Justo Pastor Mellado es un viejo conocido de los artistas tucumanos, a pesar de que solo estuvo una única vez en esta ciudad.
Curador, crítico de arte, teórico e historiador, dirige la Escuela de Artes Visuales y Fotografía de la Universidad Uniacc, en Santiago de Chile. Pero cada vez más, trabaja en Argentina. Esta tarde a las 17 dictará una conferencia en la Facultad de Artes, invitado por la cátedra de Estética.
En una entrevista con LA GACETA aseguró que el arte contemporáneo "trabaja en las fronteras movedizas de variadas prácticas sociales", y que si parece una moda "es porque algo estamos haciendo mal, y entonces hay que pensar en cómo está funcionando el sistema de arte local".
-¿Qué arte le interesa?
-El arte que sostengo y me sostiene es aquel que pone en crisis los límites de su propia dinámica de producción. Eso por una parte. Y por otra, me preocupa de sobre manera la construcción de las escenas artísticas locales. Esos son mis dos parámetros de trabajo hoy en día. En cuanto a lo primero, esas obras son refractarias a la ilustración; las obras ilustrativas son aquellas que se subordinan a la moda. Y sobre lo segundo, es preciso realizar un análisis exhaustivo de las fuerzas locales para comprender los dominios institucionales. Esto último tiene que ver con las superficies de reproducción de las prácticas y sus condiciones de permanencia en una escena dominada, por ejemplo, por posiciones conservadoras; digamos, tardo-modernas.
-Dentro de este arte, aparece como gran protagonista el curador.
-No, no. Todo esto depende de la definición de curador. Ese ya es un viejo problema. Hay varios otros agentes con quienes el curador debe negociar para asegurar su posición: coleccionistas, directores de museo, académicos, galeristas, artistas, directores de centros de arte, editores, literatos, directores de fundaciones, por nombrar a los más relevantes. El curador posee una especie de protagonismo compartido, como mediador, facilitador, conductor de procesos de producción de conocimiento. Para mi, el curador es editor de un campo. En un texto ya viejo he planteado la distinción entre "curador de servicio" y "curador de infraestructura". Esta última es la figura que sostengo; es decir, la de constructor de un andamiaje sobre el que se levanta el edificio del arte.
-¿Qué conoce de Tucumán?
-Siempre he tenido información sobre cómo funciona la escena tucumana. Desde hace años, artistas tucumanos muy significativos son conocidos en el plano nacional y regional. No cabe duda que Tucumán está en el mapa. Sin embargo, percibo que hay una gran fragilidad institucional para sostener las experiencias de autonomía y de aceleración formal. Tucumán reproduce una paradoja extraordinaria: posee artistas de reconocimiento nacional; posee espacios de desarrollo significativo en cuanto a avances formales; posee experiencias de autonomía que han sido fundamentales en determinados momentos; y sin embargo, la escena local está dominada por una especie de alianza inconsciente entre una academia tardo-moderna y una institucionalidad político museal que no logra recomponer ni su propia tradición. Lo que advierto es la gran fuerza expansiva de las experiencias autónomas y de autoproducción de conocimiento, ligadas a las iniciativas de antiguos miembros de La Baulera, del ya mítico Taller C, de la enseñanza y producción audiovisual -pienso en Ana Claudia García- y de la crítica local, por supuesto. Sin embargo, esta fuerza expansiva carece de consolidación hacia el interior. Hasta el momento, las escena tucumana es de exportación, y los conservadores del sector cultura no reconocen que es gracias a estos esfuerzos que Tucumán está en el mapa.