Por Abrehu Carlos
15 Noviembre 2009
El Congreso dominado por el kirchnerismo vive sus últimos días de gloria, producto de la edad dorada que el electorado sepultó el 28 de junio. Cumplió acabadamente con su papel de fuerza de apoyo del Gobierno, papel que se replicó en Tucumán con la Legislatura provincial.
Dentro de ese juego de poder, el alperovichismo satisfizo plenamente las expectativas de la Casa Rosada, ya que sus representantes en Diputados y en Senadores obedecieron a rajatabla y votaron todo lo que necesitaba Cristina Fernández de Kirchner. Ni Germán Alfaro, vapuleado por el gobernador José Alperovich por sus gestos de autonomía política en el ámbito comarcano, abandonó la disciplina de bloque.
El oficialismo hasta forzó la quiebra irreversible de la dinastía política de los Bussi, con el voto de Carlos Salazar para la aprobación de la Ley de Medios. Luis José Bussi, con el Partido Republicano Fundacional, y Ricardo Bussi, con Fuerza Republicana, se disputarán la herencia electoral, aunque el primero, aparentemente, cuenta con el auspicio del ex gobernador detenido por violaciones a los derechos humanos.
La lealtad de voto de los alperovichistas tucumanos no redundó en mayor libertad de acción política para la Provincia. Para 2010, se perfila un agravamiento de la dependencia financiera, porque renegociar la deuda provincial de $ 500 millones obligará a Alperovich a ser cada vez más cristinista, mientras Néstor lo observa atentamente.
Amado Boudou, ministro de Economía, prometió auxilio si se portan bien los gobernadores. En esto, Alperovich sobresale. Lejos está de emular a Mario Das Neves, el gobernador chubutense que se proclamó antikirchnerista a la par de Eduardo Duhalde.Tampoco imitará a su par salteño Juan Manuel Urtubey, que impulsa una línea crítica a la administración de Cristina, sin salir del partido gobernante.
Caras renovadas
Con la nueva camada, el oficialismo recuperará dos bancas en el Senado (Beatriz Rojkés de Alperovich y Sergio Mansilla), voces que serán incondicionales de Cristina. La oposición sentará al radical José Cano por la minoría. Rojkés de Alperovich ocupará el despacho que aún usa hoy Julio Miranda, y Cano el de Pinchetti de Sierra Morales.
La historia se repitió en este tramo: Miranda le cede un espacio institucional a otro miembro de la familia Alperovich.
En Diputados, el alperovichismo contará con un cupo de siete representantes y el Acuerdo Cívico y Social, con dos (Juan Casañas, del movimiento ruralista, y Norah Castaldo, de procedencia radical). Es en esta última rama del Congreso, donde el antikirchnerismo de signo peronista piensa librar una batalla estratégica por la presidencia, de incierto final. Para triunfar necesita de un sistema da alianzas de díficil construcción.
Quien ocupe aquella función en Diputados, decide cómo se constituyen las comisiones internas y hacia cuáles se giran los proyectos de ley. El ex gobernador bonaerense Felipe Solá trabajó arduamente para unificar el peronismo disidente en un interbloque federal. Ahora bien, los efectos del relevo político se experimentarán a partir de marzo, porque el matrimonio presidencial le pondrá candado durante el verano.
Así le quitará relevancia institucional al mayor peso político adquirido por los vencedores del 28 de junio en el país.
Las maniobras
La política provincial no permanece indiferente a los movimientos de las figuras jerarquizadas del poder nacional. Los peronistas disidentes con los K y con el alperovichismo entienden que deben acortar distancias y sepultar antiguas rivalidades para converger en un polo unitario. Sin embargo, sospechan que la Casa de Gobierno intentará avivar las discordias entre ellos, para obstruir canales de pérdidas de votos en las elecciones provinciales de 2011. Esa disidencia está aún lejos de estructurar una alternativa seria al partido que se encolumna detrás del liderazgo vertical del gobernador.
Fuera del mundo peronista, con la normalización de la UCR ingresa otro actor a la arena. El radicalismo se ha revitalizado tras los comicios nacionales del 28 de junio y acometió una tarea de organización enderezada a contener las diversas líneas internas. El vicepresidente Julio César Cleto Cobos consiguió el perdón por su trasbordo a la coalición transversal que había promovido Néstor Kirchner y emerge hoy casi como el seguro candidato presidencial del partido.
En Tucumán se superó la traumática situación de intervención que ahondaba las divergencias internas y debilitaba su presencia en el escenario. Alperovich nadaba hábilmente entre las aguas revueltas del radicalismo y ayudaba a que las fragilidades de la organización se hicieran más eviidentes. Sin oposición, la Casa de Gobierno aún hace y deshace a su antojo.
Surgido de una familia con pergaminos históricos, Federico Romano Norri, nuevo presidente del distrito, ha enfatizado en la configuración de una "UCR unida, activa y presente".
A partir de esta definición, repitió que la meta es construir para 2011 una opción electoral frente al oficialismo. En ese sentido, el futuro legislador (reemplazará a Cano en su banca) anticipó que se trabajará por la consolidación del Acuerdo Cívico y Social, que probó ser eficaz para amalgamar diferentes vertientes partidarias en una fórmula política compartida. La de Lules fue la primera mesa interpartidaria que se formó tras los comicios de junio y con autoridades radicales proclamadas legalmente.
Movilización afianzada
La única organización que le ganó la calle al Gobierno, sin otra perspectiva inmediata que la de su jerarquización profesional y salarial, es la de los autoconvocados de la salud. No se desmoronó con el transcurso de los meses -empezó a fines de abril- y se ganó el reconocimiento de distintas franjas de la sociedad. La dirigencia de los gremios de empleados públicos sufre una erosión constante de su prestigio ante el ejemplo de los autoconvocados. El reclamo constante de estos ya es conociido nacionalmente y por las principales figuras de la política argentina, desde Cobos hasta "Pino" Solanas, pasando por Solá (recibió a referentes del sector en Buenos Aires la semana pasada), Margarita Stolbizer y Vilma Ripoll.
La reanudación del diálogo con la mediación de la Iglesia puede proporcionarle al Gobierno una oportunidad de salir del atolladero. Para eso, debe mejorar la oferta salarial en forma razonable.
Dentro de ese juego de poder, el alperovichismo satisfizo plenamente las expectativas de la Casa Rosada, ya que sus representantes en Diputados y en Senadores obedecieron a rajatabla y votaron todo lo que necesitaba Cristina Fernández de Kirchner. Ni Germán Alfaro, vapuleado por el gobernador José Alperovich por sus gestos de autonomía política en el ámbito comarcano, abandonó la disciplina de bloque.
El oficialismo hasta forzó la quiebra irreversible de la dinastía política de los Bussi, con el voto de Carlos Salazar para la aprobación de la Ley de Medios. Luis José Bussi, con el Partido Republicano Fundacional, y Ricardo Bussi, con Fuerza Republicana, se disputarán la herencia electoral, aunque el primero, aparentemente, cuenta con el auspicio del ex gobernador detenido por violaciones a los derechos humanos.
La lealtad de voto de los alperovichistas tucumanos no redundó en mayor libertad de acción política para la Provincia. Para 2010, se perfila un agravamiento de la dependencia financiera, porque renegociar la deuda provincial de $ 500 millones obligará a Alperovich a ser cada vez más cristinista, mientras Néstor lo observa atentamente.
Amado Boudou, ministro de Economía, prometió auxilio si se portan bien los gobernadores. En esto, Alperovich sobresale. Lejos está de emular a Mario Das Neves, el gobernador chubutense que se proclamó antikirchnerista a la par de Eduardo Duhalde.Tampoco imitará a su par salteño Juan Manuel Urtubey, que impulsa una línea crítica a la administración de Cristina, sin salir del partido gobernante.
Caras renovadas
Con la nueva camada, el oficialismo recuperará dos bancas en el Senado (Beatriz Rojkés de Alperovich y Sergio Mansilla), voces que serán incondicionales de Cristina. La oposición sentará al radical José Cano por la minoría. Rojkés de Alperovich ocupará el despacho que aún usa hoy Julio Miranda, y Cano el de Pinchetti de Sierra Morales.
La historia se repitió en este tramo: Miranda le cede un espacio institucional a otro miembro de la familia Alperovich.
En Diputados, el alperovichismo contará con un cupo de siete representantes y el Acuerdo Cívico y Social, con dos (Juan Casañas, del movimiento ruralista, y Norah Castaldo, de procedencia radical). Es en esta última rama del Congreso, donde el antikirchnerismo de signo peronista piensa librar una batalla estratégica por la presidencia, de incierto final. Para triunfar necesita de un sistema da alianzas de díficil construcción.
Quien ocupe aquella función en Diputados, decide cómo se constituyen las comisiones internas y hacia cuáles se giran los proyectos de ley. El ex gobernador bonaerense Felipe Solá trabajó arduamente para unificar el peronismo disidente en un interbloque federal. Ahora bien, los efectos del relevo político se experimentarán a partir de marzo, porque el matrimonio presidencial le pondrá candado durante el verano.
Así le quitará relevancia institucional al mayor peso político adquirido por los vencedores del 28 de junio en el país.
Las maniobras
La política provincial no permanece indiferente a los movimientos de las figuras jerarquizadas del poder nacional. Los peronistas disidentes con los K y con el alperovichismo entienden que deben acortar distancias y sepultar antiguas rivalidades para converger en un polo unitario. Sin embargo, sospechan que la Casa de Gobierno intentará avivar las discordias entre ellos, para obstruir canales de pérdidas de votos en las elecciones provinciales de 2011. Esa disidencia está aún lejos de estructurar una alternativa seria al partido que se encolumna detrás del liderazgo vertical del gobernador.
Fuera del mundo peronista, con la normalización de la UCR ingresa otro actor a la arena. El radicalismo se ha revitalizado tras los comicios nacionales del 28 de junio y acometió una tarea de organización enderezada a contener las diversas líneas internas. El vicepresidente Julio César Cleto Cobos consiguió el perdón por su trasbordo a la coalición transversal que había promovido Néstor Kirchner y emerge hoy casi como el seguro candidato presidencial del partido.
En Tucumán se superó la traumática situación de intervención que ahondaba las divergencias internas y debilitaba su presencia en el escenario. Alperovich nadaba hábilmente entre las aguas revueltas del radicalismo y ayudaba a que las fragilidades de la organización se hicieran más eviidentes. Sin oposición, la Casa de Gobierno aún hace y deshace a su antojo.
Surgido de una familia con pergaminos históricos, Federico Romano Norri, nuevo presidente del distrito, ha enfatizado en la configuración de una "UCR unida, activa y presente".
A partir de esta definición, repitió que la meta es construir para 2011 una opción electoral frente al oficialismo. En ese sentido, el futuro legislador (reemplazará a Cano en su banca) anticipó que se trabajará por la consolidación del Acuerdo Cívico y Social, que probó ser eficaz para amalgamar diferentes vertientes partidarias en una fórmula política compartida. La de Lules fue la primera mesa interpartidaria que se formó tras los comicios de junio y con autoridades radicales proclamadas legalmente.
Movilización afianzada
La única organización que le ganó la calle al Gobierno, sin otra perspectiva inmediata que la de su jerarquización profesional y salarial, es la de los autoconvocados de la salud. No se desmoronó con el transcurso de los meses -empezó a fines de abril- y se ganó el reconocimiento de distintas franjas de la sociedad. La dirigencia de los gremios de empleados públicos sufre una erosión constante de su prestigio ante el ejemplo de los autoconvocados. El reclamo constante de estos ya es conociido nacionalmente y por las principales figuras de la política argentina, desde Cobos hasta "Pino" Solanas, pasando por Solá (recibió a referentes del sector en Buenos Aires la semana pasada), Margarita Stolbizer y Vilma Ripoll.
La reanudación del diálogo con la mediación de la Iglesia puede proporcionarle al Gobierno una oportunidad de salir del atolladero. Para eso, debe mejorar la oferta salarial en forma razonable.
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