Té de ruda
Cuando llega el ajuste fiscal se habla de la política de la frazada corta, pero nada se dice del colchón financiero. Por Marcelo Aguaysol - Redacción LA GACETA.
Se acerca agosto. Con el simbólico té de ruda se intenta ahuyentar los malos augurios. Sin embargo, la realidad está marcando que los tiempos de vacas flacas están a la vuelta de la esquina. Para las finanzas públicas, este 2009 no será como otros años. El grifo kirchnerista se ha cerrado de una manera abrupta y, según parece, en la Argentina K no hay hijos ni entenados. A todos los gobernadores le ha llegado el ajuste.
A diferencia de lo que venía sucediendo desde 2003, esta vez no se prevé una ampliación de partidas presupuestarias, tan suculentas como en los tres años que precedieron a la recesión. En el Poder Ejecutivo admiten el difícil momento, pero se dramatiza demasiado. No se puede agregar partidas al ejercicio porque hay presupuesto (más gastos), pero no financiamiento (más fondos). Es como si el que administra una casa le diga a su familia: "gente, tengo una buena y una mala noticia para darles: la buena es que, por necesidad, vamos a seguir gastando; la mala, tenemos que cubrirlo con el mismo ingreso mensual". La costumbre ha llevado a esa familia (el Gobierno) a sostener su nivel de vida. Así, cada uno de sus integrantes (ministros, intendentes, legisladores y comisionados rurales) no quiere bajar el estándar porque admitirlo sería una pérdida del poder político, que se sustenta en el peso del dinero. La frazada parece ser corta. Los viajes del gobernador José Alperovich a Buenos Aires serán más frecuente que antes. Este mes, los fondos destinados a la ejecución de obras en el megabarrio Lomas del Tafí ni siquiera alcanzaron a la mitad de los $ 27 millones prometidos. Sólo llegaron $ 7 millones. Además, habrá una reducción en las transferencias de $ 35 millones coparticipables respecto de lo esperado. Esto hace prever que, si hay ampliación de presupuesto, este no superará los $ 150 millones, tres veces menos del promedio del último trienio. Es posible que la brecha entre gastos e ingresos se cubra con los fondos atesorados debajo del colchón oficial, generado en tiempos de crecimiento económico, pero que es guardado celosamente "para no alimentar la tentación", dicen en el PE.
Piden pan, no le dan...
El agobio también se siente del otro lado del mostrador. Los empresarios han pegado el grito en el cielo frente a una presión fiscal que los tortura. El Ejecutivo trata de calmarlos con una prórroga casi segura de la moratoria y con la promesa de analizar el paquete de medidas que la Federación Económica de Tucumán (FET) presentó en la Casa de Gobierno. Todas las quejas son atendibles; también las del contribuyente que está al día en sus obligaciones, y la del consumidor, que sigue celosamente la evolución de los precios de los principales alimentos de la canasta familiar.
En el tecnicismo de la economía se dirá que una posible baja de los impuestos es inelástica y que, para cambiar el esquema, necesariamente se requerirá de la sanción de leyes. Eso significa tiempo y, tal vez, olvido. De igual manera, se afirmará que la suba de los precios es elástica, porque todos los días se toman decisiones acerca de reajustar los valores de góndola, por la suba de los costos.
Una y otra teoría también puede ser aplicada al bolsillo del asalariado tucumano, ese que, según el Indec, cobra $ 1.734 mensuales. Su salario puede ser inelástico, porque por más aumento que se decida, la inflación lo carcome, y a la vez elástico, porque para llegar a fines de mes hay que estirarlo como chicle.
Las cosas no pintan de maravillas para lo que resta del año. Focalizando en la situación fiscal de Tucumán, si bien hay nubarrones en este clima árido para las finanzas, no parece que se desate la tormenta fiscal. Al finalizar el ejercicio 2009, Tucumán no estará entre las provincias deficitarias. "La situación es tan complicada como la de todos los distritos, pero no estamos en el horno", confiesa un encumbrado funcionario del gabinete alperovichista.
Para alejar los males, el té de ruda estará servido el 1 de agosto, pero parece que, en esta política de frazadas cortas, el camino para evitar los contratiempos fiscales será sacar la plata debajo del colchón, ese que puede y debe funcionar como un fondo anticíclico.