La droga se ha convertido en uno de los principales enemigos de una parte de la juventud tucumana. En las últimas semanas, salió a la luz la dramática situación que se vive en la Costanera, asentamientos y barrios ubicados en las márgenes del río Salí, del lado de San Miguel de Tucumán y de la Banda, con el alarmante consumo de “paco” que tiene por víctimas a la mayoría de los chicos que habitan esa zona.
Pero la afición por los estupefacientes, al parecer, no es propia de ese sector que se debate en la marginalidad, en la desocupación y en la pobreza. De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), el consumo de pastillas ocupa el tercer puesto en el ranking de las sustancias tóxicas más usadas en Tucumán, después del tabaco y del alcohol. Los tranquilizantes y estimulantes son los más empleados, aunque los farmacéuticos señalaron que los adictos mezclan todo tipo de fármacos y que estas pastillas se expenden en comercios del rubro sin exigir recetas.
En ese sentido, el titular del Colegio de Farmacéuticos de Tucumán recordó que la venta de medicamentos sin recetario médico está penada por ley, pero admitió que hay farmacias que no cumplen con esta norma y que también la entidad registró casos de consumidores que falsifican prescripciones y hasta sellos de facultativos. El directivo le dijo a nuestro diario que el Colegio promueve la creación de un registro de firmas de todos los médicos que ejercen en la provincia para poder controlar mejor el expendio irregular de pastillas. Sostuvo que si bien el Siprosa efectúa inspecciones en los negocios, los controles deben ser más exhaustivos. Cuando se detectan irregularidades, se sanciona al farmacéutico con multas y hasta con la suspensión de su matrícula.
El dirigente admitió, por otro lado, que existe un mercado negro de pastillas. Dijo que, aunque a nivel nacional hay amplios controles sobre la elaboración y venta de psicofármacos, es evidente que existe una producción que no se registra, ya que siempre se descubren casos de comercialización ilegal. Otra profesional que trabajó durante muchos años en la entidad para erradicar la venta ilegal de medicamentos, dijo que, a pesar de los controles, se mantiene la comercialización de remedios en quioscos y almacenes, lo cual está prohibido. Y agregó que los jóvenes consumen psicotrópicos y mezclan todo tipo de pastillas sin conocer sus efectos.
De tanto en tanto, el Colegio de Farmacéuticos realiza campañas de concientización de la población para que compre los medicamentos únicamente en las farmacias. Sin embargo, es frecuente conseguir en los drugstores o en los quioscos, desde calmantes hasta remedios más sofisticados. No sólo el Siprosa, sino también la Dirección de Comercio debería realizar operativos constantes en estos locales comerciales y sancionarlos con rigor en caso de que fueran infractores de la ley.
Desde el Estado, los colegios profesionales y las entidades civiles, se deben redoblar los esfuerzos para combatir las adicciones. En este caso particular, es preocupante que el consumo de pastillas ocupe el tercer lugar en Tucumán, según la Sedronar. Si no se ataca la droga y sus factores de distintos ángulos y en forma coordinada, apoyándose en una política integral, será difícil revertir este flagelo social. La educación siempre es el punto de partida para salir adelante, pero hay que acompañarla con acciones en el campo de la salud, del trabajo y del comercio. Si cada uno aporta su grano de arena, el cambio es posible.