Argentinos, ¿los mejores o los peores?

Argentinos, ¿los mejores o los peores?

El escritor Mario Vargas Llosa decía que un gran negocio es comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que él cree que vale. Hace unos días, el político uruguayo Pepe Mujica, tildó a los argentinos de histéricos, locos y paranoicos. "No se puede creer que la Argentina sea un pueblo de tarados, porque tiene una intelectualidad potente y pensadores importantes", dijo. ¿Cuál es la imagen que tienen los extranjeros de nosotros? Los tucumanos sostienen que confunden a los porteños con todos los argentinos. Una de las características comunes es que somos demasiado efusivos en el éxito y exageradamente pesimistas en el fracaso, como sucede con la Selección. Un filósofo español señala: "tienen un tremendo súper ego, pero no se lo mencionen porque se desestabilizan y entran en crisis".

27 Septiembre 2009

Hace pocos días, el político uruguayo y candidato a presidente de su país, José Mujica, dijo que los argentinos son tarados y tienen reacciones de histéricos, locos, y paranoicos, levantando una inusitada polvareda. Luego pidió disculpas, pero dejó planteada la inquietud de qué imagen tienen de nosotros en el extranjero.
Tres estudiantes de Ciencias Económicas, consultados por LA GACETA, coincidieron en que la soberbia es un defecto que tienen los porteños y que eso, en muchos casos, hace que los argentinos seamos mal vistos afuera de nuestras fronteras. "Siempre quieren sobresalir, no sé qué es lo que quieren demostrar. Tuve la suerte de viajar a Miami, a Chile y a Uruguay y me pasó que, al enterarse los demás de que era argentino, me comenzaron a tratar con recelo. Después, cuando aclaré que era del norte del país, la cosa cambió por completo. El provinciano es más humilde y tiene un carácter más tranquilo que el porteño, que quiere avasallar a todos", señala Carlos Gómez, de 21 años.
A su vez, Andrés Konevky (19) sostiene: "el argentino tiene el problema de que es demasiado efusivo en el éxito y tremendamente pesimista en el fracaso. Eso se ve claramente en el fútbol, sobre todo cuando juega la Selección". El joven también tiró sus dardos contra el habitante de la Capital Federal: "el porteño ignora muchas cosas buenas que hay en las provincias, por eso quizás se sienta superior. Además tienen el monopolio de los medios de comunicación y desde ahí mandan al resto del país lo que ellos creen importante. Eso les da un plus por sobre la gente del interior".
Matías Pacheco (21) dice con firmeza: "seguro que hay diferencia entre los porteños y nosotros. Ellos, además de ser soberbios, son más superficiales; será por el ritmo agitado de vida que llevan que hace que no se detengan a pensar". Indicó que lo malo que tenemos los argentinos es el fanatismo, sobre todo en lo que se refiere a lo deportivo.
A pasos de la Casa Histórica, Angel Aráoz (85), que estaba acompañado por su esposa Lidia Rodríguez (77), aportó su experiencia. "La arrogancia es un defecto de los porteños, pero ellos son una parte de los argentinos. Porque en el interior también hay gente a la que se le suben los humos. Y esto no tiene que ver con la educación, debido a que hay muchas personas cultas que se descontrolan bastante, sobre todo en los partidos de fútbol", opinó. Según Aráoz, la Argentina es un país de grandes valores y científicos importantes (como Leloir, Favaloro, Milstein), pero hay que tener equilibrio cuando uno valora lo que tiene. "Y lo más importante: autocrítica; saber reconocer los errores, porque eso nos engrandece". El hombre observó que el país vive una crisis desde hace muchos años, que atrasó el desarrollo científico y provocó desocupación.
Dos jóvenes que caminaban abrazados por el Paseo de la Independencia también dejaron su parecer. "Hay una diferencia clara entre porteños y provincianos, pero afuera se generaliza y caemos todos en la misma bolsa. Fui con mi colegio en viaje de egresados a Cancún y había otros chicos que fueron de Buenos Aires: la verdad es que ahí se querían llevar el mundo por delante y hacían quilombo", se queja Agostina (26). Y agrega que los argentinos tenemos mal desarrollados los conceptos sobre éxito y fracaso: un día somos un boom y al otro día nada. Su novio, Martín (24), opinó: "todos los argentinos somos pícaros, ventajeros, y pensamos que somos lo mejor del mundo".
"La imagen del argentino fanfarrón está impuesta en el exterior porque tenemos la mala fama que impusieron los porteños", asegura Claudia Lagardo (42), de Misiones, que fue consultada en la peatonal Muñecas cuando estaba en compañía de su hija Gisela Llano (18), que estudia en Tucumán. "A nosotros nos toca con Paraguay y Brasil: caemos en la volteada. En Misiones peleamos más que todo con los brasileños, que dicen que son los mejores do mundo", explica. La mujer colabora en su provincia con una ONG y dice que el tema se trata cuando ella tiene contacto con extranjeros. "Hace poco estuve con un grupo de españoles y dijeron que el argentino allá tiene un acento agresivo, que es puteador. Según ellos, hablamos, retamos y tenemos una pose de ganadores como el italiano", relata. Y agrega: "lo malo de todo esto es que a la hora del fracaso caemos fuerte y se nos viene abajo el copete".
Néstor (71) indicó: "el provinciano respeta cuando va afuera mientras que el porteño dice: ’estoy en mi casa’ y actúa en consecuencia. Más bien diría que son fanfarrones porque quieren aparentar lo que no son".  El hombre vivió 35 años en Buenos Aires. "Lamentablemente me contagié de esa forma de ser. Cuando volví me lo hicieron notar -apuntó-. En Brasil y Chile, me di cuenta de que estamos encasillados como porteños y terminamos pagando el pato".

 

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