al punto tal que fue necesaria la intervención del Rey de España prohibiendo su uso. En el período republicano, los caudillos regionales pertenecientes a las clases altas, usaban el quichua para comunicarse con sus empleados y sus tropas. Por último, el hecho de que el quichua fuera considerado por la cultura hegemónica como una lengua mestiza y no una lengua indígena, evitó su persecución como sí ocurrió con las otras lenguas indígenas. Este último aspecto, que entre los siglos XIX y XX protegió al quichua, paradójicamente hoy se vuelve en contra de la lengua, ya que los organismos oficiales no la reconocen como lengua indígena y por lo tanto la marginan de los planes sociales y educativos destinados a los pueblos originarios.
- ¿Cómo se ha insertado el tema en el plano educativo?
- Precisamente, en el plano educativo, los programas oficiales de educación intercultural bilingüe están concebidos únicamente para los espacios indígenas. A nuestros funcionarios les resulta imposible comprender que la educación intercultural debe ser una educación para todos y no para una reserva indígena. Sería auspicioso que las lenguas indígenas sean enseñadas a todos, dominados y dominantes. Que nuestros niños y jóvenes tengan la oportunidad de acceder en el aula, tanto a una lengua extranjera como a una lengua originaria de América. Más aún, en la formación de los docentes para que puedan entender que la forma de hablar tan particular de nuestra población, diferente al español estándar que ofrecen los libros, tiene su explicación en la secular convivencia del quichua con el español, con múltiples procesos de transferencia lingüística que no han sido convenientemente estudiados en nuestras universidades.
- ¿En qué difiere su abordaje del que encaró, por ejemplo, Domingo Bravo en sus estudios sobre la lengua quichua?
- Los estudios sobre esta lengua han recibido, a lo largo de 50 años, el aporte de varios investigadores, entre ellos Domingo Bravo, cuya contribución fue muy valiosa en la etapa precientífica de la lengua, entre 1953 y 1964 aproximadamente. A partir de la década del 80 los aportes provienen fundamentalmente de investigadores extranjeros, todos ellos muy prestigiosos, como Rodolfo Cerrón-Palomino, Willem Adelaar, Germán de Granda, Wilem de Reuse, Eric Courthes, Gerardo Lorenzino, Pablo Kirtchuk, entre otros, y en el plano nacional Ricardo Nardi, Jorge Alderetes y Mario Tebes. Las investigaciones correspondientes a la etapa científica de los estudios del quichua dejan de lado la visión hispanocéntrica y europeizante de la lengua, es decir, los modelos de análisis grecolatinos, para privilegiar una visión desde la propia lengua, desde sus propios mecanismos internos. Por ello, las antiguas gramáticas quichuas que usan, por ejemplo, los casos de declinación del latín o reglas ortográficas hispánicas, han sido dejadas de lado y sólo son utilizadas por los investigadores que se interesan en la lingüística histórica.
- ¿Por qué puede interesarle estudiar quichua a un estudioso europeo?
- Hay una corriente que trabaja a favor de las lenguas que están en peligro de extinción. Así como nos planteamos que así como se defienden especies animales o vegetales, ¿por qué no trabajar en la defensa de las lenguas, que son patrimonio de toda la humanidad?
- ¿Cuáles son los términos que nos han dejado como legado?
Aquellas palabras que tienen que ver con las partes más íntimas del cuerpo y que usamos cotidianamente vienen del quichua, lo que habla del arraigo que ha tenido la lengua en nuestra comunidad. Por otra parte, un catalán, Joaquín Tusón, nos señala que los españoles, la lengua dominante, han tomado de nosotros palabras que tienen que ver con nuestra producción, con el trabajo del hombre, con la explotación: papa, choclo. En cambio, nos han traído la palabra "pecado", la palabra "infierno". En el quichua no existe el verbo "tener", porque no estaba presente la propiedad privada. Es muy común que usemos en el norte la expresión ¿qué no? Es la traducción directa de una expresión quichua que se escribe "manachu". Sin embargo, es muy frecuente que un docente corrija a un alumno cuando usa esa expresión. Y lo hace porque desconoce su origen. No tiene en cuenta que esa expresión forma parte de una lengua que está luchando por sobrevivir. Entonces, al corregir, el docente destruye un código subyacente.
-Lo que tendría que hacer es decirle: "esto no va en el habla coloquial española, pero lo que vos hacés es reproducir formas del quichua"...
- Exacto, y no lo hace porque no lo sabe.
-Se sabe cuántos términos heredados del quichua están en nuestro hablar cotidiano?
- En el español cotidiano usamos cerca de 200 palabras que provienen del quichua. Y no sólo se trata de palabras sueltas, sino de estructuras, como, por ejemplo: cómo has amanecido. Creo que eso es una muestra de la importancia que ha tenido la lengua hasta fines del siglo XIX, principios del XX. Y después, lo que hemos hecho ha sido reconstruir el español sobre la base del quichua. De ahí viene esa forma tan particular de hablar que tenemos en el norte argentino. Es una reconstrucción del español sobre la base de las estructuras del quichua. Por ejemplo, el uso de los tiempos compuestos es una constante. Un concepto muy rico en el quichua es la palabra "pacha", que condensa en su significado dos conceptos: tiempo y espacio. Algo que la cultura occidental lo trabaja a partir del siglo XX, con Einstein, estaba ya en la lengua quichua.