13 Septiembre 2009
A LEVITAR. En lugar de la montaña de papelitos de hace dos semanas, los hinchas escogieron bengalas de colores para recibir y para despedir al equipo. LA GACETA / FRANCO VERA
Fue un flash. Como los miles de las cámaras que encandilaron la noche cuando los equipos salieron a la cancha. Son momentos y hay que disfrutarlos como tales. Esta vez no fue el derrumbe de papelitos el que sepultó al Monumental (y que derrumbó al "decano" contra Independiente). No hizo falta. Hubo muchas luces de colores, bengalas celestes y blancas que escondieron el cielo y que, por un segundo, llevaron al "José Fierro" a levitar. Y si de volar se trata, qué mejor broche para una noche Kodak que la estirada de Lucas Ischuk, nada menos que ante un tiro libre de Juan Román Riquelme. ¿Habrá otra igual?
No importa. Los lentes de los teléfonos celulares y de las pequeñas cámaras que llevaron los hinchas servirán de testigos para que cualquier joven, dentro de 20 años, le muestre a su hijo "la noche" albiceleste. Y si de momentos se trata el fútbol, qué mejor instante para flashear que el doble caño en el área ¡de Boca! con el que el caradura de Sebastián Longo quiso sentenciar el partido. O el taconeo de Diego Erroz (¿no hacía falta un cinco en la Selección?, porque este ya se puso la celeste y blanca, y no le pesa) y hasta los elásticos saltos de "Satanás" Páez.
Fue una noche, ya pasó. Pero terminó como había empezado. Luces de colores y bengalas que llevaron al Monumental, por un instante, hasta el cielo. ¿Hubo azul y oro? Ah, sí, los bombos que sirvieron de cortina para la camerata albiceleste. Y que despidieron a sus intérpretes como se despide a los grandes artistas: de pie y con aplausos. Fue un flash.
No importa. Los lentes de los teléfonos celulares y de las pequeñas cámaras que llevaron los hinchas servirán de testigos para que cualquier joven, dentro de 20 años, le muestre a su hijo "la noche" albiceleste. Y si de momentos se trata el fútbol, qué mejor instante para flashear que el doble caño en el área ¡de Boca! con el que el caradura de Sebastián Longo quiso sentenciar el partido. O el taconeo de Diego Erroz (¿no hacía falta un cinco en la Selección?, porque este ya se puso la celeste y blanca, y no le pesa) y hasta los elásticos saltos de "Satanás" Páez.
Fue una noche, ya pasó. Pero terminó como había empezado. Luces de colores y bengalas que llevaron al Monumental, por un instante, hasta el cielo. ¿Hubo azul y oro? Ah, sí, los bombos que sirvieron de cortina para la camerata albiceleste. Y que despidieron a sus intérpretes como se despide a los grandes artistas: de pie y con aplausos. Fue un flash.
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