Obsesiones de Monk

Obsesiones de Monk

Primero fue el miedo al dengue y hoy es a la gripe A. Ambas cosas muestran aspectos de un mundo que no se puede explicar fácilmente. Por Roberto Delgado - Prosecretario de Redacción.

05 Mayo 2009

Todo lo que sale del sentido común genera inquietud. Hasta hace  10 días, el dengue tuvo a mal traer al país y el mosquito Aedes aegypti ascendió a la categoría de enemigo público número 1. Se agotaron los repelentes y las telas mosquiteras y cundieron los remedios caseros para enfrentar el mal "quebrantahuesos" del cual todos éramos potenciales víctimas. Ahora el dengue quedó sepultado por la gripe porcina, problema mundial que, al cabo de 10 días, parece atenuado, aunque sus derivaciones aún son imprevisibles.
El dengue había generado la impotencia de ver cómo Tucumán parecía convertirse, en efecto, en un lugar tropical, con enfermedades en las que antes nadie había reparado, como la leishmaniasis. Con el avance del mosquito -que en nuestra provincia hizo un recorrido desde Aguilares hacia la capital- fue creciendo el convencimiento de que en esto tuvo que ver mucho el cambio climático, del que el hombre es responsable. Se impuso el verbo descacharrar y la gente empezó a exigir acciones contra los que no limpian sus piletas, contra los que tienen baldíos llenos de malezas, contra los que juntan cachivaches y contra las autoridades que no han resuelto el problema de los desbordes cloacales.

Un mal por otro
Y de golpe todo cambió. Aunque ya hay 1.649 casos de dengue -ayer se reportaron 26 enfermos-, ahora el pánico se ha centrado en la gripe porcina. La calamidad se abatió sobre México y la inquietud se diseminó por todo el planeta a lo largo de una semana, de la mano del estupor de las autoridades y de la alarma de la Organización Mundial de la Salud. Y en este caso, por el desborde que  sepultó el sentido común, sí se generaron especulaciones vinculadas con tramas políticas, profecías, esoterismo y supersticiones. Ya se habló de las bíblicas siete plagas de Egipto- que incluyen inundaciones y oleadas de mosquitos- y de las profecías mayas -que hablan de olas de calor y de un desastre para 2012-, así como de la coincidencia con películas catástrofe, como "Epidemia". En México hay lectores que dicen que se trata de una oscura ingeniería gubernamental que permitió el pánico para "tapar" las leyes de despenalización del consumo de drogas en ese país y de autorización a la policía mexicana para entrar sin orden de allanamiento en las casas de sospechosos de narcotráfico (ambas noticias son ciertas). Otras especulaciones mencionan que la gripe porcina -cuyo origen se desconoce- podría tener que ver con fallidos experimentos científicos.
Si con el dengue buena parte de la población desarrolló algunas ideas fijas, como aplicarse crema antimosquitos cada vez que sale a trotar o asistir a encuentros sociales con un repelente en aerosol en el bolso, ahora, de seguir el temor por la nueva influenza, todo el mundo sufrirá un poco el trastorno obsesivo del detective de ficción Monk, que tiene que hacer su trabajo cotidiano (resolver crímenes) mientras tiene pánico de contagiarse enfermedades y para eso evitar dar la mano, besar, abrazar o tocar cosas, y vive lavándose de modo obsesivo.
 Eso está pasando en México y podría suceder en?Tucumán con el primero que estornude en un lugar público apenas baje la temperatura. ¿Podrá ocurrir que la gente se salude rozándose con los codos, al estilo de Gene Wilder con su novia en "El joven Frankenstein"?
Todas las especulaciones sobre cosas que escapan a la lógica muestran que vivimos en una sociedad compleja, que muy a menudo no se deja explicar fácilmente. Y en casos como estos, en los que no hay certidumbres, la oleada de informaciones nos hace oscilar entre la desesperación y la fría inquietud.
Acaso haya que enfriar la cabeza y ver cómo actuar en lo personal y en lo social. Cuando anduvo por Tucumán y otras partes del país, traído por funcionarios de Salud, el experto cubano Eric Martínez Torres aconsejó que, una vez pasado el miedo del dengue en nuestro medio, "los gobiernos asignen dinero y personal todo el año para que no haya criaderos de mosquitos", con lo que advirtió sobre esa costumbre tan nuestra de pasar de un susto a otro sin detenernos a pensar si cada catástrofe puede dejarnos una enseñanza para cambiar o mejorar nuestros hábitos.

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