25 Abril 2009

El músico y compositor santiagueño Sixto Palavecino, máximo difusor del quichua en la Argentina, falleció ayer a los 94 años (los cumplió el 28 de marzo) como consecuencia del agravamiento de su delicado estado de salud.
Alojado en el Instituto de Cardiología de Santiago del Estero, el artista, que padecía el mal de Chagas, fue tratado por problemas cardiológicos, pero luego su cuadro se complicó a causa de una fuerte neumonía. Ejecutante del violín sachero surgido de las entrañas del monte, Sixto construyó una obra sostenida por iguales dosis de tradición y creatividad.
Nacido en la localidad de Barrancas, departamento Salavina, en 1915, se crió a orillas del río Dulce, donde empezó a cultivar su pasión por la música. A los 13 años tuvo su primer violín y tiempo después fue parte del conjunto folclórico Corazón de madera, que alcanzó notable trascendencia en Santiago del Estero, especialmente en los departamentos quichua-parlantes.
Realizó composiciones bilingües y se encargó de traducir canciones, poemas, libros y hasta las estrofas del Himno Nacional Argentino del español al quichua.
Fue mentor y creador del espacio radial "Alero Quichua Santiagueño" que por más de 30 años sirvió para afianzar una cultura esencial del pueblo santiagueño, e impulsó, junto a los estudiosos Felipe Corpos, Vicente Salto y Domingo Bravo, una agrupación cultural nativista cuyo lema es "Ama Sua, Ama Llulla, Ama Ckella" ("Ni ladrón, ni mentiroso, ni holgazán").
Más cultura que contrato
Por fuera de esta pasión que impregnó toda su actividad, el talento de Palavecino le permitió vincularse musicalmente con otros artistas locales e internacionales como León Gieco, Mercedes Sosa, toda la familia Carabajal, Chico Buarque, Pablo Milanés, Milton Nascimento y Pete Seeger.
En una entrevista que LA?GACETA le realizó en 1997, cuando tenía 82 años, Don Sixto expresó: "lo bueno es que con la edad, uno se va volviendo más sabio". En esa misma charla, agregó: "no pretendo que todos hablen en quichua, pero sí que lo conozcan y que aprendan que es un legado de nuestros mayores".
Algunos de los lauros cosechados en su trayectoria fueron un homenaje, en 1997, de la Presidencia de la Nación por su aporte cultural y también la distinción con el título "Doctor honoris causa" por la Universidad de Rosario.
"Murió lentamente, porque amaba la vida; era un hombre de bien que respetó los géneros musicales", dijo a Télam su hija Haydée. Los restos fueron velados en el teatro 25 de Mayo de la capital santiagueña, y esta tarde serán inhumados en un cementerio privado.
"Era un hombre muy sencillo y tenía buenas relaciones con todo el mundo. En su casa recibía tanto a artistas recién iniciados como a los consagrados". Así lo recuerda el periodista Marcelo Jozami, del diario "El Liberal". "Le preocupaba la reivindicación de la cultura quichua", agregó.
Entrevista exclusiva a Sixto Palavecino realizada en su casa de Santiago del Estero, el 14 de junio de 2008 por Carolina Balderrama y Valeria Bullaude.
Alojado en el Instituto de Cardiología de Santiago del Estero, el artista, que padecía el mal de Chagas, fue tratado por problemas cardiológicos, pero luego su cuadro se complicó a causa de una fuerte neumonía. Ejecutante del violín sachero surgido de las entrañas del monte, Sixto construyó una obra sostenida por iguales dosis de tradición y creatividad.
Nacido en la localidad de Barrancas, departamento Salavina, en 1915, se crió a orillas del río Dulce, donde empezó a cultivar su pasión por la música. A los 13 años tuvo su primer violín y tiempo después fue parte del conjunto folclórico Corazón de madera, que alcanzó notable trascendencia en Santiago del Estero, especialmente en los departamentos quichua-parlantes.
Realizó composiciones bilingües y se encargó de traducir canciones, poemas, libros y hasta las estrofas del Himno Nacional Argentino del español al quichua.
Fue mentor y creador del espacio radial "Alero Quichua Santiagueño" que por más de 30 años sirvió para afianzar una cultura esencial del pueblo santiagueño, e impulsó, junto a los estudiosos Felipe Corpos, Vicente Salto y Domingo Bravo, una agrupación cultural nativista cuyo lema es "Ama Sua, Ama Llulla, Ama Ckella" ("Ni ladrón, ni mentiroso, ni holgazán").
Más cultura que contrato
Por fuera de esta pasión que impregnó toda su actividad, el talento de Palavecino le permitió vincularse musicalmente con otros artistas locales e internacionales como León Gieco, Mercedes Sosa, toda la familia Carabajal, Chico Buarque, Pablo Milanés, Milton Nascimento y Pete Seeger.
En una entrevista que LA?GACETA le realizó en 1997, cuando tenía 82 años, Don Sixto expresó: "lo bueno es que con la edad, uno se va volviendo más sabio". En esa misma charla, agregó: "no pretendo que todos hablen en quichua, pero sí que lo conozcan y que aprendan que es un legado de nuestros mayores".
Algunos de los lauros cosechados en su trayectoria fueron un homenaje, en 1997, de la Presidencia de la Nación por su aporte cultural y también la distinción con el título "Doctor honoris causa" por la Universidad de Rosario.
"Murió lentamente, porque amaba la vida; era un hombre de bien que respetó los géneros musicales", dijo a Télam su hija Haydée. Los restos fueron velados en el teatro 25 de Mayo de la capital santiagueña, y esta tarde serán inhumados en un cementerio privado.
Hombre sencillo
"Era un hombre muy sencillo y tenía buenas relaciones con todo el mundo. En su casa recibía tanto a artistas recién iniciados como a los consagrados". Así lo recuerda el periodista Marcelo Jozami, del diario "El Liberal". "Le preocupaba la reivindicación de la cultura quichua", agregó.
Entrevista exclusiva a Sixto Palavecino realizada en su casa de Santiago del Estero, el 14 de junio de 2008 por Carolina Balderrama y Valeria Bullaude.
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