24 Julio 2009
"Mis sobrinos y mis hijos gritaban: '¡cohetes! ¡cohetes!'; no sabíamos cómo hacer para que se tiraran al suelo. Fue una de las experiencias más terribles que vivimos". Diego Plaza, de 33, es un tucumano que vive hace cinco años en España. Estaba a punto de abordar un avión para regresar a su hogar cuando se produjo el tiroteo: él y su familia quedaron encerrados entre el fuego cruzado de los delincuentes y el personal de seguridad. "Jamás pensé que iba a presenciar algo así", dijo el hombre, que aún no podía recuperarse del susto.
"Estaba con mi sobrina en brazos cuando empezaron los primeros estallidos. El resto de los chicos estaba jugando afuera. Mi mamá también estaba allí. Fue un momento de muchísima tensión, porque mientras metía a mis sobrinos y a mis hijos al hall, mi madre se desmayó porque tuvo un pico de presión", agregó Plaza. El hombre agregó que corrió hacia la sección primeros auxilios, pero no consiguió ayuda. "Estaba cerrado. Quizás estaban atendiendo a la gente herida, pero mi mamá estaba muy mal", señaló. Su hermano, Gustavo Plaza, de 36, también colaboró para rescatar a los niños. "No llegué a ver demasiado del enfrentamiento. Me concentré en las cinco criaturas que estaban conmigo y después traté de ponerme a salvo", señaló Gustavo. "Llegué a ver una o dos motos y vi que una de ellas se escapaba para la salida del aeropuerto. Iban dos o tres personas. No vi mucho más", añadió el hombre, consternado.
"Mi hermano estaba esperándome cuando pasó esto. El ya había dejado su auto en la playa. Cuando vinimos a cargar el equipaje, nos dimos con que había una bala incrustada en el parabrisas", afirmó Gustavo Leguizamón, señalando el frente del VW Polo rojo de su hermano Sergio. "Si todo este problema hubiera ocurrido antes de que bajara, no sé qué pasaba. Me da terror de sólo pensarlo", agregó preocupado el hombre, que acababa de llegar en avión. "Vino mucha gente en mi vuelo. Hubo mucha confusión; quedamos varados varios minutos", añadió.
Un trabajo habitual
Poco después del incidente, llegó al aeropuerto Diego Valenzuela, hijo de una de las víctimas del tiroteo. "El suele hacer este trabajo. Sé que recibió al menos dos disparos, pero no pude hablar con él", manifestó el hijo del sargento Diego Antonio Valenzuela, que está internado en el hospital Centro de Salud.
El joven de 22 años añadió que su padre era dueño del Renault 9 rojo en el que se movilizaban los custodios. "Traían mucha plata, porque trabajan con el sistema de casas de cambios. Pero por suerte no pasó nada más. Me dijeron que mi papá está fuera de peligro", señaló Valenzuela.
"Estaba con mi sobrina en brazos cuando empezaron los primeros estallidos. El resto de los chicos estaba jugando afuera. Mi mamá también estaba allí. Fue un momento de muchísima tensión, porque mientras metía a mis sobrinos y a mis hijos al hall, mi madre se desmayó porque tuvo un pico de presión", agregó Plaza. El hombre agregó que corrió hacia la sección primeros auxilios, pero no consiguió ayuda. "Estaba cerrado. Quizás estaban atendiendo a la gente herida, pero mi mamá estaba muy mal", señaló. Su hermano, Gustavo Plaza, de 36, también colaboró para rescatar a los niños. "No llegué a ver demasiado del enfrentamiento. Me concentré en las cinco criaturas que estaban conmigo y después traté de ponerme a salvo", señaló Gustavo. "Llegué a ver una o dos motos y vi que una de ellas se escapaba para la salida del aeropuerto. Iban dos o tres personas. No vi mucho más", añadió el hombre, consternado.
"Mi hermano estaba esperándome cuando pasó esto. El ya había dejado su auto en la playa. Cuando vinimos a cargar el equipaje, nos dimos con que había una bala incrustada en el parabrisas", afirmó Gustavo Leguizamón, señalando el frente del VW Polo rojo de su hermano Sergio. "Si todo este problema hubiera ocurrido antes de que bajara, no sé qué pasaba. Me da terror de sólo pensarlo", agregó preocupado el hombre, que acababa de llegar en avión. "Vino mucha gente en mi vuelo. Hubo mucha confusión; quedamos varados varios minutos", añadió.
Un trabajo habitual
Poco después del incidente, llegó al aeropuerto Diego Valenzuela, hijo de una de las víctimas del tiroteo. "El suele hacer este trabajo. Sé que recibió al menos dos disparos, pero no pude hablar con él", manifestó el hijo del sargento Diego Antonio Valenzuela, que está internado en el hospital Centro de Salud.
El joven de 22 años añadió que su padre era dueño del Renault 9 rojo en el que se movilizaban los custodios. "Traían mucha plata, porque trabajan con el sistema de casas de cambios. Pero por suerte no pasó nada más. Me dijeron que mi papá está fuera de peligro", señaló Valenzuela.