02 Diciembre 2009
El arte es una expresión espiritual, una actividad del hombre que tiene a generar placer, entretenimiento y conocimiento en los otros. Un poema, una canción, una obra de teatro, por cierto, no pueden modificar la realidad o derrotar la miseria, pero sí pueden sensibilizar a las personas y convertirse en herramientas para que estas puedan expresar sus vivencias, sus dramas, para aspirar a una vida mejor. Es lo que se denomina arte social.
Ya desde hace un tiempo, artistas de distintos géneros vienen trabajando en los barrios marginales como sucede, por ejemplo, con "Sembrando arte", un proyecto que se desarrolla un docente en escenografía en los barrios Juan Pablo I, Juan Pablo II (El Sifón), 11 de Marzo y Los Plátanos. Comenzó con talleres de teatro y en 2004, se convirtieron en un programa que está a cargo de un grupo de talleristas y psicólogos que trabajan ad honorem y que despliegan actividades como danzas folclóricas, música, carpintería y electricidad, entre otras. En el barrio El Sifón, surgieron algunos elencos; uno de ellos está inscripto en el Instituto Nacional del Teatro. "La meta es erradicar las drogas del barrio. Yo sabía lo que tenía que hacer, pero no sabía cómo. Comenzamos con teatro y las demás artes surgieron por inquietud de la gente", contó.
Las artes plásticas también pueden convertirse en un vehículo para desarrollar la creatividad en sectores desfavorecidos. A partir de materiales de desecho, unos treinta chicos del Barrio El Cruce, guiados por dos plásticos, crearon formas e instalaciones con tapitas de gaseosas y diseñaron e hicieron disfraces con papeles y cartones. Según los coordinadores de esta experiencia, el objetivo es instalar talleres que posibiliten experiencias vinculadas a la creación artística, pero que a la vez permitan la creación de unidades productivas que puedan quedar funcionando y así dar respuestas laborales a los participantes del taller. Esta iniciativa cuenta con el apoyo del Ente de Cultura y de la organización de madres cuidadoras "Crecer Juntos", que brinda atención a 800 niños de los barrios Alberdi, Muñecas I y II, y Aguas Corrientes. Una de las organizadoras contó que el año que viene contarán con el aporte de "Vox. Arte+Literatura" y de "Eloísa Cartonera" con la idea de armar una editorial-imprenta cartonera; y se creará un taller experimental de textiles.
Desde hace unos quince años, Música Esperanza, el movimiento creado en 1982 por el pianista tucumano Miguel Angel Estrella, trabaja en el barrio Juan XXIII, conocido como La Bombilla. "Cuando me hice cargo del taller, los chicos tocaban flauta dulce y yo propuse arrancar con los instrumentos aerófonos andinos y con una metodología acorde con el contexto y con las posibilidades económicas. Se trataba de que ellos pudieran construir sus instrumentos con materiales muy baratos y que en poco tiempo aprendieran a hacer música. Todo eso, sumado a la posibilidad de generar música de manera colectiva; que, me parecía, era uno de los modos de integrar. La música, de por sí, integra; pero si uno propicia que esa música sea colectiva, integra mucho más", sostuvo su actual tallerista.
Desde la literatura, a través de la revista "VillaBom, el barrio al revés", cuyo octavo número se editó recientemente, los niños y adolescentes de "La Bombilla" pueden expresar sus inquietudes.
Son experiencias que no sólo deben estimularse, sino también ampliar. Por ejemplo, las Facultades de Artes y de Filosofía y Letras podrían organizar equipos de alumnos voluntarios dispuestos a desarrollar una tarea social en los sectores vulnerables no sólo con niños y adolescentes, sino también con adultos. Siempre es bueno recordar que educación y cultura constituyen la base del progreso de una comunidad.
Ya desde hace un tiempo, artistas de distintos géneros vienen trabajando en los barrios marginales como sucede, por ejemplo, con "Sembrando arte", un proyecto que se desarrolla un docente en escenografía en los barrios Juan Pablo I, Juan Pablo II (El Sifón), 11 de Marzo y Los Plátanos. Comenzó con talleres de teatro y en 2004, se convirtieron en un programa que está a cargo de un grupo de talleristas y psicólogos que trabajan ad honorem y que despliegan actividades como danzas folclóricas, música, carpintería y electricidad, entre otras. En el barrio El Sifón, surgieron algunos elencos; uno de ellos está inscripto en el Instituto Nacional del Teatro. "La meta es erradicar las drogas del barrio. Yo sabía lo que tenía que hacer, pero no sabía cómo. Comenzamos con teatro y las demás artes surgieron por inquietud de la gente", contó.
Las artes plásticas también pueden convertirse en un vehículo para desarrollar la creatividad en sectores desfavorecidos. A partir de materiales de desecho, unos treinta chicos del Barrio El Cruce, guiados por dos plásticos, crearon formas e instalaciones con tapitas de gaseosas y diseñaron e hicieron disfraces con papeles y cartones. Según los coordinadores de esta experiencia, el objetivo es instalar talleres que posibiliten experiencias vinculadas a la creación artística, pero que a la vez permitan la creación de unidades productivas que puedan quedar funcionando y así dar respuestas laborales a los participantes del taller. Esta iniciativa cuenta con el apoyo del Ente de Cultura y de la organización de madres cuidadoras "Crecer Juntos", que brinda atención a 800 niños de los barrios Alberdi, Muñecas I y II, y Aguas Corrientes. Una de las organizadoras contó que el año que viene contarán con el aporte de "Vox. Arte+Literatura" y de "Eloísa Cartonera" con la idea de armar una editorial-imprenta cartonera; y se creará un taller experimental de textiles.
Desde hace unos quince años, Música Esperanza, el movimiento creado en 1982 por el pianista tucumano Miguel Angel Estrella, trabaja en el barrio Juan XXIII, conocido como La Bombilla. "Cuando me hice cargo del taller, los chicos tocaban flauta dulce y yo propuse arrancar con los instrumentos aerófonos andinos y con una metodología acorde con el contexto y con las posibilidades económicas. Se trataba de que ellos pudieran construir sus instrumentos con materiales muy baratos y que en poco tiempo aprendieran a hacer música. Todo eso, sumado a la posibilidad de generar música de manera colectiva; que, me parecía, era uno de los modos de integrar. La música, de por sí, integra; pero si uno propicia que esa música sea colectiva, integra mucho más", sostuvo su actual tallerista.
Desde la literatura, a través de la revista "VillaBom, el barrio al revés", cuyo octavo número se editó recientemente, los niños y adolescentes de "La Bombilla" pueden expresar sus inquietudes.
Son experiencias que no sólo deben estimularse, sino también ampliar. Por ejemplo, las Facultades de Artes y de Filosofía y Letras podrían organizar equipos de alumnos voluntarios dispuestos a desarrollar una tarea social en los sectores vulnerables no sólo con niños y adolescentes, sino también con adultos. Siempre es bueno recordar que educación y cultura constituyen la base del progreso de una comunidad.
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