Durante el último tercio del siglo XIX, los ferrocarriles y la educación pública tuvieron un rol fundamental en la consolidación del Estado argentino.
Los ferrocarriles se convirtieron en la herramienta más poderosa para afirmar la presencia nacional en las regiones más aisladas, así como la educación fue determinante a la hora de forjar la identidad del país.
Fue desde el naciente Estado nacional que se diseñaron e implementaron las políticas públicas que forjaron el perfil económico, social y productivo de la Argentina de entonces.
En sus inicios, el diseño del entramado de las vías férreas respondía pura y exclusivamente a la lógica exportadora de Gran Bretaña y de la ciudad puerto. Pero cada ramal que se inauguraba fomentaba la expansión hacia nuevas fronteras.
Tal fue la importancia del desarrollo del ferrocarril que hasta 1914 las obras ferroviarias representaban el 40% del total de la obra pública nacional.
De hecho, la primera empresa pública organizada desde el Estado fue, precisamente, una empresa ferroviaria, la Administración General de los Ferrocarriles del Estado (AGFE), allá por 1909, hace casi 100 años.
Instrumento de progreso
Durante casi todo el siglo pasado el ferrocarril estatal unió antiguas ciudades y estimuló el surgimiento de nuevos pueblos, aun en las zonas más remotas de nuestro país.
El paso del tren significaba mucho más que un medio de transporte. Era el lazo de comunicación e intercambio entre los propios argentinos y del país con el resto del mundo.
Así nació y se forjó Tafí Viejo. Su crecimiento estuvo íntimamente vinculado al desarrollo de la industria ferroviaria en los antiguos galpones de los talleres ferroviarios. Durante los años 50 trabajaban más de 5.500 obreros. Eran los talleres más grandes de América Latina. Allí se construyó el primer tren presidencial de la Argentina, en 1913, y los primeros vagones con aire acondicionado de toda la región.
Con 22 hectáreas ocupadas, su ubicación estratégica le garantizaba acceso y conexión con el resto del país. Tafí Viejo tuvo la impronta de una ciudad industrial y se convirtió en un orgullo para los tucumanos.
Pero ese impulso creador se fue desmoronando a medida que pasaron los años. Durante la dictadura militar y, nuevamente en los años 90, bajo la consigna de la desregulación y las privatizaciones, se desmanteló la trama ferroviaria que había costado décadas construir.
Si bien los talleres fueron reabiertos durante el mandato del ex presidente Raúl Alfonsín, a mediados de los años 90, con la gestión del ex gobernador Antonio Domingo Bussi, se volvieron a cerrar sus puertas.
El ex general Bussi fue condenado recientemente por la Justicia Federal por crímenes de lesa humanidad. Entre otros delitos figura la desaparición de 65 personas, muchos de ellos empleados ferroviarios de Tafí Viejo.
Para entonces no se habían cerrado sólo los talleres ferroviarios. Se había clausurado un estilo de vida. Se había detenido el progreso. Se había terminado el trabajo.
Clamor de pueblo
Durante los últimos años, en cada visita a la Provincia, los tucumanos nos reclamaron por la reapertura de los talleres. No habían perdido el sueño de ver a Tafí Viejo como era antes: una ciudad próspera y poblada de obreros. El martes, junto al gobernador José Alperovich, tras largos años de espera y una inversión de $ 13 millones, anunciamos la reinauguración de los Talleres Ferroviarios de Tafí Viejo, haciendo honor a la palabra empeñada por el ex presidente Néstor Kirchner.
Ya desde el año 2003 y, de cara al Bicentenario, las acciones del Gobierno nacional estuvieron orientadas a la recuperación, puesta en valor y modernización integral de los ferrocarriles.
Sólo en infraestructura ferroviaria, se invirtieron $ 2.200 millones entre los años 2004 y 2007. La inversión creció más de trece veces durante ese período.
Se adquirió nuevo material rodante, y se avanzó en la electrificación y en la renovación del sistema de señalamiento y comunicaciones de las líneas San Martín y Roca, en el Gran Buenos Aires.
El soterramiento del ferrocarril Sarmiento, que incluye la construcción de 32,6 kilómetros de túneles por debajo de su traza actual, es tal vez uno de los proyectos más ambiciosos.
Otro marco
La ley de reordenamiento ferroviario, elaborada por el Poder Ejecutivo y aprobada por el Congreso nacional a principios de este año, le dio un marco jurídico institucional al reestablecimiento del sistema ferroviario. Con vocación federal, durante los últimos años se ha logrado sostener un alto nivel de inversión, no sólo en materia ferroviaria, sino de infraestructura social, económica y productiva.
Del total de obras públicas encaradas y financiadas por el Gobierno nacional, más del 90% fueron licitadas, ejecutadas y contratadas por otras jurisdicciones, lo que representa el 60% del volumen en términos económicos de la totalidad de la obra pública de la Nación. Es necesario seguir trabajando por el principal objetivo: mejorar la prestación del servicio ferroviario. Tenemos una ventaja: contamos con muchas más posibilidades que hace 150 años.
“Los ferrocarriles constituyen la llave fundamental de una nación. La economía nacional, pública y privada, el equilibrio de las diversas regiones que la integran, la actividad comercial e industrial, la distribución de la riqueza y hasta la política doméstica e internacional están íntimamente vinculadas a los servicios públicos de comunicación y transporte”. Con pensamiento crítico, Raúl Scalabrini Ortiz sintetizó de esta manera el compromiso de un intelectual con su pueblo. Algo que no siempre sucede. Lamentablemente.
Nada es casual
El mismo día en que eran reinaugurados los talleres ferroviarios de Tafí Viejo, durante un acto en Pilar, provincia de Buenos Aires, el Gobierno cedió un edificio para la construcción de una universidad pública.
Nada es casual. Nunca en la Argentina se construyeron tantas escuelas como en los últimos cinco años. El plan 1.000 escuelas, que se suma al programa 700 escuelas, viene a saldar una vieja deuda que tiene el país con la educación pública.
En sus orígenes, la escuela pública significó mucho más que una institución para impartir conocimiento. Fue, fundamentalmente, una herramienta para construir nuestra nacionalidad y dar sentido de igualdad a nuestra sociedad.
Cuando se inaugura una escuela, se construye mucho más que un edificio: se abre un centro de formación de ciudadanos. Es en las escuelas en donde se construye la identidad del país.
Tanto en la educación como en el transporte ferroviario, el rol del Estado es insustituible e indelegable. Cuando primó la lógica del mercado durante los años 90, nos quedamos sin trenes y, prácticamente, sin escuelas públicas.
Así como tantos otros pueblos de la Argentina, Tafí Viejo se había quedado sin futuro. De a poco y entre todos, estamos recuperando la memoria de nuestro desarrollo histórico.
Dra. Cristina Fernández de Kirchner - Presidenta de la Nación