13 Noviembre 2009
A LA ESPERA. Los pasajeros tenían la esperanza de que, aunque demorado, el vuelo saliera. Pero después tuvieron que buscar otro modo de viajar. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
La melodía parecía un bálsamo en medio del bullicio del aeropuerto Benjamín Matienzo. Ensimismado en la guitarra, Cristian Mansilla buscaba en la música un escape para la larga espera. Aguardaba junto a su hermano, Sebastián, alguna novedad sobre el avión que este último debía tomar ayer a las 8.35 hacia Buenos Aires. La espera llegó a su fin luego de más de cuatro horas. Pasadas las 11.30, empleados de LAN anunciaron que el vuelo demorado había sido cancelado. En ese momento, la música se esfumó.
El problema, que ayer dejó varados a los pasajeros de LAN Argentina en todo el país, se inició en el aeroparque metropolitano Jorge Newbery. Los trabajadores realizaron una protesta para demandar negociaciones salariales. se sumaron a la medida la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) y la Asociación Profesional de los Servicios Aeronáuticos (APSA). En consecuencia, los aviones de la firma de origen chileno no despegaron del aeropuerto porteño.
Cuando se anunció que el vuelo había sido cancelado, lentamente los más de 100 pasajeros varados se fueron acercando al mostrador de la empresa, en el Benjamín Matienzo. Con más cara de resignación que de enojo, algunos gestionaron el cambio en la fecha del viaje y otros iniciaron los trámites para que les devolvieran el dinero del pasaje.
Loreto, Yessy y Ximena son chilenas. Trabajan para una empresa que asesora sobre la exportación de arándanos. Vinieron a Tucumán por trabajo, ya que actualmente se realiza la cosecha y la exportación de esa fruta. Loreto debía abordar un avión a las 13 desde Buenos Aires hacia Uruguay y las otras dos debían embarcar hacia Chile a la misma hora. A las 11 todavía seguían en provincia.
Con inconfundible tonada chilena, Yessy dejó escapar la bronca contenida: "el único lugar del mundo en el que tuve problemas con los vuelos fue en Argentina. En Chile jamás nos pasó algo como esto. Me gustaría que me digan en qué nos volvemos".
Angustia
Los pasos rápidos y nerviosos que Luis Urueña daba en el hall del aeropuerto delataban su angustia. En una silla estaba sentada su esposa, que es diabética. "Necesito llevarla a Buenos Aires. Es insulinodependiente y tiene que verla un médico. Yo me voy en lo que sea, no me importa nada. Esta mañana, cuando nos anunciaron que nuestro vuelo no había salido de Buenos Aires, algunos fueron al mostrador de Aerolíneas Argentinas y compraron pasajes (el paro no afectó a Aerolíneas ni a Austral). Cuando yo llegué, ya no había ninguno", se quejó.
Raúl, un porteño que vino a Tucumán por cuestiones laborales, trataba de ver la situación con mejores ojos. "La angustia de los pasajeros aumenta porque los empleados de la empresa no tienen ninguna información. Ellos sólo reciben directivas desde Buenos Aires. Lo importante es permanecer tranquilos. De alguna manera esto se tiene que solucionar", explicaba cerca del mostrador a quien quisiera escucharlo.
La otra cara de la moneda era representada por Luis Rodríguez. Lejos de los amontonamientos de pasajeros, caminaba nerviosamente. Vive en Río Gallegos y vino a Tucumán a ver a su padre enfermo. "Necesito llegar a mi casa, porque mi familia me está esperando. Pero primero tengo que aterrizar en Aeroparque para hacer la conexión con Río Gallegos. Esto parece muy difícil ahora", dijo con ironía. Después de las 11, cuando los empleados de LAN anunciaron que el vuelo había sido cancelado, fue el primero en pararse frente al mostrador vacío de Aerolíneas Argentinas. El próximo avión de esa empresa iba a llegar por la tarde. Pero a él eso no le importaba. Sólo se quería ir de Tucumán.
El problema, que ayer dejó varados a los pasajeros de LAN Argentina en todo el país, se inició en el aeroparque metropolitano Jorge Newbery. Los trabajadores realizaron una protesta para demandar negociaciones salariales. se sumaron a la medida la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) y la Asociación Profesional de los Servicios Aeronáuticos (APSA). En consecuencia, los aviones de la firma de origen chileno no despegaron del aeropuerto porteño.
Cuando se anunció que el vuelo había sido cancelado, lentamente los más de 100 pasajeros varados se fueron acercando al mostrador de la empresa, en el Benjamín Matienzo. Con más cara de resignación que de enojo, algunos gestionaron el cambio en la fecha del viaje y otros iniciaron los trámites para que les devolvieran el dinero del pasaje.
Loreto, Yessy y Ximena son chilenas. Trabajan para una empresa que asesora sobre la exportación de arándanos. Vinieron a Tucumán por trabajo, ya que actualmente se realiza la cosecha y la exportación de esa fruta. Loreto debía abordar un avión a las 13 desde Buenos Aires hacia Uruguay y las otras dos debían embarcar hacia Chile a la misma hora. A las 11 todavía seguían en provincia.
Con inconfundible tonada chilena, Yessy dejó escapar la bronca contenida: "el único lugar del mundo en el que tuve problemas con los vuelos fue en Argentina. En Chile jamás nos pasó algo como esto. Me gustaría que me digan en qué nos volvemos".
Angustia
Los pasos rápidos y nerviosos que Luis Urueña daba en el hall del aeropuerto delataban su angustia. En una silla estaba sentada su esposa, que es diabética. "Necesito llevarla a Buenos Aires. Es insulinodependiente y tiene que verla un médico. Yo me voy en lo que sea, no me importa nada. Esta mañana, cuando nos anunciaron que nuestro vuelo no había salido de Buenos Aires, algunos fueron al mostrador de Aerolíneas Argentinas y compraron pasajes (el paro no afectó a Aerolíneas ni a Austral). Cuando yo llegué, ya no había ninguno", se quejó.
Raúl, un porteño que vino a Tucumán por cuestiones laborales, trataba de ver la situación con mejores ojos. "La angustia de los pasajeros aumenta porque los empleados de la empresa no tienen ninguna información. Ellos sólo reciben directivas desde Buenos Aires. Lo importante es permanecer tranquilos. De alguna manera esto se tiene que solucionar", explicaba cerca del mostrador a quien quisiera escucharlo.
La otra cara de la moneda era representada por Luis Rodríguez. Lejos de los amontonamientos de pasajeros, caminaba nerviosamente. Vive en Río Gallegos y vino a Tucumán a ver a su padre enfermo. "Necesito llegar a mi casa, porque mi familia me está esperando. Pero primero tengo que aterrizar en Aeroparque para hacer la conexión con Río Gallegos. Esto parece muy difícil ahora", dijo con ironía. Después de las 11, cuando los empleados de LAN anunciaron que el vuelo había sido cancelado, fue el primero en pararse frente al mostrador vacío de Aerolíneas Argentinas. El próximo avión de esa empresa iba a llegar por la tarde. Pero a él eso no le importaba. Sólo se quería ir de Tucumán.
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