MADRID.- (Por Irene Benito).- Por razones históricas y culturales, los hispanohablantes de América -en especial, los argentinos- emplean "gallego" para referirse a todos los nacidos en España y no sólo a los naturales de Galicia. Pero esa generalización impropia del adjetivo gentilicio no molesta tanto a los habitantes de esta región del noroeste de la Península como el hecho de que un "gallego" pueda ser considerado un "tonto" o un "tartamudo" según las acepciones seis y siete de la palabra en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Una definición que, para beneplácito de los naturales de Galicia, será modificada en 2013, para cuando está prevista la aparición de la vigésima tercera edición del diccionario.
José Manuel Blecua, secretario de la Academia, ha anunciado la enmienda que suprimirá a "tonto" (en el sentido de falto de razón o entendimiento) de la definición de la palabra, presente en el catálogo de voces por influencia de Costa Rica, donde "gallego" era usado coloquialmente con esa carga semántica despectiva, costumbre que, según la RAE, ha desaparecido. La Academia Costarricense de la Lengua confirmó este deceso léxico en 2007, cuando pidió a las 22 academias del español que eliminasen de "gallego" el significado de "tonto".
La decisión de la RAE recepta un reclamo de la comunidad de Galicia, que considera que el diccionario español de referencia la ha sometido a un trato lingüístico desigual respecto de las otras regiones de España. En especial, del País Vasco y Cataluña. Según la asociación cultural Garipano -palabra que significa "gallego" en el dialecto local-, si la Academia siguiese el criterio que ha aplicado al gentilicio que les compete, también debería incluir "bruto" para "vasco" y "agarrado" o "tacaño" para "catalán", acepciones que Garipano considera muy empleadas en la lengua oral y conocidas por todos en España. "Pero nuestro propósito no es ofender, sino condenar y pedir con total firmeza que los significados de ?tonto? y ?tartamudo? sean eliminados de la definición de ?gallego? ya que no vienen a cuento", precisa la asociación en internet.
La lengua cambia, pero despacio. Si "tonto" tiene los días contados, "tartamudo" permanecerá en el diccionario aún cuando la Academia Salvadoreña de la Lengua -en este país se supone que "gallego" adoptó ese significado- asigna a la acepción el carácter de residual y local, y afirma que está en desuso.
La enorme comunidad de ciudadanos de Galicia que viven en Buenos Aires hacen de la capital argentina la segunda circunscripción electoral de esa región. La lengua, como el derecho, es la vida misma y las palabras quedan impregnadas por la historia. La RAE da prueba de ello cuando recoge las penurias por las que pasaron los gallegos (razón por la que muchas familias se vieron obligadas a abandonar su terruño verde y lluvioso, emparentado con las culturas celta y portuguesa) cuando dice que "mesa gallega" es aquella en la que falta pan de trigo.
Nada de "ciudadanos y ciudadanas", dice la UE
MADRID. - El Grupo de Alto Nivel sobre Igualdad de Género y Diversidad del Parlamento de la Unión Europea (UE) consensuó una suerte de manual de estilo al que tendrán que ajustar su lengua los europarlamentarios para dotarla de los matices que destierran la tendencia al sexismo. "La finalidad del lenguaje neutral en cuanto al género es evitar opciones léxicas que puedan interpretarse como sesgadas, discriminatorias o degradantes al implicar que uno de los sexos es superior al otro, ya que en la mayoría de los contextos el sexo de las personas debe ser, irrelevante", define el documento. El Grupo corta por lo sano la discusión sobre si al genérico -y polémico- "ciudadanos madrileños" corresponde contraponer la fórmula reivindicativa "ciudadanos y ciudadanas" al establecer que, para el español (una de las 23 lenguas oficiales del órgano legislativo de la UE), la regla políticamente correcta es "comunidad o pueblo madrileño", que comprende a todos los géneros. Pero no siempre las soluciones son tan sencillas en esta materia; por ello, el Grupo propicia el criterio de privilegiar la naturalidad y la discreción: "deben buscarse alternativas neutrales e inclusivas genuinas en lugar de expresiones que se presten a controversias", concluye.