06 Diciembre 2009
EN SU TINTA. Bernardo Erlich dibuja sus viñetas para el diario "El País" de España desde su Tucumán natal. LA GACETA/OSCAR FERRONATO
"Cuestionar el fenómeno de contacto de las redes sociales es como cuestionar la esquina que usan los chicos para encontrarse", afirma Bernardo Erlich, el humorista gráfico y dibujante tucumano que le ha dado la forma visual a la "familia Bertotti", los personajes creados por el argentino Hernán Casciari que se hicieron famosos desde un blog en el diario "El País" de Madrid. A partir de esa experiencia, Erlich, que sigue viviendo en Tucumán, se convirtió en un viñetista "a control remoto" del diario más importante de habla hispana. "Internet -enfatiza el humorista- es una ventana global que no hay que perderse".
-¿Cómo es esto de vivir en Tucumán y trabajar en Europa?
- Es raro, es mágico, y es algo que no me deja de asombrar. Pero yo me considero un hijo de internet. Internet, de alguna manera, ha terminado con cierto tipo de filiaciones más locales, y nos ha permitido, desde 1995, establecer contactos globales. En otra época hubiera resultado imposible trabajar para "El País" de Madrid sin pasar por Buenos Aires. Lo mismo vale para trabajos que hice para diarios del país vasco, sin haber pasado por Madrid.
- Pero un humorista, por lo general, opera con registros locales?
- Es todo un tema. Yo tengo colegas que manejan muy bien los registros locales, tanto en Tucumán como en el resto del país. Pero a mí lo que me interesaba era detectar los factores constantes que hacen que uno pueda hacer una viñeta, o escribir algo en Tucumán, y que lo lean en otro sitio del mundo. Yo me he criado mirando televisión, y me gustan mucho las "sitcoms", las comedias norteamericanas de 30 minutos, que de Seinfield en adelante son cada vez mejores. Lo que me interesa es ver cómo hace ese tipo que vive en Nueva York para hacer observaciones sobre la cultura urbana que me impacten a mí, que vivo en una urbe de un país de la periferia.
-¿Cómo se hace?
- Evidentemente, se va a una constante que tiene que ver con la condición humana. Lo que he hecho ha sido, en un comienzo, tocar temas más o menos reconocibles, como situaciones de pareja, o diálogos de chicos, o sobre animales. Eso me ha permitido tratar de encontrar los puntos comunes entre el lector español y el mío. Por otro lado, también me ha permitido zafar de la impronta del registro de la realidad política que muchas veces busca el lector en humoristas de su lugar. Por lo pronto, en Argentina, desde los mediados de los 60, el lector ha buscado siempre humor político. Fijate que en los diarios no hay medio que no tenga un editorialista político que dibuje. "Página 12" los tiene a Daniel Paz y a Rudy, con el chistecito de la esquina y "Clarín" lo tiene a Sábat.
-¿Por qué esa demanda?
- Porque el lector necesita que su humorista de cabecera le pegue al poder, o que diga lo que él no dice, porque no tiene voz para decirlo. Es un lindo registro, pero apunta más a la coyuntura. Dibujando de acá para allá, yo tenía que ir a situaciones más globales, a otro tipo de microanécdotas, por decirlo de alguna manera. Además, en este ínterin ha ocurrido una situación global, compleja que, en lo que a mi trabajo respecta, me ha favorecido. Porque yo estaba escribiendo desde un lugar en crisis para un lugar en el que, aparentemente, todo andaba bien. Pero la irrupción de la incertidumbre económica y ecológica, la guerra, terminaron "acercándome" más a ese lector.
- Y a vos no te interesa trabajar los "grandes" temas?
-En realidad, me gustan más las situaciones más reflexivas. Anteayer he hecho una viñeta en la que un tipo con pinta de opulento dice; "donde ustedes ven el vaso medio vacío, yo veo el vaso medio lleno de whisky de fina malta escocesa añejado 50 años".
- ¿Cuándo se te ocurrió hacer humor gráfico?
- Me gusta cómo se definía el humorista histórico de Saturday Live Night. El decía: "yo canto y bailo". Yo digo: "yo dibujo y escribo". Lo que uno hace no es necesariamente humor, a veces son reflexiones que uno se permite colar desde una viñeta, colar un pensamiento desde el dibujo. Yo escribo y dibujo desde que me acuerdo.
- ¿De qué te ha servido tu participación en el "blog de la mujer gorda"?
- Nunca le voy a terminar de agradecer a Hernán (Casciari) y al personaje, Mirta Bertotti, el haberme metido en internet, y, en particular, el haberme metido en ese barco. Ahora he estado en España, y la versión teatral del Blog de la mujer gorda, "Más respeto que soy tu madre", es un éxito. Ahora, Campanella lo lleva al cine, con Carmen Maura como protagonista. Pero cuando Hernán y yo empezamos a trabajar, en 2004, era un juego. Nos juntábamos a jugar por internet. El me había conocido por mis dibujos en unos cuantos blogs. Me acuerdo que un sábado me escribió y me propuso ponerles cara a los Bertotti. Le diseñé la gráfica de los personajes, estuvimos toda la tarde trabajando y empezamos a sacarlos. De las tres veces que él escribía, una vez a la semana salía con dibujo. Cuando lo llamó Random House para editar el libro, fue con dibujos.
- Esto nos lleva a reflexionar sobre las relaciones virtuales?.
- Creo que internet ha venido a borrar las barreras, porque cualquier tipo medianamente curioso que le encontró un poco de gusto internet le ha podido encontrar la vuelta. Con la gente de "El País" yo tampoco me conocía cara a cara hasta hace unos meses.
- ¿Te sentís cómodo en las redes sociales?
- Sí, yo creo que se la demoniza a internet porque se la desconoce. El gran miedo de todo el mundo es que internet sea una cueva de ladrones, de pederastas. Y creo que si al chico le decís eso, lo asustás a cuenta de nada, porque la vida está llena de ladrones, de pederastas. Pero también está llena de otras cosas, no es solamente sus márgenes oscuros. Y yo creo que cuando uno vive en una provincia periférica de un país periférico, no se puede perder esta ventana global. Cuestionarse las redes sociales, que son un fenómeno de contacto en internet es casi como cuestionar la esquina en la que los chicos se juntan para mirarse pasar.
- ¿No se pierde algo al no tener el cara a cara?
- Es que el cara a cara finalmente se va a dar, si la relación finalmente prospera, sea una relación laboral o privada.
- ¿Por qué tanta gente de más de 40 le tiene miedo a internet?
- Porque la gente de más de 40 le tiene miedo a todo. Además, manejarse tecnológicamente en el mundo requiere un aprendizaje. Es cierto que a través del miedo generamos nuestros mecanismos de protección. Pero lo que pasa es que si el miedo te paraliza, te termina aislando. Yo me he enterado de que mi hija mayor estaba embarazada a través de Skype, cuando estaba en España, y ella chateaba con su otra hermana. Y le he podido ver la cara mientras me lo decía, por la webcam. Mi hija menor tiene su computadora. Y si está en la casa, por un programa de chat me consulta por ahí alguna duda que tenga de la escuela, y yo le contesto, y le mando algún link que le pueda servir.
-¿Y le formulás advertencias a tu hija?
- Sí, claro, pero son las mismas advertencias que le hacés antes de que salga a la calle: "mirá antes de cruzar, no hablés con extraños, no vuelvas sola a la casa". Internet es como en la vida, no es ni más ni menos: en la vida hay de todo, hay buenos y hay malos.
-¿Cómo es esto de vivir en Tucumán y trabajar en Europa?
- Es raro, es mágico, y es algo que no me deja de asombrar. Pero yo me considero un hijo de internet. Internet, de alguna manera, ha terminado con cierto tipo de filiaciones más locales, y nos ha permitido, desde 1995, establecer contactos globales. En otra época hubiera resultado imposible trabajar para "El País" de Madrid sin pasar por Buenos Aires. Lo mismo vale para trabajos que hice para diarios del país vasco, sin haber pasado por Madrid.
- Pero un humorista, por lo general, opera con registros locales?
- Es todo un tema. Yo tengo colegas que manejan muy bien los registros locales, tanto en Tucumán como en el resto del país. Pero a mí lo que me interesaba era detectar los factores constantes que hacen que uno pueda hacer una viñeta, o escribir algo en Tucumán, y que lo lean en otro sitio del mundo. Yo me he criado mirando televisión, y me gustan mucho las "sitcoms", las comedias norteamericanas de 30 minutos, que de Seinfield en adelante son cada vez mejores. Lo que me interesa es ver cómo hace ese tipo que vive en Nueva York para hacer observaciones sobre la cultura urbana que me impacten a mí, que vivo en una urbe de un país de la periferia.
-¿Cómo se hace?
- Evidentemente, se va a una constante que tiene que ver con la condición humana. Lo que he hecho ha sido, en un comienzo, tocar temas más o menos reconocibles, como situaciones de pareja, o diálogos de chicos, o sobre animales. Eso me ha permitido tratar de encontrar los puntos comunes entre el lector español y el mío. Por otro lado, también me ha permitido zafar de la impronta del registro de la realidad política que muchas veces busca el lector en humoristas de su lugar. Por lo pronto, en Argentina, desde los mediados de los 60, el lector ha buscado siempre humor político. Fijate que en los diarios no hay medio que no tenga un editorialista político que dibuje. "Página 12" los tiene a Daniel Paz y a Rudy, con el chistecito de la esquina y "Clarín" lo tiene a Sábat.
-¿Por qué esa demanda?
- Porque el lector necesita que su humorista de cabecera le pegue al poder, o que diga lo que él no dice, porque no tiene voz para decirlo. Es un lindo registro, pero apunta más a la coyuntura. Dibujando de acá para allá, yo tenía que ir a situaciones más globales, a otro tipo de microanécdotas, por decirlo de alguna manera. Además, en este ínterin ha ocurrido una situación global, compleja que, en lo que a mi trabajo respecta, me ha favorecido. Porque yo estaba escribiendo desde un lugar en crisis para un lugar en el que, aparentemente, todo andaba bien. Pero la irrupción de la incertidumbre económica y ecológica, la guerra, terminaron "acercándome" más a ese lector.
- Y a vos no te interesa trabajar los "grandes" temas?
-En realidad, me gustan más las situaciones más reflexivas. Anteayer he hecho una viñeta en la que un tipo con pinta de opulento dice; "donde ustedes ven el vaso medio vacío, yo veo el vaso medio lleno de whisky de fina malta escocesa añejado 50 años".
- ¿Cuándo se te ocurrió hacer humor gráfico?
- Me gusta cómo se definía el humorista histórico de Saturday Live Night. El decía: "yo canto y bailo". Yo digo: "yo dibujo y escribo". Lo que uno hace no es necesariamente humor, a veces son reflexiones que uno se permite colar desde una viñeta, colar un pensamiento desde el dibujo. Yo escribo y dibujo desde que me acuerdo.
- ¿De qué te ha servido tu participación en el "blog de la mujer gorda"?
- Nunca le voy a terminar de agradecer a Hernán (Casciari) y al personaje, Mirta Bertotti, el haberme metido en internet, y, en particular, el haberme metido en ese barco. Ahora he estado en España, y la versión teatral del Blog de la mujer gorda, "Más respeto que soy tu madre", es un éxito. Ahora, Campanella lo lleva al cine, con Carmen Maura como protagonista. Pero cuando Hernán y yo empezamos a trabajar, en 2004, era un juego. Nos juntábamos a jugar por internet. El me había conocido por mis dibujos en unos cuantos blogs. Me acuerdo que un sábado me escribió y me propuso ponerles cara a los Bertotti. Le diseñé la gráfica de los personajes, estuvimos toda la tarde trabajando y empezamos a sacarlos. De las tres veces que él escribía, una vez a la semana salía con dibujo. Cuando lo llamó Random House para editar el libro, fue con dibujos.
- Esto nos lleva a reflexionar sobre las relaciones virtuales?.
- Creo que internet ha venido a borrar las barreras, porque cualquier tipo medianamente curioso que le encontró un poco de gusto internet le ha podido encontrar la vuelta. Con la gente de "El País" yo tampoco me conocía cara a cara hasta hace unos meses.
- ¿Te sentís cómodo en las redes sociales?
- Sí, yo creo que se la demoniza a internet porque se la desconoce. El gran miedo de todo el mundo es que internet sea una cueva de ladrones, de pederastas. Y creo que si al chico le decís eso, lo asustás a cuenta de nada, porque la vida está llena de ladrones, de pederastas. Pero también está llena de otras cosas, no es solamente sus márgenes oscuros. Y yo creo que cuando uno vive en una provincia periférica de un país periférico, no se puede perder esta ventana global. Cuestionarse las redes sociales, que son un fenómeno de contacto en internet es casi como cuestionar la esquina en la que los chicos se juntan para mirarse pasar.
- ¿No se pierde algo al no tener el cara a cara?
- Es que el cara a cara finalmente se va a dar, si la relación finalmente prospera, sea una relación laboral o privada.
- ¿Por qué tanta gente de más de 40 le tiene miedo a internet?
- Porque la gente de más de 40 le tiene miedo a todo. Además, manejarse tecnológicamente en el mundo requiere un aprendizaje. Es cierto que a través del miedo generamos nuestros mecanismos de protección. Pero lo que pasa es que si el miedo te paraliza, te termina aislando. Yo me he enterado de que mi hija mayor estaba embarazada a través de Skype, cuando estaba en España, y ella chateaba con su otra hermana. Y le he podido ver la cara mientras me lo decía, por la webcam. Mi hija menor tiene su computadora. Y si está en la casa, por un programa de chat me consulta por ahí alguna duda que tenga de la escuela, y yo le contesto, y le mando algún link que le pueda servir.
-¿Y le formulás advertencias a tu hija?
- Sí, claro, pero son las mismas advertencias que le hacés antes de que salga a la calle: "mirá antes de cruzar, no hablés con extraños, no vuelvas sola a la casa". Internet es como en la vida, no es ni más ni menos: en la vida hay de todo, hay buenos y hay malos.
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