25 Abril 2009
Camino a la escuela, pasaba diariamente por la peluquería de Don Sixto. Sentado afuera o cortando el pelo adentro, siempre se lo escuchaba tocando su música sachera o exponiendo su anecdotario a un concurrido grupo de amigos y ocasionales clientes. Alsina casi Belgrano, era el monte en la ciudad. Don Sixto siempre hablaba en quichua, se tomaba un tiempito y continuaba con la respectiva traducción al español. Con su violín retrataba cada paisaje de nuestro Santiago de "los esteros". El año pasado tuve el honor de compartir una tarde en su casa. Hacía rato que su salud le impedía tocar el violín hechicero, pero esa tarde yo lo escuchaba en su propia voz. Le llevó casi nueve años traducir el Martin Fierro al quichua, me regaló una copia, y con su mano temblorosa me escribió: "Valeria, munayki, te quiero". Sixto querido, estás en el sonkoy de nuestra pachamama.