Varias lecturas para una decisión

Varias lecturas para una decisión

Pese al intento por escuchar al otro, hay conductas que sugieren que se sigue priorizando el propio interés. Por Juan Manuel Asis - Prosecretario de Redacción.

LA GACETA LA GACETA
31 Julio 2009

La palabra clave de estos tiempos es "diálogo". Toda la dirigencia, oficialista y opositora -incluyendo a empresarios y a sindicalistas-, después del 28 de junio desempolvaron el concepto, interpretando cabalmente, como buenos políticos que son, que eso fue lo que exigió la sociedad a través de las urnas. Menos individualismo sectario, menos soberbia, menos caprichos, más humildad, mejor trato y más atención al otro. Y así, todos a dialogar -especialmente después de la convocatoria de la presidenta, Cristina Fernández, el 9 de julio-, a tratar de superar las diferencias para enfrentar la crisis a través de rondas de charlas: diálogo político entre los integrantes de los poderes ejecutivo y legislativo y paritarias en el mundo del trabajo. La pregunta que surge es si, más allá de las imágenes, existe verdadera vocación para consensuar, atendiendo a un par de ejemplos: 1)- la Presidenta llamó a dialogar sobre "reforma política" en medio de la crisis económica y social, desocupación y pobreza. 2)- el Gobierno provincial llamó a dialogar a los abogados sobre el CAM después de presentar su proyecto sin consultas en la Legislatura. Son situaciones puntuales, válidas a la hora de las consideraciones, ya que llevan a dudar sobre la sinceridad de las motivaciones.
Nadie desaprovecha las circunstancias, ni unos ni otros, ya que también los convocados llevan agua para sus molinos al tratar de imponer sus inquietudes por sobre la agenda oficial. Un tira y afloje natural, propio de los actores de la política. Ahora bien, en el terreno provincial, lo que cabe preguntar es: ¿por qué después de años de pelea en los estrados judiciales el Gobierno decidió concederle la razón a los abogados -de alguna forma- incorporándolos al CAM? Las respuestas pueden ser varias: 1)- el gobernador, José Alperovich, se quiso diferenciar -otra vez- del kirchnerismo y se mostró más aperturista. Ya lo hizo en otras oportunidades, siendo conciliador cuando los patagónicos se mostraban inflexibles (si en la Nación se niegan a modificar la estructura política del Consejo de la Magistratura, en Tucumán pasará lo contrario, parece querer exponer). 2) Alperovich, harto de las idas y vueltas, reaccionó como en otras ocasiones y de un plumazo dio un corte al conflicto sumando un abogado al proyecto oficialista. Ya pasó en diciembre de 2003, cuando repentinamente derogó el CAM e impuso un sistema especial de selección de jueces, dejando trunco un debate sobre la integración de ese cuerpo. 3)- Alperovich se convenció de que tiene el camino despejado para la reelección y que la Justicia no le pondrá trabas, por lo resolvió no seguir usufructuando la presión interna que soporta el  Poder Judicial a causa de las vacantes. Así, avanzó un paso en la solución, sin necesidad de hablar de otra reforma constitucional para ser candidato a gobernador por tercera vez consecutiva. 4)- efectivamente se decidió enfrentar el drama de la ausencia de un sistema de selección de magistrados y avanzar en una salida definitiva, más institucional y menos política.
Esta última sería la más sensata, pero tal vez la más alejada de la realidad, en vista de que hay interés en mostrar que existen ganas de dialogar más que en demostrar que hay una desinteresada vocación de diálogo. Como toda situación de crisis, abordar la constitución del CAM es una buen oportunidad para que la dirigencia acredite buenas intenciones ante la sociedad. No sólo se trata de cuidar las formas para no quedar mal parado frente a la ciudadanía, en una triste competencia por postergar la razón, sino de otorgar a la comunidad un régimen de designación de integrantes de la Justicia que garantice efectivamente su independencia. Un sistema que no convierta al Poder Judicial en una agencia de colocación de amigos del poder, de esposas, de conocidos, o un lugar más para devolver favores políticos.

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