Cuenta la leyenda que, en plena crisis, el gerente de una pequeña empresa buscaba, de alguna manera, motivar a su personal, abriéndole los ojos sobre sus conductas diarias de trabajo. El ejecutivo quería despertar entre sus empleados la necesidad de hacer autocríticas. Así, los invitó a un velorio dentro de la oficina y les dijo que dentro del cajón yacía la persona que siempre ponía palos en la rueda, impidiendo el progreso personal, del grupo y de la empresa. De a uno, los empleados fueron acercándose al costado del cajón. El asombro fue mayúsculo al darse cuenta que, dentro de ese ataúd había un espejo."Allí se refleja la persona que no me permite progresar", comentó el gerente a los pasmados trabajadores. En cualquier oficina puede encontrarse personas que hacen del "no se puede", "no tengo tiempo" o "no estoy de ánimo" un modo de vida laboral.
En momentos turbulentos, como los que se viven, se requiere un cambio de hábitos y mucha creatividad para sostener el negocio, desde la predisposición de la gerencia para recrear las condiciones de trabajo hasta la motivación del empleado para alcanzar los objetivos y, en definitiva, cumplir con su misión laboral.
El primer paso que hay que dar es preguntarse si trabajo para sobrevivir o si estoy dispuesto a que mi tarea sea algo de trascendencia, plantea a LA GACETA Graciela Chamut, Master en Dirección Ejecutiva de Empresas y coach organizacional.
La cultura del "no se puede" suele generarse por contagio. "Muchas veces se trata de comportamientos que se escuchan todo el tiempo en distintos órdenes de la vida: en la casa, en los gobernantes o entre los líderes sociales o políticos. Y eso ha llevado a la creencia de que ?si él no puede?, entonces cómo podré yo", puntualiza la experta. En efecto, "una persona eficiente -agrega- es aquella que siempre encuentra tres posibles soluciones a un problema; en cambio, el negativo sólo suma constantes conflictos, agravando la cuestión".
Cómo cambiar
Lo negativo del trabajo suele nacer desde el propio lenguaje. A nivel institucional, los líderes o los ejecutivos tienen la misión y la responsabilidad de darle cierto estilo y calidad a la comunicación que transmiten hacia abajo, para que los empleados comprendan el mensaje de la empresa. A esto, acota Chamut, debe agregarse el nivel interpersonal, es decir, la interacción entre empleados y el intercambio de ideas para que la cordialidad y el trabajo en equipo sea la moneda corriente. Sin embargo, el cambio nace desde adentro, desde el nivel intrapersonal. "Es importante darnos cuenta de cuál es el signo prevalente en todo el día; si son más actitudes negativas que positivas", indica la experta como primera medida. Indudablemente que una postura en tal o cual sentido determinará la interacción con el resto de los compañeros de trabajo y la necesidad de modificar el lenguaje. "Aunque no sepamos explicarnos los porqués, muchos tendemos a preferir gente que siempre regala sonrisas, una voz de aliento o hasta un chiste. Eso permite, a prima facie, identificar a las personas que están del lado del ?sí se puede?", puntualiza.
En definitiva, cada uno de los trabajadores -no importa el cargo o el puesto que tenga dentro de una industria o de una oficina- constituye una empresa en sí misma, que tiene una vida laboral, profesional y hasta social. "Cualquier empleado o jefe querrá preservar su trayectoria, más allá de la crisis; en suma cuidar la marca o el prestigio, que es lo que le permitirá trascender", afirma Chamut.
El verdadero desafío surge desde adentro, continúa la coach organizacional. "No hace falta ser un gran científico ni una personalidad reconocida; sólo basta sentirse orgulloso por lo que hace y tratar de ser el mejor en su puesto", acota.
Lo económico
Muchos de los que expresan cierta negatividad a la hora de encarar la tarea diaria suelen hablar de la desmotivación que le produce tener un salario insuficiente. "Indudablemente que existen situaciones en las que el trabajador suele estar apesadumbrado porque el dinero no le alcanza", advierte Chamut. Y agrega: "en muchos casos, sucede que nos vendieron la idea de que el dinero es la felicidad y hay situaciones que ni siquiera sirven para alcanzar la tranquilidad". "No hay que cambiar el ser por el tener. Hay que sentir que la riqueza nuestra no está en cuánta gente nos obedece, sino en cuánta gente sonríe cuando escucha nuestro nombre, quiere trabajar con nosotros y escaparle al que siempre dice ?no se puede?, a la negatividad", finaliza.