29 Octubre 2009
Desarrollo psicomotriz.- El bebé que todavía no camina encuentra en el agua la posibilidad de moverse en todas direcciones. El agua le da libertad para ejercitar sus brazos y sus piernas al mismo tiempo en forma permanente. Todos sus sentidos están en actividad.
Amplía su mundo de relación.- Desde el punto de vista social, los juegos en el agua lo inician en la socialización, en forma placentera y sin traumas, en un ambiente lúdico y recreativo. Compartir la pileta con otros niños también le ayudarán a a su mundo de relación. Poder manejarse en el agua le da al niño seguridad y confianza para comunicarse y desarrollarse en grupo. También le enseña a responder a consignas y recomendaciones.
Mejor actividad cardiorespiratoria.- Desde el punto de vista fisiológico la actividad acuática fortalece el sistema cardiorespiratorio y colabora en el desarrollo del aparato óseo muscular. La natación fortalece el corazón y los pulmones. Gracias a los ejercicios respiratorios que se realizan en el agua, se aumenta la eficiencia en la oxigenación y traslado de la sangre.
Estímulo intelectual.- Estudios científicos señalan que los bebés que han aprendido a nadar en los dos primeros años de vida, desarrollan una mayor percepción del mundo que los rodea y poseen después más capacidad de concentración y un mejor desarrollo psicofísico. Esto les hace aprender a ser más creativos y observadores. Asimismo, el agua estimula la capacidad de juego del niño, lo que repercute en aprendizajes futuros de forma muy positiva.
Seguridad.- Conocer el agua y sus límites, y dominar el medio acuático le confieren seguridad e independencia al niño. Le crea una noción real de sus posibilidades y limitaciones.
Supervivencia.- El niño pequeño aprende las nociones básicas para darse vuelta en el agua y no ahogarse, en caso de caer accidentalmente a la pileta.
Fortalece relaciones con los padres.- Mejora y fortalece la relación afectiva entre el bebé y los padres. Palabras de cariño, canciones y juegos ayudan al niño a sentirse querido y en consecuencia eleva su autoestima.
Estimulación temprana.- "Es fundamental el aprovechamiento de la estimulación acuática durante los primeros meses de vida del bebé. Es importante para la enseñanza de la natación y su continuidad en el agua, especialmente en aquellos casos donde el aprendizaje es esencial para salvar su vida ante situaciones de riesgos reales por contar con una pileta en su propia casa", advierte Graciela Vece.
Futuro.- La continuidad juega un rol preponderante en el logro de grandes objetivos. Lo que se aprende desde bebé sirve para el logro de nuevas habilidades en el futuro.
Mejora el sueño del bebé.- El bebé aprende a relajarse y luego se duerme más rápidamente.
Nuevos hábitos.- El bebé aprende rápidamente los hábitos que se le enseña. Una constancia en la pileta ayuda a marcar tiempos para dormir y para comer.
Buen apetito.- La pileta abre el apetito a chicos y grandes, y los bebés no son la excepción.
Amplía su mundo de relación.- Desde el punto de vista social, los juegos en el agua lo inician en la socialización, en forma placentera y sin traumas, en un ambiente lúdico y recreativo. Compartir la pileta con otros niños también le ayudarán a a su mundo de relación. Poder manejarse en el agua le da al niño seguridad y confianza para comunicarse y desarrollarse en grupo. También le enseña a responder a consignas y recomendaciones.
Mejor actividad cardiorespiratoria.- Desde el punto de vista fisiológico la actividad acuática fortalece el sistema cardiorespiratorio y colabora en el desarrollo del aparato óseo muscular. La natación fortalece el corazón y los pulmones. Gracias a los ejercicios respiratorios que se realizan en el agua, se aumenta la eficiencia en la oxigenación y traslado de la sangre.
Estímulo intelectual.- Estudios científicos señalan que los bebés que han aprendido a nadar en los dos primeros años de vida, desarrollan una mayor percepción del mundo que los rodea y poseen después más capacidad de concentración y un mejor desarrollo psicofísico. Esto les hace aprender a ser más creativos y observadores. Asimismo, el agua estimula la capacidad de juego del niño, lo que repercute en aprendizajes futuros de forma muy positiva.
Seguridad.- Conocer el agua y sus límites, y dominar el medio acuático le confieren seguridad e independencia al niño. Le crea una noción real de sus posibilidades y limitaciones.
Supervivencia.- El niño pequeño aprende las nociones básicas para darse vuelta en el agua y no ahogarse, en caso de caer accidentalmente a la pileta.
Fortalece relaciones con los padres.- Mejora y fortalece la relación afectiva entre el bebé y los padres. Palabras de cariño, canciones y juegos ayudan al niño a sentirse querido y en consecuencia eleva su autoestima.
Estimulación temprana.- "Es fundamental el aprovechamiento de la estimulación acuática durante los primeros meses de vida del bebé. Es importante para la enseñanza de la natación y su continuidad en el agua, especialmente en aquellos casos donde el aprendizaje es esencial para salvar su vida ante situaciones de riesgos reales por contar con una pileta en su propia casa", advierte Graciela Vece.
Futuro.- La continuidad juega un rol preponderante en el logro de grandes objetivos. Lo que se aprende desde bebé sirve para el logro de nuevas habilidades en el futuro.
Mejora el sueño del bebé.- El bebé aprende a relajarse y luego se duerme más rápidamente.
Nuevos hábitos.- El bebé aprende rápidamente los hábitos que se le enseña. Una constancia en la pileta ayuda a marcar tiempos para dormir y para comer.
Buen apetito.- La pileta abre el apetito a chicos y grandes, y los bebés no son la excepción.
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