En su regreso a la Argentina, Queen potenció al máximo la nostalgia por Freddie Mercury

En su regreso a la Argentina, Queen potenció al máximo la nostalgia por Freddie Mercury

Con Paul Rodgers como vocalista, la banda integrada por Brian May y Roger Taylor brindó un conmovedor show en el estadio de Vélez Sarsfield. Un público de todas las edades acompañó el recorrido por los temas más recordados del grupo.

DESEMPEÑO IMPECABLE. Paul Rodgers y Brian May interactuaron en el escenario y conquistaron a un público heterogéneo en el estadio de Vélez Sarsfield. DESEMPEÑO IMPECABLE. Paul Rodgers y Brian May interactuaron en el escenario y conquistaron a un público heterogéneo en el estadio de Vélez Sarsfield.
23 Noviembre 2008

BUENOS AIRES (Facundo Pereyra, enviado especial).- Freddie Mercury sobrevoló el estadio de Vélez Sarsfield durante las dos horas y media que se extendió el show de Queen. No sólo porque su impronta sigue siendo imborrable, incomparable, sino porque cantó dos fragmentos de canciones emblemáticas desde la pantalla gigante. Y hasta le dio pie a Paul Rodgers, quien ocupa su lugar sin reemplazarlo para que continuara cantando “Raphsodia bohemia”.
Cuando las luces de la cancha se apagaron, una lluvia de meteoritos bajó desde las tribunas, ocupó el campo de juego y se prolongó en las pantallas. Miles de teléfonos celulares en alto sirvieron de colchón para las imágenes con las que Queen + Paul Rodgers inició el show, con “Cosmos rockin”, el tema que abre el “The Cosmos Rock”, el primer disco de la banda con el nuevo cantante.

Los continuadores
De Queen sólo quedan Brian May y Roger Tylor, guitarrista y baterista, respectivamente. Ellos se encargaron muy bien de que eso quedara claro, y cargaron sobre sus espaldas el show. Tanto es así, que Rodgers estuvo ausente del escenario durante casi 40 minutos. Fue el momento en el que primero May, solo con su guitarra, se instaló en la punta de la pasarela que se extendía sobre las cabezas del público para cantar. Luego se sumó Tylor, a quien de a poco los asistentes fueron armándole allí la batería completa, mientras también él cantaba esas viejas canciones sensibleras.
Fue el tiempo de rélax, de los comentarios en un español bastante bueno de May, que recordaba sus viajes anteriores al país (con Queen o como solista) y también cuando cantó “Las palabras de amor”. Tylor aprovechó ese lapso, además, para coquetear con el público, haciendo sonidos con sus palos contra los bordes del bombol el piso o las cuerdas del contrabajo.
Durante el show hubo, además de muchas canciones de esta nueva etapa, algunas de Free y Bad Company, las bandas en las que Paul Rodgers era el líder indiscutido. Y así se reafirmó la idea de que no está en sus planes ser el reemplazante de Freddie Mercury, y mucho menos su émulo. Tiene su estilo propio para cantar -más blusero y menos lírico-; y su forma de moverse en el escenario y de relacionarse con el público es también diferente.
Claro que el ancla que mantiene a Queen apegado a su pasado glorioso es demasiado pesada y cuesta moverla, y es por ello que cuando la banda tocó los temas nuevos o los de Rodgers, las 45.000 personas que coparon la cancha pedían los viejos y conocidos temas de Queen.
Los hubo, y los argentinos los cantaron con fuerza, batieron sus palmas en tres toques abriendo los brazos para cerrar cada compás, o simplemente hicieron flamear las manos en el aire. Como antes, como siempre.

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Público heterogéneo
La composición del público fue por demás llamativa. Mientras se esperaba una avalancha de gente que peinara canas, los adolescentes y jóvenes fueron los más entusiastas coristas de la noche, los que bailaron sin parar. Los más grandes también estuvieron, pero la renovación les ganó el lugar que ocuparon hace 27 años, en la anterior visita de Queen.
“We are the champion” era la fija para el cierre, y no hubo errores en la especulación. También se suponía que habría camisetas de la Selección Argentina sobre el escenario, y así fue. Se dieron las dos cosas juntas, en el cierre del regreso de Queen al país. Mañana se cumplen 17 años de la muerte de Freddie, y sus viejos y nuevos compañeros lo saludaron desde Argentina, erizando la piel de más de uno y hasta sacándole lágrimas a grandes y chicos.

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